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Cuando los líderes de 141 países firmaron la Declaración de Glasgow sobre los Bosques y el Uso de la Tierra, se dio sin duda un paso decisivo al reconocer que los bosques son fundamentales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París.

Sin embargo, ¿qué se necesita para lograr estos compromisos? ¿Cómo han “cumplido” los gobiernos hasta ahora y qué apoyo se necesita para alcanzar los seis esfuerzos clave declarados por los líderes mundiales?

Unos siete meses después de lanzadas las promesas de la Declaración, un grupo de representantes de gobierno, portavoces de los pueblos indígenas e investigadores han señalado que, si bien se han hecho algunos progresos en su aplicación, todavía se necesita avanzar en incluir la participación de las comunidades locales, acelerar la buena voluntad política y garantizar una financiación adecuada para cumplir la Declaración de Glasgow.

Stibniati Atmadja, investigadora con amplia experiencia en el programa internacional de Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD+) explicó en un reciente seminario web que los compromisos de Glasgow necesitan un seguimiento para que las naciones no se queden atrás.

“La declaración de Glasgow destaca que el objetivo de financiación de 100 000 millones de dólares al año no se cumplió en 2020. Los fondos son escasos y se debe monitorear si los países ricos cumplen sus compromisos de financiación”, dijo.

“Otra cara de la moneda es asegurarse de que utilizamos bien los fondos, para aportar verdaderos beneficios para el clima, la biodiversidad y las metas sociales. Lamentablemente, no lo sabemos porque los datos globales que vinculan los fondos para el clima con esos resultados son todavía escasos”, agregó.

Pham Thu Thuy, líder del equipo de investigación sobre Cambio Climático, Energía y Desarrollo con bajas emisiones de carbono del CIFOR-ICRAF, profundizó sobre escenarios concretos de países que ya han empezado a cumplir los objetivos de Glasgow, como Vietnam.

Vu Tan Phuong, de la Oficina de Certificación Forestal de Vietnam, donde la mayor parte del 42 % de los bosques del país es propiedad del Gobierno, dijo que todavía hay lagunas evidentes en la adecuación del progreso del país a los objetivos. Vietnam está sufriendo una gran presión sobre sus bosques, mientras que el pago por la protección de los bosques naturales es escaso y la aplicación de la ley es débil, según explicó.

“Para poner en práctica el compromiso de Glasgow, el país debe reforzar la planificación del uso de la tierra e implementar una evaluación del impacto ambiental en todos los niveles de los proyectos con la debida participación de todas las partes interesadas”, dijo Vu.

Helen Magata, de la Fundación Tebtebba de Filipinas, argumentó que los compromisos de Glasgow son fundamentales para romper las barreras entre los proyectos de cambio climático y los pueblos indígenas.

Sin embargo, dijo, hay pocos incentivos para incorporar a la población indígena, que posee y utiliza la tierra que es la parte central de los compromisos de Glasgow.

“Los bosques no existen en silos, sino que están ligados a los pueblos indígenas, a su cultura y a su socialización, por lo que hay que involucrar a los pueblos indígenas y respetar sus derechos de tenencia para lograr un progreso significativo en los objetivos de Glasgow”, dijo.

Según Magata, los pueblos indígenas necesitan acceder a la financiación climática de una manera sostenible que les permita llevar a cabo intervenciones dentro de sus prioridades inmediatas.

Christopher Martius, líder del CIFOR-ICRAF en Bonn, Alemania, señaló que la declaración de Glasgow contiene compromisos para “seguir actuando de forma transformadora en las áreas interconectadas de la producción y el consumo sostenibles”; para facilitar “la producción y el consumo sostenibles de productos básicos”; y para aumentar los esfuerzos para “aplicar y rediseñar las políticas y los programas agrícolas para incentivar la agricultura sostenible, promover la seguridad alimentaria y beneficiar al medioambiente”.

En este contexto en particular, indicó que es necesario intervenir de forma integral en los sistemas alimentarios para frenar las emisiones de carbono que contribuyen a la crisis climática.

“Los sistemas alimentarios no son solo agricultura”, dijo. “También hay transporte y procesamiento, y aunque obtenemos seguridad nutricional, también genera externalidades como la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad”.

La reducción de emisiones en este ámbito podría ser relativamente fácil de conseguir y también generaría otros beneficios colaterales para la biodiversidad y por ejemplo la reducción del uso de combustibles fósiles, explicó.

En la República Democrática del Congo se han llevado a cabo varias acciones desde la COP26 de la CMNUCC, como la firma de la segunda carta de intenciones entre el Gobierno y la Iniciativa Forestal Centroafricana (CAFI), la revisión y presentación de la segunda NDC, numerosos debates sobre la organización de la próxima COP27; la revisión legal de las concesiones forestales realizada por la Inspección General de Finanzas (IGF); y la adopción por parte del Senado de la ley de protección y promoción de los pigmeos.

Pero todavía queda mucho por hacer, según Blaise-Pascal Ntirumenyerwa Mihigo, profesor asociado de Derecho Ambiental Internacional en la Universidad de Kinshasa.

“Tenemos que lograr compromisos políticos sobre los bosques y los sectores relacionados, reorganizar el sector forestal basándonos en las recomendaciones del FGI, la apropiación nacional de las acciones forestales y climáticas, finanzas suficientes, vincular la ciencia y las políticas, etc. para acelerar nuestro compromiso con los objetivos de Glasgow, dijo Mihigo.

En virtud de la Declaración de Glasgow, los líderes mundiales firmantes se comprometieron a trabajar colectivamente para detener, e invertir, la pérdida de bosques y la degradación de la tierra de aquí a 2030, al tiempo que se consigue un desarrollo sostenible y se promueve una transformación rural inclusiva.

Se espera que las transiciones sostenibles del uso de la tierra ayuden a cumplir los objetivos del Acuerdo de París, entre ellos reducir la vulnerabilidad a los impactos de la crisis climática, mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 °C y proseguir los esfuerzos para limitarla a 1,5 °C y que los avances sean retomados en el marco de las próximas conversaciones climáticas de fin de año en Egipto.

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