LIMA, Perú— Una década atrás, los bosques a lo largo del río Ampiyacu en el noreste de Perú estaban siendo talados y sus animales cazados por personas totalmente ajenas al área, sin contar con un plan de manejo forestal, ni con la participación de las comunidades locales.
Por ello, las comunidades Huitoto, Bora, Ocaina y Yagua que vivían allí, decidieron unir esfuerzos para crear un área protegida y patrullar sus lagos y bosques con el fin de tener más control sobre sus tierras consuetudinarias.
El esfuerzo ha valido la pena: los peces y animales silvestres están regresando, dicen, lo que les está permitiendo alimentar con mayor facilidad a sus familias. Algunas comunidades están incluso elaborando planes de manejo forestal.
“Estamos contentos”, afirmó Alfredo Rojas de la comunidad de Nuevo Porvenir en una entrevista reciente, “Ya no ingresan personas extrañas a nuestras áreas”, dijo.
En el Perú y en toda la cuenca amazónica, las poblaciones dependen de los bosques para obtener carne, frutas y semillas, medicinas, frondas de palma y otros productos.
Estas contribuciones, además de actuar como amortiguadores de los efectos del cambio climático, hacen de los bosques un elemento fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el marco mundial orientado a la reducción de la pobreza.
“Los bosques contribuyen a la solución de los desafíos de desarrollo”, afirma Peter Holmgren, Director General del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) en Bogor, Indonesia. “Los bosques pueden brindar soluciones para eliminar la pobreza, garantizar la seguridad alimentaria, alcanzar prosperidad en la economía verde y proveer fuentes de energía”.
La revolución agrícola solo ha permitido que las personas disminuyan su dependencia de los recursos silvestres hasta cierto punto”
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que fueran propuestos en la reunión de Rio de Janeiro realizada en Brasil el año 2012, serán analizados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de este año.
Los 17 objetivos tienen como propósito, entre otras cosas, eliminar la pobreza, el hambre y la desigualdad, y al mismo tiempo apoyar iniciativas económicas, la mayoría de las cuales se basan en el manejo sostenible de los recursos naturales y de los cuales también depende el desarrollo social y económico.
Sólo un objetivo, el objetivo 15, aborda específicamente la temática ambiental, haciendo un llamado para promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, el manejo sostenible de los bosques y frenar la degradación y pérdida de la biodiversidad.
Pero los otros objetivos (como la seguridad alimentaria y la nutrición, el consumo sostenible, las viviendas resilientes y las acciones contra el cambio climático) también dependen de los bosques y los ecosistemas para ser logrados.
“Las personas usan diversos productos forestales”, explica Sven Wunder, economista e investigador científico principal en CIFOR. “La madera es importante en algunos lugares y la leña, como fuente de energía, es importante en casi todo el mundo”. “Todas las necesidades del hogar dependen del bosque: material de construcción, diferentes tipos de fibra, frutas, carne de monte, las fuentes para las actividades de caza”.
Para los hogares rurales, el ingreso de los recursos que provienen de los bosques naturales u otros ecosistemas, son tan importantes como los ingresos derivados de los cultivos, según la Red de Pobreza y Medio Ambiente (PEN por sus siglas en inglés), un estudio desarrollado en más de 8,000 hogares en 25 países alrededor del mundo.
“La revolución agrícola solo ha permitido que las personas disminuyan su dependencia de los recursos silvestres hasta cierto punto”, aclara Wunder, miembro de la Red PEN. “Ellas aún obtienen parte importante de sus ingresos de estos recursos. Aunque no todos pueden ser multiplicados fácilmente, también es importante no perderlos”.
Muchos de los ingresos se presentan como productos para la subsistencia del hogar, otros como efectivo. Los recursos forestales forman parte de un conjunto de estrategias que las familias usan para obtener alimentos y refugio día a día, así como dinero en efectivo para situaciones de emergencia o la educación de sus hijos.
Esto convierte a los bosques en un elemento importante para el logro del segundo objetivo, que contempla la seguridad alimentaria, una mejor nutrición y agricultura sostenible.
Las familias a lo largo del río Ampiyacu recolectan gamitana (Colossoma macropomun), un pez amazónico de gran tamaño que se alimenta de los pequeños frutos que caen de los árboles a las cochas. Lo hacen para llevarlos a la mesa de su hogar, aunque también es posible que lo vendan en el pequeño mercado de su comunidad.
En las poblaciones rurales donde confluyen los límites de Perú, Colombia y Brasil, los animales de monte y los peces representan una importante fuente de proteína y micronutrientes, según la investigadora de CIFOR Nathalie Van Vliet, quien en la actualidad estudia los cambios en las dietas de las personas como resultado de la migración a la ciudad.
Probablemente los habitantes de la ciudad coman pollo de granja o carne en lata que resultan en mayores grasas y sal, y un consumo menos diversificado de micronutrientes en sus dietas en comparación con las de los pobladores del campo, explica Van Vliet.
Sin embargo, incluso aquellas personas que migran a la ciudad combinan actividades forestales y agrícolas en mosaicos que brindan una variada fuente de alimentos e ingresos.
Los bosques también permiten que las familias enfrenten los desafíos del cambio climático, el objetivo número 13 en la lista de Objetivos de Desarrollo Sostenible”
Por ejemplo, los agricultores de Contamana, Perú, trabajan pequeñas parcelas para el cultivo de arroz y maíz por un par de años, luego las dejan descansar para restaurar su fertilidad. A medida que los bosques van recuperando su salud, los primeros árboles en asomar pertenecen a una especie de rápido crecimiento, cuya madera puede ser vendida después de seis u ocho años.
Los árboles de lento crecimiento van apareciendo también de forma natural, junto con otros árboles frutales y especies madereras valiosas, que cultivan los agricultores.
La madera puede ser comercializada siguiendo un plan de manejo comunitario, como lo está haciendo ahora Alfredo Rojas de la comunidad Nuevo Porvenir.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, la madera sirve como una “cuenta de ahorros”. Las familias venden uno o dos árboles cuando necesitan dinero para cubrir una emergencia médica o adquirir materiales para sus hijos al comienzo del año escolar, según la investigadora Robin Sears, quien ha estudiado los mosaicos productivos de los agricultores de Contamana.
Pero estos mosaicos representan más que una fuente de alimentos. Los bosques también permiten que las familias enfrenten los desafíos del cambio climático, el objetivo número 13 en la lista de Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Los bosques ayudan a mitigar los impactos del cambio climático al absorber dióxido de carbono, uno de los gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global. Pero también permiten que las personas se adapten a los cambios del clima, particularmente extremos como las precipitaciones e inundaciones, que podrían darse con más frecuencia.
“Las personas viven con frecuencia cerca de los ríos”, refiere Giacomo Fedele, investigador de CIFOR. “Debido a la mayor frecuencia e intensidad de las inundaciones, es posible que las personas empiecen a plantar árboles para estabilizar el suelo y detener la erosión”.
Estos árboles también podrían ser fuente de frutos, fibra y otros recursos que las familias utilizan cotidianamente, brindando un gama de beneficios que ayudan a mitigar los efectos del cambio climático, y también les permite adaptarse a ellos”.
Y para ayudar a los pobladores a incrementar sus ingresos monetarios derivados de los bosques, también existen personas creativas e innovadoras.
En la región de Madre de Dios, en el sur de Perú, al principio de año, Sofía Rubio siempre se interna en el bosque. Al igual que miles de personas en las tierras bajas de Perú, Bolivia y Brasil, ella recolecta los cocos que caen de los inmensos árboles de castaña (Bertholletia excelsa).
Después de la recolección, los zafreros abren los cocos con un machete y extraen las nueces, que luego llevan a las beneficiadoras. Las nueces son fuente importante de ingresos para muchas familias, pero solo en la época de zafra, que dura pocos meses.
Rubio, quien fundó una empresa que comercializa granola, aceite, bocaditos y otros productos de castaña, trabaja con una asociación de zafreros para encontrar maneras de darle valor agregado a la castaña, y así mejorar los ingresos de las familias.
En Madre de Dios, dice, esto podría ayudarnos a alejar a aquellas personas que con el objetivo de ganar más dinero realizan actividades ilegales de explotación forestal o extracción minera, que son las que perjudican o destruyen los bosques.
Así como Sofía Rubio y Alfredo Rojas, los investigadores de CIFOR están buscando alternativas para aumentar los beneficios que las familias obtienen de los mosaicos forestales y agrícolas y están apostando para que sus esfuerzos tengan un solo resultado: bosques más sanos y mejor calidad de vida para las personas que los habitan. Y esta es, al final, la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La investigación de CIFOR sobre bosques, cambio climático y desarrollo sostenible, forma parte parte del Programa de Investigación de CGIAR sobre Bosques, Árboles y Agroforestería.
Video: Los bosques y los ODS de CIFOR
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