Análisis

El rol de los manglares en la lucha contra el cambio climático en América Latina y el Caribe

Por qué y cómo incluir a estos “Ferraris” de la naturaleza en las NDCs de los países de la región
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Zona reservada de Celestún, Yucatán, México. Yoly Gutierrez/CIFOR

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Los manglares son árboles únicos. Con un pie en la tierra y otro en el mar, sobreviven en condiciones de salinidad y anoxia que para otras especies serían imposibles. Pero si hablamos de soluciones basadas en la naturaleza frente al cambio climático, los manglares son un lujo natural, son como ‘Ferraris: especializados, rápidos y eficientes; a diferencia de las selvas tropicales lluviosas, sus tasas de crecimiento son tres veces más rápidas y acumulan de 10 a 100 veces más carbono en el suelo.

El suelo frecuentemente inundado de los manglares evita que se descomponga la materia orgánica y, en su lugar, se vaya acumulando. Bajo esta capacidad de ‘Ferraris’ de capturar y almacenar carbono se les clasifica como ecosistemas de Carbono Azul, un término que hace referencia a todo ecosistema costero con alta capacidad de captura y acumulación de carbono (principalmente pastos marinos y marismas costeros).

Sin embargo, a pesar de su potencial para enfrentar el cambio climático, los manglares sufren tasas de deforestación más elevadas que las selvas tropicales, y se estima que, en los últimos 50 años, se ha perdido el 50 por ciento de la superficie global de manglares.

Hay dos causantes principales de la pérdida de los manglares: los humanos y la variabilidad climática asociada al calentamiento global. Por un lado, la línea costera es apetecible para los inversionistas turísticos por lo que son removidos para el desarrollo de hoteles, infraestructura deportiva o las altamente redituables piscinas de acuacultura (camaroneras y piscigranjas). Mientras que, por otra, al estar a nivel del mar reciben la presión de la subida del nivel de la marea, del incremento de las tormentas tropicales como huracanes y del incremento de sequías intensas asociadas a fenómenos globales como el Niño. Cualquier alteración de los regímenes hidrológicos, debido a causas humanas o climáticas, afecta el delicado balance entre agua dulce y agua marina en el que prosperan estos árboles.

Mantenerlos en buen estado es fundamental porque estos bosques ofrecen servicios ambientales que benefician a la sociedad y al planeta. Desde la provisión de recursos como madera, medicinas, comida, fibras, pasando por servicios de regulación ambiental (sedimentación y barrera frente a la subida del nivel del mar); la protección contra tormentas y oleajes -incluyendo huracanes y tsunamis-; el filtraje de contaminantes en el agua; la provisión de alimentos (muchos peces comerciales pasas sus primeros estadios protegidos en las raíces de los manglares);  como hábitat para el soporte de la biodiversidad costera y la ya mencionada lucha contra el cambio climático, tanto para mitigación, como para adaptación.

Los manglares y el Acuerdo de París

Por su habilidad para capturar carbono, los manglares son uno de los ecosistemas más populares bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático (CMNUCC).

En el 2015, cuando se aprobó el Acuerdo de París, uno de los elementos que los países signatarios se comprometieron a desarrollar y a implementar fueron sus objetivos nacionales de reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Estos compromisos se conocen como las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs por sus siglas en inglés).

Bajo las NDCs, los países deben ofrecer información transparente sobre cómo van a adaptarse al cambio climático y cómo van a contribuir a reducir las concentraciones de CO2 del planeta mediante la reducción de sus propias emisiones nacionales en diferentes sectores: energía, transporte, industria, tratamiento de residuos y las actividades del uso del suelo. Es bajo este último sector, que los manglares juegan un rol clave: por su alta capacidad de secuestrar carbono y dejarlo almacenado en fustes y en suelo, los manglares son excelentes contribuyentes a las tasas de reducción de emisiones nacionales o NDCs.

Aunque varios países ya incluyen las funciones de adaptación de los manglares bajo sus NDCs (como la protección contra el aumento del nivel del mar, los huracanes y marejadas), otros aún no están cuantificando ni incluyendo las funciones de mitigación de los manglares, lo que se presenta como oportunidades perdidas. Una parte significativa de esta omisión se relaciona con las complejidades técnicas de crear sistemas de monitoreo forestal que permitan analizar los cambios en el área y de carbono que sufren los manglares tanto por actividades de deforestación y degradación como por actividades de regeneración, conservación o restauración.

En el Programa de Adaptación y Mitigación Sostenible de los Humedales (SWAMP), que desarrolla CIFOR y el Servicio Forestal de los Estados Unidos (USFS), estamos trabajando para comprender mejor las dinámicas de carbono en estos ecosistemas mediante el empleo de enfoques y metodologías científicas sólidas, que generen conocimientos relevantes para los responsables de la formulación de políticas. En ese camino, en septiembre de 2019, reunimos en Mérida, Yucatán a oficiales de gobierno de diversos países de América Latina y el Caribe, para juntos, en un taller, entender y descifrar procesos y técnicas que permitan la inclusión de los manglares y el Carbono Azul en las estrategias nacionales frente al cambio climático.

Este año 2020 es precisamente el momento en el que todos los países signatarios del Acuerdo de París deberán reenviar sus compromisos de mitigación bajo la CMNUCC (sus primeros compromisos fueron enviados en 2015). Facilitar este proceso técnico, revisando opciones y alternativas de monitoreo forestal fue precisamente el objetivo de las actividades que desarrollamos en Mérida y desde Lima, recientemente, con una serie de webinars  enfocados en el Carbono Azul y las NDCs, a fin de ofrecer experiencia y herramientas para los países que están trabajando en el reenvío de sus NDCs.

En las sesiones se abordaron precisamente las dudas técnicas que once gobiernos de la región Mesoamericana y el Caribe identificaron como obstáculos para el desarrollo de estrategias de mitigación por Carbono Azul en sus países, y la posibilidad de que se incluyan como parte de sus NDCs.

Asimismo, se exploraron las lecciones aprendidas de países encaminados en el desarrollo de programas de Carbono Azul. En ese sentido, Tertius de Kluyver, analista Sénior de Políticas en el Departamento de Medio Ambiente de Australia, brindó algunos alcances sobre el único programa de Carbono Azul que actualmente reporta sus GEI en el marco de la CMNUCC: el Programa Nacional Australiano de Carbono Azul.

Durante las dos sesiones de video conferencias participaron Peter Aarup Iversen, líder del equipo del Uso del Suelo, Cambio de Usos del Suelo y Silvicultura (USCUSS) en la Secretaría de la CMNUCC; Amy Schmid, líder del programa Carbono Azul en Verra; Kene Moseley-Boston, coordinadora del Departamento de Restauración y Gestión de Manglares del Instituto Nacional de Investigación y Extensión Agrícola de Guyana (NAREI) y Marc Dumas-Johansen, especialista en bosques y uso de la tierra en la División de Mitigación y Adaptación del Fondo Verde para el Clima (GCF).

Entre las lecciones aprendidas de este evento virtual cabe destacar que la inclusión del Carbono Azul en objetivos de mitigación bajo las NDCs se ve dificultada por aspectos técnicos: la definición sobre los manglares (¿son bosques o son humedales?), su inclusión o exclusión actual en los compromisos de mitigación forestal de REDD+ (FREL), la necesidad de ofrecer coherencia entre el FREL de REDD+ y los inventarios forestales de GEI bajo la CMNUCC, y la necesidad de trabajar a escala nacional o agregada jurisdiccional para acceder a los fondos de carbono bajo la CMNUCC y el Acuerdo de Paris. Debido a estos cuellos de botella técnicos, la opción de trabajar con ecosistemas de Carbono Azul a escala de proyecto, más acotada, en vez de a escala nacional, se vuelve atractiva para la gestión de los manglares y el desarrollo de créditos de Carbono Azul a través del mercado voluntario de carbono.

Los videos de ambas sesiones están disponibles en inglés en la web del evento: www.cifor.org/event/blue-carbon-latin-america-caribbean que fue posible gracias a la colaboración de nuestros socios regionales: INTE-PUCP, CATIE, CINVESTAV, y al soporte financiero de USAID a través del programa SWAMP.

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