- Nota del editor: Este blog pertenece a la selección de los más destacados del 2015.
Bogor, Indonesia. Los esfuerzos de reforestación han abarcado una gama de actividades: la regeneración natural, la replantación, las plantaciones de árboles nativos, las plantaciones comerciales y los sistemas agroforestales. Pero un nuevo estudio ha encontrado que se pueden lograr mejores resultados si se garantiza que las comunidades y los ecosistemas de los bosques, y sus alrededores, también sean más resilientes al cambio climático.
Y todo esto tiene que ver con la planificación de actividades.
INTERVENCIONES CON SENTIDO
El estudio, realizado por el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), advierte que las actividades de reforestación que ignoran los beneficios de adaptación de los bosques replantados, usando diferentes prácticas y especies de árboles, podrían aumentar la vulnerabilidad de las comunidades y ecosistemas frente a los impactos futuros del cambio climático, socavando así su efectividad.
La reforestación tropical centrada en objetivos climáticos puede muchas veces ignorar los beneficio de adaptación que brindan los bosques replantados”
“No podemos asumir que un proyecto de reforestación para la mitigación del cambio climático vaya a beneficiar automáticamente a las personas y a la biodviersidad”, dice Bruno Locatelli, científico de CIFOR y CIRAD y autor principal del estudio. A lo que se refiere Locatelli es a las plantaciones de monocultivos que, con frecuencia, se establecen con miras a mejorar la producción de madera y el almacenamiento de carbono.
Una investigación realizada por CIFOR anteriormente ha demostrado que también puede reducir los recursos hídricos, la disponibilidad de tierras, restringir los medios de vida de las comunidades locales e impactar negativamente en la biodiversidad.
Pero además las plantaciones de monocultivos también corren el riesgo de sufrir impactos relacionados con el clima, como brotes de plagas, especies invasivas e incendios forestales, que pueden devenir en la pérdida de carbono, socavando así el potencial de las actividades de mitigación.
“Si usted piensa reforestar con el único objetivo de almacenar carbono para mitigar o producir madera, esto generalmente tiene impactos negativos en la biodiversidad, las fuentes de agua y los medios de vida, porque pasa por alto las ventajas y desventajas de cada uno”, explica Locatelli.
“La reforestación debe ser manejada con objetivos de mitigación y adaptación en mente para así evitar que la implementación de una estrategia tenga un impacto negativo en la otra”.
Los bosques desempeñan un rol fundamental en la regulación del clima a nivel mundial, debido a que absorben anualmente 2,4 mil millones de toneladas de dióxido de carbono (cerca de un tercio del dióxido de carbono emitido a través de la quema de combustibles fósiles). Sin embargo, la deforestación y degradación de los bosques también representa entre 10% y 15 % de las emisiones de gases de efecto invernadero inducidas por la actividad humana, lo que contribuye al cambio climático.
Aunque la plantación de árboles para mitigar el cambio climático aún es considerada controversial, en muchas regiones del Trópico se toma una de las formas más costo-efectivas de reemplazar el carbono perdido a causa de la deforestación.
ADAPTACIÓN, MITIGACIÓN: UNA PAREJA INSEPARABLE
En el 2014, gobiernos, empresas y grupos indígenas suscribieron la Declaración sobre los Bosques en la Cumbre sobre el Clima en Nueva York, fijando el compromiso de restaurar 150 millones de hectáreas para el 2020 y 350 millones de hectáreas para el 2030.
Además, el Desafío de Bonn tiene la aspiración global de restaurar 150 millones de hectáreas de tierras degradadas y deforestadas a nivel global para el año 2020.
Por ello, queda aún la oportunidad de integrar tanto la adaptación como la mitigación en las estrategias de reforestación”
Aumentar las reservas de carbono mediante actividades de reforestación también ha sido incluido como parte del mecanismo internacional para reducir emisiones derivadas de la deforestación y la degradación de los bosques, conocido como REDD+.
Si bien estos compromisos internacionales representan un paso positivo, la reforestación tropical centrada en objetivos climáticos puede muchas veces ignorar los beneficio de adaptación que brindan los bosques replantados, así como la necesidad de aumentar la resiliencia de los bosques replantados al cambio climático, dice Bruno Locatelli.
Esto sucede debido a que, generalmente, las estrategias de mitigación y adaptación en la reforestación se desarrollan de forma separada en el escenario de la política climática internacional.
Las prácticas, metodologías y directrices para la gestión de la reforestación y restauración, se desarrollan, por lo tanto, con distintos objetivos en mente.
Por ello, queda aún la oportunidad de integrar tanto la adaptación como la mitigación en las estrategias de reforestación.
Según el estudio, una reforestación bien gestionada o una reforestación “climáticamente inteligente” podría ayudar a alcanzar todos objetivos: mitigación, adaptación y garantizar que los impactos directos e indirectos del cambio climático en la reforestación puedan ser anticipados y reducidos”.
“Si ayudamos a los diseñadores de políticas a analizar la reforestación en el contexto del cambio climático, podrían entender mejor los pros y contras, lo que podría influir en sus decisiones cuando planifican actividades de restauración”, sostiene Locatelli.
Por ejemplo, si bien las plantaciones de árboles de diferente edad y especies almacenan la misma cantidad de carbono que las plantaciones de monocultivos, las primeras tienen la capacidad de resistir mejor fuertes vientos, plagas y enfermedades, pero el costo de plantarlas y gestionarlas podría ser más alto.
En Costa Rica, un proyecto de reforestación está probando diferentes mezclas de especies y prácticas silviculturales para reducir la vulnerabilidad frente a tormentas e incendios y, al mismo tiempo, almacenar carbono.
CERRANDO LA BRECHA DE CONOCIMIENTO
Locatelli espera que la reforestación climáticamente inteligente llegue a formar parte de estrategias más amplias de adaptación, reducción de riesgo de desastres y gestión de tierras. Sin embargo, su implementación aún es limitada debido a la brecha de conocimiento, particularmente en lo que se refiere a entender cuáles son las prácticas de reforestación más resilientes al cambio climático.
“Cuando se planifican actividades de reforestación, tenemos que entender la forma en la que los bosques pueden ayudar a combatir el cambio climático y cómo pueden resistir o adaptarse al cambio climático, dice.
“Contamos con considerable conocimiento sobre la contribución de la reforestación a la mitigación y tenemos las metodologías y herramientas para evaluar el carbono”, explica, pero cuando se trata de adaptación, todavía necesitamos mejorar la forma en que evaluamos el rol que cumple la reforestación en los medios de vida, la gestión de cuencas y la regulación del clima a nivel regional/local para poder influir mejor en las decisiones de políticas”.
Para más información sobre esta investigación, póngase en contacto con Bruno Locatelli en B.Locatelli@cgiar.org
La investigación de CIFOR sobre carbón y bosques tropicales forma parte del Programa del CGIAR sobre Bosques, Árboles y Agroforestería.
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