Opinan los expertos

La página de opinión del New York Times se equivoca sobre el papel de los bosques en el clima

Un comentario reciente acerca del papel de los bosques en el cambio climático es cuestionado por un científico.
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Bosques del Parque Nacional Gunung Gede Pangrango, en Java occidental, Indonesia. Un comentario reciente acerca del papel de los bosques en el cambio climático no resiste el escrutinio científico, según un experto de CIFOR. Fotografía de Ricky Martin / CIFOR.

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La semana pasada, Nadine Unger, profesora asistente de la Universidad de Yale, publicó un artículo de opinión en el New York Times, afirmando que para salvar el planeta no debemos plantar árboles. Esta opinión es tan errada y en tantos niveles, que es difícil referirnos a todos aquí. Son muchas las razones por las que necesitamos cuidar los bosques y plantar árboles: proteger las reservas de agua, revertir la pérdida de la biodiversidad, asegurar la existencia de polinizadores para los cultivos y por la captación de carbono para reducir el cambio climático inducido por el hombre.

Hay muchas y muy variadas buenas razones para conservar los bosques; reducir el cambio climático es solo una de ellas.

El artículo comienza con una discusión sobre el mecanismo internacional de REDD+ (reducción de emisiones por deforestación y degradación de los bosques), cuyo objetivo es reducir la deforestación tropical y aumentar la absorción de carbono de la atmósfera mediante la regeneración de los bosques tropicales. Unger señala que esto no funcionará, citando un viejo argumento sobre los efectos de compensación de las emisiones de carbono y el aumento de la reflexión de la energía cuando se eliminan los bosques —el llamado efecto albedo—. Este argumento señala que los bosques son oscuros (basta con mirar una fotografía aérea o una imagen de Google Earth) y absorben la energía solar, mientras que los campos agrícolas y los pastos son más claros y reflejan la energía solar. Es la razón por la que un automóvil negro estacionado bajo el sol con las ventanillas cerradas se calienta más que uno de color blanco. Así, los bosques absorben energía y calientan la atmósfera inferior. Un estudio de 2007 dirigido por G. Bala (y otros), publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, mostró claramente que la deforestación global llevaría a un enfriamiento de la temperatura. El efecto albedo supera al efecto del carbono en el balance energético, y la Tierra se enfría cuando se eliminan bosques.

Sin embargo —y este es un “sin embargo” muy importante en esta discusión—, cuando los autores observaron el comportamiento de ambos efectos en diferentes latitudes, llegaron a la conclusión de que el efecto albedo superaba al efecto del carbono en latitudes altas (bosques templados y boreales del norte), mientras que el efecto del carbono superaba al efecto albedo a bajas latitudes (los trópicos). Detener la deforestación tropical e incrementar la plantación de árboles en países de REDD+, donde el efecto albedo es menor que el efecto del carbono, tiene sentido desde el punto de vista del balance energético. Es por ello que los esfuerzos internacionales se centran en detener la deforestación tropical y rehabilitar bosques tropicales degradados. No existe una propuesta de mecanismo de REDD+ para los países del norte.

CARBONO NEGRO Y FALACIAS

Más adelante en el artículo, Unger trae a colación las absurdas declaraciones de Ronald Reagan sobre la contaminación producida por los árboles y la importancia de los compuestos orgánicos volátiles (COV) en la formación del ozono y el metano de la troposfera. La autora señala que los COV, componentes naturales de la atmósfera, reaccionan con otros contaminantes antropogénicos (especialmente óxidos de nitrógeno) para formar gases de efecto invernadero. Uno pensaría que si los COV son componentes naturales de la atmósfera, la culpa recae más en los contaminantes recientemente introducidos.

Pero esto no es así para Unger. La química atmosférica está llena de procesos no lineales —los científicos lo entendieron hace décadas—. Cuando los óxidos de nitrógeno (también componentes naturales de la atmósfera) están presentes en concentraciones bajas, su reacción con los COV naturales da como resultado la destrucción del ozono y el metano, por lo que, naturalmente, estos COV ayudan a mantener limpia la atmósfera. Sin embargo, cuando los óxidos de nitrógeno están presentes en concentraciones altas como consecuencia de la contaminación causada por los seres humanos, los COV reaccionan con estos contaminantes para producir más ozono y metano. Así que el problema no es que los bosques contaminen, sino los graves problemas imprevistos asociados a la contaminación humana. De hecho, la investigación muestra que en lugar de tratar de controlar la contaminación por ozono mediante la reducción de COV, sería más rentable reducir la contaminación de los óxidos de nitrógeno. Talar los árboles es la solución equivocada.

Unger también evita por completo referirse el tema del carbono negro. Cuando se talan y queman bosques para permitir el uso agrícola del suelo, los incendios emiten carbono negro a la atmósfera. Este carbono negro absorbe el calor, como el automóvil negro del ejemplo anterior. Cuando los fuegos se producen en las turberas (depósitos de turba), esto crea otros enormes problemas, como los fenómenos de contaminación aguda del aire que afectan cada cierto tiempo a Singapur y otras ciudades del sudeste asiático.

Por último, Unger se sale por la tangente para esquivar el tema del oxígeno. Ningún científico ha sugerido jamás que la deforestación pueda ser catastrófica o siquiera algo problemática en lo que respecta al oxígeno de la atmósfera. No hay problema alguno aquí: es todo una falacia.

Hay muchas y diferentes buenas razones para conservar los bosques; reducir el cambio climático es solo una de ellas. Uno debe cuestionar los motivos de una científica para salir a la tribuna a sembrar dudas sobre los debates, en vísperas de una importante conferencia internacional que hará especial hincapié en tema de los bosques. También hay que cuestionar las motivaciones del New York Times para publicar tal artículo.

Nota del editor: ¿Qué piensa usted acerca de lo planteado en este artículo? Participe de la discusión enviándonos sus comentarios en el espacio que figura a continuación.

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