Bosque secundario, plantación de palma y carretera, un paisaje que ilustra las múltiples demandas sobre las tierras forestales. Juan Carlos Huayllapuma/CIFOR

El debate sobre los bosques en los círculos políticos a menudo se reduce a dos opciones: deforestación o protección total, según Francis E. Putz.  Pero Putz y Claudia Romero, ambos investigadores de la Universidad de Florida, decidieron adoptar un enfoque diferente.

“Analizamos una gran superficie de bosques que no se encuentra comprendida dentro de las dos opciones actuales”, explica Putz. “Estamos intentando justificar las decisiones sobre los bosques que no se encuentran en áreas protegidas”.

En un estudio publicado recientemente por el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), Putz y Romero examinan las diversas opciones de manejo forestal y de conservación que existen en la actualidad para los bosques tropicales de todo el mundo. Y este es un tema que puede suscitar controversia.

“Es una historia difícil de contar, porque no estamos promoviendo la tala”, afirma Putz. “Estamos diciendo que hay métodos aceptables e inaceptables de manejo forestal y que si deseamos alcanzar lo primero, debemos considerar una serie de cuestiones al respecto”.

Pensamiento práctico

Muchos investigadores, afirma Putz, documentan los impactos en la forestería tropical y concluyen que no existe otra opción para la protección forestal más que la conversión en parques.

“Quisiera convertir los bosques que aún quedan en los trópicos en un área protegida, para que las generaciones futuras puedan disfrutar de ellos. Lamentablemente, eso no va a suceder“, dice Putz.

“Es por eso que estamos intentando encontrar una solución para las tierras que implique tanto la protección como la conversión. Aún seguirá tratándose de un bosque, pero este será un bosque manejado, no un bosque primario”.

Putz afirma que la protección no es una opción viable en muchas zonas, en especial en las que se encuentran cerca de caminos y zonas bien establecidas.

“Las tierras no son iguales en términos de capacidad productiva o importancia ecológica; es por ello que debemos planear en escalas de paisaje”, destaca Putz.

Se espera por supuesto que existan impactos cuando los bosques son gestionados, pero las formas y grados de estos impactos varían de acuerdo al nivel de responsabilidad con el cual se maneja el área.

“Sin embargo, en las zonas en donde los usos de la tierra son muy lucrativos, como en las plantaciones de palma aceitera, debemos hacer todo lo posible para que el manejo forestal sea atractivo desde el punto de vista económico, y sostenible en términos de producción y biodiversidad. Si no lo hacemos, los costos de oportunidad para mantener los bosques serán simplemente demasiado altos”.

Pero… ¿qué constituye un buen manejo forestal?

“La mayoría de las personas convendrá que existen prácticas de manejo forestal que claramente reducen al mínimo los daños aguas abajo, evitan pérdidas de la biodiversidad y mantienen seguros a los trabajadores. Pero luego de establecer estas mejoras básicas, lo que constituye un manejo forestal responsable varía según los factores, que se extienden en escalas que van desde árboles a paisajes enteros”, explica Putz.

“Hay algunos principios del buen manejo forestal que abarcan tanto la gama de plantaciones de gran intensidad como los aprovechamientos selectivos más leves; fuera de eso, los detalles difieren”.

A la complejidad de los temas relacionados con los bosques tropicales, se suman la diversidad de  actores involucrados.

“Tenemos que entender que los bosques tropicales están situados en territorios en disputa, en los cuales los reclamos de las comunidades indígenas se superponen a los de las compañías mineras y de otras industrias”, observa Romero. “Los gobiernos deben intentar conciliar estos reclamos sobre los bosques tropicales, que compiten unos con otros”.

“Descubrimos que existen numerosas oportunidades para manejar los bosques para la explotación de madera y otros productos que deben analizarse, a fin de intentar responder a las distintas necesidades de los actores”.

“Quienes gestionan los bosques toman decisiones basadas en criterios entre los que se incluyen las presiones del mercado y la demanda mundial. Los responsables políticos deben ser más sensibles a esas señales para poder formular políticas adecuadas para un manejo forestal responsable”, agrega Romero.

“Un buen manejo forestal es posible en todas las escalas, desde grandes concesiones industriales hasta bosques comunitarios. Pero la clave del éxito radica en generar conciencia y crear capacidad”, sostiene Putz. “El programa de certificación del Consejo de Administración Forestal (FSC por sus siglas en inglés), por ejemplo, contribuyó de manera sustancial a crear conciencia acerca del manejo forestal responsable.

“Lo que aún no sabemos es si la certificación marca alguna diferencia, lo que representa nuestro siguiente proyecto”, afirma Putz. “Durante años, hemos intentando conseguir datos de campo imparciales sobre los impactos de la certificación”.

Romero agrega que la esencia de su trabajo actual es aumentar la visibilidad del buen manejo forestal en los trópicos.

“La base del manejo de los recursos es el manejo adaptativo, y el principio fundamental del manejo adaptativo es la experimentación”, añade. “No sabremos si ciertas cosas funcionarán hasta que las probemos y tengamos medios fiables de conocer sus impactos”.

Esta investigación forma parte del Programa de Investigación del CGIAR sobre Bosques, Árboles y Agroforestería.