Investigación

Simplificar la normativa de aprovechamiento de la castaña en Perú beneficiaría a todos los involucrados

Simplificar procedimientos para el aprovechamiento de castaña beneficiaría a las personas y las instancias reguladoras, según un estudio.
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Recolector de castañas en Madre de Dios, Perú. Foto Marco Simola, CIFOR.

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Lima, Perú. Todos los días, durante la época de zafra, los castañeros entran en el bosque, recogen los frutos que han caído al suelo y empiezan la ardua tarea de extraer las castañas de los cocos, las que comercializan como parte de una actividad sostenible que sirve de sustento para miles de familias en la selva amazónica de Perú. Sin embargo, el actual marco normativo para el aprovechamiento y transporte de la castaña dificulta el desarrollo eficiente de la actividad y genera estadísticas de producción inexactas, según un nuevo estudio del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).

En el departamento de Madre de Dios, lugar de la investigación, los bosques naturales dominados por castaña ocupan un área no menor a dos millones de hectáreas. Los derechos de aprovechamiento del recurso se enmarcan en la ley forestal del Perú mediante la figura de concesiones, las cuales son controladas por personas o familias que recolectan el fruto entre enero y abril de cada año. Se ha estimado que hasta un 60% de los ingresos anuales de los concesionarios provienen de la zafra de castaña.

PRODUCTO SOSTENIBLE

“La castaña es especial porque es el único fruto seco comercializado a nivel internacional que proviene del bosque natural”, explica Manuel Guariguata, científico principal de CIFOR y uno de los autores del estudio. Con frecuencia es valorada como una especie clave para la integración del desarrollo sostenible y la conservación, y varias investigaciones han evidenciado tasas bajas de deforestación dentro y alrededor de las concesiones de castaña en la Amazonía peruana.

Los castañeros no sólo desarrollan una actividad empresarial de mínimo impacto, sino que ponen en valor el bosque amazónico”

Según Pablo Peña, especialista forestal de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), los castañeros no sólo desarrollan una actividad empresarial de mínimo impacto, sino que ponen en valor el bosque amazónico. “Sin embargo se requieren cambios normativos claves para generar verdaderos incentivos, de modo que los castañeros decidan seguir haciendo su trabajo de manera rentable y con ello continuar brindándonos el servicio de cuidar los bosques de todos los peruanos”, dice.

NÚMEROS INEXACTOS, TRÁMITES ENGORROSOS

Se estima que un millón de hectáreas de bosque en Madre de Dios han sido destinadas a concesiones para la recolección de castaña, según señala el estudio. En el año 2013, la exportación peruana de castaña sin cáscara registró un valor de más USD 28 millones, según cifras proporcionadas por el Ministerio de Agricultura y Riego del Perú. Pero las estadísticas de producción no serían confiables debido a que el actual sistema de cuantificación se basa en estimaciones que se generan antes de la recolección, sin ningún criterio técnico o normativo, y sin verificación en el campo, según una de las conclusiones del estudio.

La investigación en Madre de Dios ha identificado algunos cuellos de botella a lo largo de la cadena normativa respecto a la aprobación de la cosecha y el transporte, lo que a su vez genera trabas para el desarrollo de prácticas de buen manejo del recurso forestal.

Según Guariguata, un ejemplo de esto es el actual Plan Operativo Anual –POA– que los castañeros deben presentar a la autoridad reguladora para poder cosechar la castaña. “En la actualidad, el POA determina, antes de la zafra, la cantidad que produciría una concesión, lo cual no tiene base técnica, ni validación en el campo”.

El estudio sugiere que el POA no es una herramienta diseñada para mejorar el manejo sostenible del recurso y que tampoco genera información confiable sobre la producción anual a nivel de la concesión. Además evidencia que el tiempo para obtener una aprobación del POA puede durar meses, generando que muchas de las actividades de recolección, transporte y comercio se desarrollen en un marco “informal”, en espera de las autorizaciones.

“Tener datos de producción certeros ayudaría al Estado y a la empresa privada, dentro de sus planes de gestión, a apoyar al sector castañero en la toma de decisiones informadas, y a priorizar acciones de manejo específicas. También ayudaría a los concesionarios a saber si la producción disminuye o aumenta en el tiempo en presencia de otras actividades extractivas dentro de la concesión o en sus alrededores”, explica Guariguata. “En el contexto del manejo forestal, la generación de normas y sus ajustes eventuales dependen en gran parte de estadísticas confiables del estado del recurso. El formato actual del POA contribuye muy poco a que estas aspiraciones se hagan realidad”.

SIMPLIFICAR PROCEDIMIENTOS

Peña coincide con Guariguata y además considera que existe una sobre regulación de la actividad de extracción y transporte de la castaña y una excesiva burocratización por parte del Estado:Las cosas que justifican más regulación son aquellas que potencialmente pueden generan más daños, por ejemplo, el aprovechamiento maderable. Al contrario, el recojo de castaña tiene un impacto mínimo en el bosque, por lo que no necesita una regulación similar a la maderera”.

Tener datos de producción certeros ayudaría al Estado y a la empresa privada a apoyar al sector castañero en la toma de decisiones informadas”

Una opción, según indica el estudio, sería eliminar el POA para autorizar la recolección de la castaña y reemplazarla por una declaración jurada sobre las cantidades cosechadas luego de la zafra, tal y como ocurre actualmente en la Reserva Nacional de Tambopata, un área natural protegida en la región.

También sugiere que los formatos de conteo y transporte deben simplificarse a fin de que los concesionarios puedan enmarcarse fácilmente en los procesos formales de la actividad. “Hemos encontrado que bajo el marco actual, los concesionarios se ven en la necesidad de solicitar y pagar los servicios de tramitadores para el llenado de pre-guías y descargos, u omiten procedimientos que encuentran demasiado engorrosos”, dice Guariguata.

Según Peña, estas acciones no sólo reducirían considerablemente el dinero y tiempo que los castañeros tienen que invertir hoy para aprovechar la castaña, haciendo más rentable la actividad, sino que también reducirían el dinero y esfuerzo invertidos por la propia administración forestal en revisar y aprobar todos estos trámites, liberando fondos y tiempo para dedicarlos a otras funciones como atender denuncias forestales y controlar la tala ilegal.

Dentro del actual proceso de reglamentación y sus normas complementarias como parte de la ley forestal, los autores esperan que estas evidencias sean oportunas  y brinden alcances a los formuladores de políticas.

“En gran medida, se espera que esta nueva información sea considerada en el nuevo Reglamento de la Ley Forestal y de Fauna Silvestre que se tendrá que aprobar pronto”, explica Peña, quien también ha elaborado recomendaciones basadas en investigaciones similares en el campo y conjuntamente con los recolectores.

“Todo esto servirá para solucionar el problema de la oferta, pero también habría que considerar el tema de la demanda. La castaña tendría que ser uno de los alimentos más promovidos por el Estado por todas las externalidades positivas que genera su producción.  ¿Por qué no pensar en campañas para promover el consumo de este producto, o políticas de compras estatales de castaña para alimentación en programas sociales?” dice Peña.

Los beneficios de este fruto, que permite la conservación del bosque, podrían considerarse más allá, según Guariguata: “La castaña es rica en vitaminas, antioxidantes y minerales esenciales. Se estima que ingerir apenas una o dos nueces diariamente proporciona suficiente cantidad del mineral selenio, importante para prevenir enfermedades coronarias y cáncer”.

Para más información sobre el estudio de castaña en Madre de Dios, póngase en contacto con Manuel Guariguata en m.guariguata@cgiar.org

Esta investigación fue realizada por CIFOR como parte del Programa de Investigación del CGIAR  sobre “Bosques, Árboles y Agroforestería”.

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