Una mirada a las herramientas de apoyo para la restauración del paisaje forestal
Con los compromisos de restaurar millones de hectáreas de tierras deforestadas y degradadas, los países han dado el primer paso en un camino cuyo rumbo es determinado por una amplia variedad de decisiones a nivel local.
¿Cómo abordar la restauración? Es la pregunta inmediata. ¿Regeneración natural, plantaciones de árboles o ambos? ¿Y qué tal un paisaje de mosaico con bosques naturales, agricultura y agroforestería?
Afortunadamente, los investigadores, los profesionales y los responsables de la toma de decisiones tienen cada vez más herramientas disponibles para responder esta pregunta, evaluar los pros y contras y tomar decisiones. Pero la experiencia en la práctica revela la existencia de brechas importantes que aún no se han abordado con ningún método, como señala un nuevo documento del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).
“Las herramientas para ayudar a la restauración del paisaje forestal están proliferando continuamente, y las ya existentes se están perfeccionando”, dice Robin Chazdon, profesora de investigación de la Universidad de Sunshine Coast en Queensland, Australia, y coautora del documento, el cual analiza las herramientas disponibles y presenta recomendaciones para su desarrollo futuro.
“Queríamos hacer un balance de dónde nos encontramos, identificar las brechas existentes y ver en qué casos cerrar esas brechas realmente marcaría una diferencia”.
En todo el mundo, unas 50 naciones se han comprometido a restaurar 160 millones de hectáreas de tierras deforestadas o degradadas como parte del Desafío de Bonn, lanzado en 2011. El objetivo es tener 150 millones de hectáreas en proceso de restauración para el año 2020 y 350 millones de hectáreas para el año 2030.
“La meta de la restauración del paisaje forestal no es solo aumentar la cobertura arbórea o la captura de carbono —en especial en países donde la deforestación es una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero—, sino también restaurar las funciones del ecosistema y mejorar los medios de vida locales”, dice Manuel Guariguata, científico principal de CIFOR y uno de los coautores del estudio.
“Para este fin, los ejercicios de priorización mediante la aplicación de herramientas de apoyo a la toma de decisiones para guiar los objetivos de restauración son primordiales”, agrega.
La caja de herramientas
Los expertos estiman que la restauración de 350 millones de hectáreas de tierras deforestadas y degradadas para el año 2030 reportará beneficios netos por valor de USD 170.000 millones, al proteger las cuencas hidrográficas, apoyar la producción de cultivos y productos forestales, aumentar el desarrollo rural y reducir la pobreza.
El desafío, sin embargo, es poner dichos compromisos nacionales en acción a nivel local, donde, como dice Chazdon, “no existe una solución única para todo”.
Se han diseñado varias metodologías para ayudar a los países o regiones a analizar las posibilidades de restauración del paisaje forestal (FLR por sus siglas en inglés). El Diagnóstico de Restauración (Restoration Diagnostic) es una herramienta para el desarrollo de estrategias nacionales o regionales, mientras que la Metodología de Evaluación de Oportunidades de Restauración (ROAM, siglas en inglés de Restoration Opportunities Assessment Methodology) ayuda a los planificadores nacionales a identificar áreas prioritarias para la restauración dentro de sus territorios.
“La meta de la restauración del paisaje forestal no es solo aumentar la cobertura arbórea o la captura de carbono, sino también restaurar las funciones del ecosistema y mejorar los medios de vida locales”.
“Muchos países han utilizado ROAM en preparación para llevar a cabo la restauración, pero pasar de este ejercicio de planificación de alto nivel a implementar la restauración en paisajes reales involucra otra serie de pasos por seguir, y no hay muchas herramientas que ayuden a ese proceso”, dice Chazdon.
Las necesidades y oportunidades varían de un país a otro, pero incluso dentro de un mismo país la restauración puede tomar muchas formas diferentes, dependiendo del tipo de ecosistema, del grado de degradación y de las necesidades de las comunidades locales.
Además, el énfasis excesivo en considerar la degradación de la tierra como el “problema” y la restauración como la “solución”, puede conducir a un enfoque demasiado limitado, dicen Chazdon y Guariguata.
En el informe, afirman: “En realidad, el problema es la falta de seguridad alimentaria, el suministro inadecuado de agua, el alto riesgo de incendios catastróficos, el cambio climático y la pérdida de especies. Los programas bien planificados de restauración del paisaje forestal pueden ser de gran ayuda para resolver estos problemas sin necesidad de evaluaciones de la degradación de la tierra”.
En lugar de tomar en consideración únicamente la degradación, los autores sugieren “centrarse en las áreas donde se pueden lograr múltiples beneficios de restauración a un costo mínimo”.
Recomiendan combinar diferentes opciones de restauración en paisajes “de mosaico”, lo que podría implicar convertir zonas altamente degradadas en tierras de cultivo sostenibles, zonas agroforestales o parcelas de bosque con especies nativas.
Además de proporcionar medios de subsistencia y servicios ecosistémicos a las comunidades locales, dicho enfoque también podría producir un rendimiento sobre la inversión financiera, afirman.
Ese tipo de planificación requiere que las decisiones relativas al uso y restauración de la tierra se tomen a nivel local, con la participación de las comunidades, los gobiernos locales, las empresas y otras partes interesadas. Debido a que la mayoría de las herramientas actualmente disponibles están diseñadas para la planificación de restauración a nivel nacional, hay una necesidad de metodologías que ayuden con la toma de decisiones a nivel local, dice Chazdon.
“Cada vez más comunidades locales se están preparando para la restauración del paisaje”, afirma. “Reconocen la necesidad de restaurar sus tierras y mejorar sus medios de subsistencia. Necesitamos acercarnos a esos grupos y ayudarlos a empezar y a alcanzar sus metas”.
Versiones beta
Ya existen algunas herramientas para ayudar a los planificadores a identificar las diversas formas de utilización de los paisajes. Sin embargo, para ayudar a sopesar los pros y contras que inevitablemente se derivan de las decisiones relativas al uso de la tierra, se necesitan más datos sobre los costos económicos y los beneficios de la restauración del paisaje, dice Chazdon.
También se requieren herramientas diseñadas para los planificadores locales y para miembros de la comunidad que pueden no tener la experiencia o las habilidades técnicas necesarias para utilizar sofisticadas técnicas de modelado.
“Otras herramientas podrían ayudarlos a considerar los beneficios económicos y desarrollar diversos escenarios, tales como dónde introducir agroforestería, una plantación de madera comercial, un huerto o un sistema silvopastoril”, dice Chazdon.
Las aplicaciones o juegos pueden proporcionar una manera sencilla de probar diferentes combinaciones de opciones de restauración para paisajes de mosaico, y calcular cuánto carbono podrían almacenar con el tiempo o cómo afectarían el suministro de agua. También deben incluir los impactos sociales, como las posibles fuentes de ingresos, que a menudo se pasan por alto en la planificación del paisaje, agrega.
Cada vez más comunidades locales se están preparando para la restauración del paisaje. Reconocen la necesidad de restaurar sus tierras y mejorar sus medios de subsistencia. Necesitamos acercarnos a esos grupos y ayudarlos a empezar y a alcanzar sus metas".
Restaurar las funciones de un ecosistema puede tomar décadas, pero los miembros de las comunidades locales necesitan fuentes de ingresos inmediatas, dice Chazdon. Al probar diferentes escenarios, las personas pueden ver los efectos potenciales de combinar la producción a corto plazo de cultivos o especies maderables de crecimiento rápido, como el eucalipto, con acciones de mayor alcance, como fomentar la regeneración natural o plantar especies maderables más valiosas que pueden tomar 30 o 40 años para madurar, pero que obtendrán un precio más alto en el mercado.
Parte de la complejidad de la restauración del paisaje forestal es que las decisiones que se tomen hoy tal vez den frutos plenos después de varias décadas —o incluso varias generaciones—. El monitoreo, para asegurar que los ajustes puedan adaptarse a las condiciones cambiantes con el tiempo, plantea otro desafío para los diseñadores de herramientas.
“Lo que me entusiasma de diseñar herramientas de apoyo a la toma de decisiones es que estas brindan una oportunidad para la coordinación entre investigadores, profesionales y formuladores de políticas”, dice Chazdon. “Proporcionan una manera de trabajar en conjunto, porque muchas personas de esas tres áreas pueden participar probándolas y recibir retroalimentación”.
El interés internacional en la restauración del paisaje forestal está en aumento con el compromiso de los países de América Latina de restaurar 20 millones de hectáreas para el año 2020 y el compromiso africano de restaurar 100 millones de acres para el año 2030.
Los formuladores de políticas, los funcionarios del gobierno, los miembros de la comunidad y los científicos se enfrentan ahora al desafío de convertir esos compromisos en planes que den como resultado paisajes más verdes y mejores medios de vida para las comunidades locales. Y dentro de poco, puede que hasta haya una app que los ayude a lograrlo.
Para obtener más información sobre este tema, póngase en contacto con Manuel Guariguata en m.guariguata@cgiar.org.
Este estudio contó con el soporte de USAID.
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