El objetivo de la Declaración de Nueva York sobre los Bosques, suscrita el año pasado, es bastante ambigua: reducir la deforestación en 50% para el 2020 y eliminarla por completo para el 2030.
Pero la responsabilidad que garantice el éxito de esta declaración va a recaer principalmente sobre las 34 empresas privadas que la suscribieron, según dos expertos, quienes también llaman la atención sobre el gran desafío que implica la eliminación de materias primas de fuentes no sostenibles en las cadenas productivas de empresas.
Pero en el otro lado se encuentra la gran cantidad de pequeños productores que abastecen a estas empresas y enfrentan creciente fiscalización, e incluso, corren el riesgo de perder acceso a estos mercados, con serias consecuencias para los medios de vida de sus familias y las economías rurales.
En ese sentido, dos expertos del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) explicaron recientemente acerca de las ramificaciones de la declaración de Nueva York y otros compromisos de deforestación cero a propósito de la reciente Conferencia del Banco Mundial sobre Tierra y Pobreza, donde estuvieron presentes muchos de lo signatarios, entre ellos grandes empresas.
“Se trata de las grandes empresas que producen bienes globales clave como el aceite de palma, el azúcar y la carne”, explica Steven Lawry, Director del Programa de Gobernanza y Bosques de CIFOR. “Ellas tienen un impacto directo importante sobre el paisaje forestal. Lo que conviene destacar es que un número importante de las mismas suscribieron la declaración”.
Pero una cosa es prometer algo y otra muy distinta es cumplirlo.
En ese sentido, Lawry hizo mención a una estrategia que garantiza el éxito: un pacto igual de ambicioso que la Declaración de Nueva York pero firmado en 2006, la Moratoria de la soya, donde varios comerciantes de soya se comprometieron a no adquirir este producto si era cultivado en tierras deforestadas en la Amazonía. Como resultado, solo un 1% de la nueva expansión agrícola de soya en Brasil se dio a expensas del bosque, según un estudio llevado a cabo en la Universidad de Wisconsin-Madison.
El éxito de este pacto es un buen precedente para la declaración suscrita en Nueva York, dijo Lawry. “El incentivo aquí era que las empresas necesitaban tener acceso a los mercados globales de soya”, sostuvo. “Si no firmaban el pacto, entonces perdían acceso a esos mercados”.
LA IMPORTANCIA DE LOS PEQUEÑOS PRODUCTORES
Sin embargo, cuando nos alejamos del ámbito corporativo, la declaración enfrenta sus primeros problemas y el verdadero origen del desafío, dice Krystof Obidzinski, investigador sénior de CIFOR.
Por lo general, las grandes empresas dependen de una constelación de pequeños agricultores —pequeños productores como se los conoce en el mundo de la cooperación internacional— para el abastecimiento de materias primas. Esto es particularmente evidente en un país como Indonesia donde, según Obidzinski, se ha producido un surgimiento de pequeños propietarios en los últimos años.
Esta circunstancia aumenta la complejidad del problema.
“Para que las grandes empresas puedan cumplir con sus compromisos de deforestación cero, ellas deberán garantizar que las cadenas productivas de todos sus abastecedores, donde quiera que estén en Indonesia, no conduzcan a la deforestación”, dice Obidzinski. “Esto significa que estas personas, estos miles de agentes o intermediarios o quienes quiera que sean en la cadena productiva, tendrán que ser fiscalizados para garantizar que sus actividades no causen deforestación en esta red, en este laberinto de abastecedores a esa empresa particular.
Obidzinski expresó preocupación por los problemas que puedan crear el constante escrutinio de ciertos abastecedores, lo que podría llevar a que las empresas abandonen un proceso de inspecciones minuciosas, o que estos controles penalicen y excluyan a los abastecedores más pequeños. El sector informal sigue siendo un continente desconocido, dijo, con una seria falta de información referida a la solidez de la economía de los pequeños productores, sus prácticas de manejo, uso de químicos y cadenas productivas.
“Necesitamos entender y conocer mejor todas estas variables para poder comprender cómo podemos proteger a los pequeños productores y agricultores de palma aceitera para que la deforestacion cero no los afecte de forma negativa”, dijo.
Si tiene éxito, la Declaración sobre Bosques suscrita en Nueva York podría prevenir —según el plan de acción— la emisión de aproximadamente 4.5-8.8 mil millones de toneladas métricas de carbono para el 2030. Esto equivale a las emisiones que serían evitadas si sacamos de las carreteras a todos los automóviles del mundo.
Y, debido a que los consumidores expresan sus preferencias en sus patrones de gasto, las empresas privadas van a sentirse alentadas, por decir lo menos, a alcanzar estos objetivos, según Lawry.
“Esto tiene el potencial de ser beneficioso para el medio ambiente en términos de reducción de la deforestación, mayor protección de la biodiversidad y reducción de emisiones de gases de efecto de invernadero vinculadas con la deforestación”, dijo, agregando que
“estos sí son importantes beneficios”.
Para más información de la investigación de CIFOR sobre compromisos de cero deforestación, por favor contacte a Steven Lawry en s.lawry@cgiar.org
La investigación de CIFOR sobre desforestaciòn forma parte del Programa del CGIAR sobre Bosques, Árboles y Agroforestería.
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