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Ciento cincuenta millones de hectáreas de tierras degradadas es un área equivalente al tamaño de Alaska y lo que Gobiernos de todo el mundo se han comprometido a restaurar para el año 2020 como parte del Desafío de Bonn. Pero, para que estos bosques sobrevivan por más de uno o dos años, las comunidades locales deben participar en el monitoreo de manera continua, señala un equipo de investigadores.

“Si el tema no es relevante para la población local, el fracaso es inminente”, dice Kristen Evans del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).

En un nuevo documento, Evans y sus colegas exponen los argumentos para conectar los planes globales con las prioridades locales a través de la participación de las comunidades en el establecimiento de objetivos para los proyectos de restauración forestal, la medición de los avances con relación a dichos objetivos, y la difusión y el aprendizaje a partir de los resultados con tomadores de decisiones en varios niveles. Este proceso se conoce como monitoreo participativo.

“Puede que se planten una gran cantidad de árboles, pero resultará en un montón de árboles muertos”, advierte Evans.

LA RESTAURACIÓN EMPIEZA EN EL TERRENO

Los objetivos actuales para la restauración del paisaje forestal (FLR, por su sigla en inglés) son principalmente de tipo descendente (top-down), explica por su lado Manuel Guariguata, científico principal de CIFOR y otro de los coautores.

“Pero la restauración comienza en el terreno”, destaca.

“Los planes impulsados por el Gobierno son implementados en la mayoría de los casos por las comunidades locales. Aun si se trata de un simple programa para plantar árboles, ellos serán los encargados. Si se trata de algo que los beneficie, fertilizarán y regarán los árboles; pero si no tienen un interés en ello, no lo harán”.

Estudios anteriores han demostrado que los pobladores locales pueden recopilar datos precisos sobre el cambio en la cobertura forestal (y las razones detrás del cambio), así como sobre los impactos socioeconómicos, por aproximadamente un tercio del costo de contratar profesionales.

Más aún, el monitoreo participativo puede proporcionar información crucial en tiempo real sobre si un proyecto está funcionando o no, y lo que es más importante, por qué.

“Si solo se realizan mediciones desde el espacio, nadie podrá descubrir por qué sus plantaciones no sobrevivieron”, dice Guariguata.

Si el tema no es relevante para la población local, el fracaso es inminente”

Kristen Evans

TRABAJO EN EQUIPO

Las historias sobre el monitoreo participativo a menudo se centran en la tecnología innovadora que permite a las comunidades forestales la recopilación de datos: equipos de GPS, teléfonos inteligentes y redes sociales.

Pero el verdadero poder de este método radica en algo aparentemente simple, dice Evans: el hecho de que los seres humanos se reúnen y hablan, hacen y aprenden unos de otros.

“Llamamos a esto aprendizaje social, y solo se da cuando se reúnen grupos de personas”, dice Evans. “Esto ayuda a derribar barreras y, gracias a ello, es más probable que las personas entiendan los puntos de vista de los demás”.

Una de las pocas iniciativas de restauración que han implementado el monitoreo participativo en múltiples sitios es el Programa Colaborativo de Restauración del Paisaje Forestal del Servicio Forestal de los Estados Unidos.

Este programa reúne a conservacionistas y taladores de árboles con el fin de recopilar datos, dice Evans.

“Estas eran personas que nunca hablaban unas con otras, que se veían a sí mismas en lados opuestos de muchos temas, pero cuando tuvieron la oportunidad de trabajar juntos y resolver problemas, gran parte de los conflictos desaparecieron”.

Llevar a cabo el trabajo de campo también puede otorgar una voz a personas que pueden verse marginadas en un entorno de reunión más tradicional, dice Evans.

“Los hombres tienden a dominar las reuniones. Pero cuando se logra que todos vayan al bosque a contar y medir árboles, las mujeres a menudo asumen igualdad de condiciones, y no solo en lo que respecta al trabajo, sino con su participación en las discusiones y aportando sus opiniones. Al final, se expresa una variedad de puntos de vista mucho más diversa”.

LECCIONES APRENDIDAS

Evans dice que una de las lecciones clave provenientes de la literatura es que el monitoreo participativo debe ser priorizado y debidamente financiado desde el principio, y no tratado como una idea de último momento.

“El aprendizaje social requiere tiempo, logística y dinero, porque hay que juntar a las personas. Si no está bien organizado, no se da”.

También es un compromiso continuo. “Las personas no continúan realizando el monitoreo por sí mismas”, dice Evans. “Se necesita una motivación externa que los incentive: esa es la realidad, y es algo que debe tomarse en cuenta en el presupuesto”.

No existe una “receta” de monitoreo única que se pueda aplicarse en todos los casos. Los líderes del proyecto deben idear su estrategia junto con la comunidad desde el principio, pero, al mismo tiempo, debe haber cierta lógica. Tener demasiados indicadores de éxito puede ser difícil de manejar.

Entonces, ¿qué es lo que funciona?

“Mantenga los objetivos simples, ayude a las personas a descubrir qué asuntos realmente les interesan a nivel local, respete su tiempo y motívelas a involucrarse escuchando lo que es importante para ellas”, recomienda Evans.

“La selección de indicadores viene después”, dice Guariguata.

También es importante procesar los datos recopilados tan pronto como sea posible para que cualquier error pueda identificarse y resolverse con rapidez.

Si solo se realizan mediciones desde el espacio, nadie podrá descubrir por qué sus plantaciones no sobrevivieron”

Manuel Guariguata

AQUÍ Y AHORA

Dado que docenas de países se están comprometiendo a restaurar millones de hectáreas de tierras forestales degradadas en los próximos años, el financiamiento para el monitoreo participativo debe estar disponible desde ya, dice Evans.

Ella aboga por la creación de alrededor de 20 sitios piloto en iniciativas de restauración de paisajes forestales en todo el mundo.

“Simplemente tenemos que empezar a hacerlo en pequeña escala, donde podemos cometer errores y aprender de ellos. Ya basta de reuniones: salgamos y pongamos manos a la obra”.

Para obtener más información sobre este tema, póngase en contacto con Kristen Evans en kristenannevans@gmail.com o con Manuel Guariguata en m.guariguata@cgiar.org


Esta investigación fue posible gracias al soporte del Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID).

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