Aulia Erlangga/CIFOR-ICRAF

Nota del editor: Éliane Ubalijoro es CEO de CIFOR-ICRAF y Directora General de ICRAF. 

Otro año, otro récord. Los últimos titulares parecen confirmar el dicho de que los récords están hechos para batirse. Sin embargo, aunque los récords suelen ser noticias positivas en el campo del deporte o de los negocios, en el contexto del cambio climático pueden ser sombríos recordatorios de una crisis sin precedentes donde es mejor evitar los máximos nunca antes registrados, que también son evitables.  

Este mes, el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) confirmó que 2023 fue el año más caluroso registrado en la historia reciente por un amplio margen y probablemente el más caluroso de los últimos 100 000 años. Las medias diarias de la temperatura global incluso superaron brevemente los dos grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, el límite máximo establecido en el Acuerdo de París. 

En 2023 también se alcanzaron máximos históricos en las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono y metano, así como en las temperaturas medias mundiales de la superficie del mar, mientras que los niveles de hielo marino de la Antártida marcaron nuevos mínimos, según el C3S, que forma parte del Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea. 

Estos récords son una señal más de que la humanidad vive cada vez más por encima de los límites medioambientales de la Tierra y necesita con urgencia tomar medidas para invertir el proceso de calentamiento.  

Para lograr este objetivo, tenemos que seguir buscando soluciones a largo plazo para el problema, en lugar de aplicar remedios a corto plazo que solo se ocupen de sus efectos. O como dice un proverbio nigeriano: “En tiempos de crisis, los sabios construyen puentes mientras que los tontos construyen barreras”.  

Los bosques y los árboles son algunos de los “puentes” más importantes hacia un futuro con un clima estable para un planeta habitable. Desempeñan un papel clave en la mitigación del cambio climático a través del secuestro de carbono, al tiempo que proporcionan alimentos, medicinas y medios de vida para las personas. En las ciudades, se ha descubierto incluso que los árboles enfrían la temperatura de la superficie terrestre hasta 12 grados centígrados, lo que supone un gran impulso para la adaptación al cambio climático.  

Los ecosistemas terrestres ofrecen una herramienta vital que puede tanto ayudar como dificultar los esfuerzos de la humanidad para poner fin a la implacable racha de récords anuales de calor de los últimos tiempos. Los bosques, las turberas, los pastizales y otros paisajes terrestres mitigan el cambio climático cuando se cuidan, pero lo agravan cuando se degradan. 

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, la agricultura, la forestería y otros usos de la tierra son responsables del 23 % de las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre, mientras que los procesos naturales de la tierra absorben el dióxido de carbono equivalente a casi un tercio de las emisiones de dióxido de carbono procedentes de los combustibles fósiles y la industria.  

El Centro para la Investigación Forestal Internacional y Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF) utiliza la investigación de vanguardia para demostrar cómo la gestión sostenible de bosques y humedales, la agroforestería, la restauración del paisaje y otras soluciones basadas en la naturaleza ayudan a mitigar el cambio climático y apoyan la adaptación a sus efectos, mientras los países se esfuerzan por cumplir sus compromisos en virtud del Acuerdo de París.  

A medida que avanza este nuevo año 2024, CIFOR-ICRAF espera redoblar sus esfuerzos para tender más puentes a través de la colaboración mundial en eventos clave programados para 2024.  

En enero, ya realizamos un exitoso taller en Indonesia destacando, a través de la investigación de CIFOR-ICRAF, la importancia del aceite de palma sostenible para el bienestar de las comunidades y la mitigación del cambio climático. 

Este mes, CIFOR-ICRAF estuvo presente en la reunión anual del Foro Económico Mundial  en Davos (Suiza), donde moderé una sesión sobre la intensificación sostenible de la producción agrícola en África, que contó con un panel de distinguidos oradores. También participé en una reunión sobre naturaleza y biodiversidad junto con otros líderes de la financiación de la naturaleza y la agricultura regenerativa, así como en un almuerzo titulado “Del potencial africano a la prosperidad africana”, que se centró en cómo encaminar el continente hacia un crecimiento fuerte, sostenible e integrador.  

En la primera noche del Foro Económico Mundial en Davos, asistí a una cena organizada por el Grupo Lombard Odier, que reunió a líderes de las esferas de la industria, el mundo académico, las finanzas, la ciencia y el clima para examinar las oportunidades y los retos relacionados con la transformación y el aumento de la inversión en soluciones basadas en la naturaleza.  

Además de participar en todos estos eventos, tuve la oportunidad de reunirme con partes interesadas de los gobiernos, las empresas y la sociedad civil, y escuchar algunos discursos inspiradores.  

Fue alentador escuchar al secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, destacar la importancia del suelo tanto para la seguridad alimentaria como para resolver los retos de seguridad nacional. “Sin un buen suelo, las cosechas fracasan, los precios suben y la gente pasa hambre”, afirmó durante su discurso, destacando un tema al que hasta ahora se había prestado poca atención en las reuniones de líderes mundiales. 

En una sesión de la Carpa ODS en Davos, Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, destacó cómo un dólar invertido en la restauración de tierras puede generar hasta 30 dólares, disipando los riesgos percibidos asociados a las inversiones en prácticas regenerativas.  

Durante la cena anual de Naturaleza Positiva, María Susana Muhamad, ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, pronunció un magnífico discurso en el que instó al mundo a hacer las paces con la naturaleza. “Significa construir civilización, sociedad y economía bajo límites ambientales. Hacer las paces con la naturaleza significa entender que somos parte de ese proceso ecológico”, dijo.  

Davos ha culminado un año más, pero tenemos mucho que esperar en 2024.  

CIFOR-ICRAF está ansioso por participar en la sexta sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-6), que se celebrará en Nairobi a finales de febrero. Será una gran oportunidad para interactuar con muchos ministros de medioambiente que son fundamentales –como financiadores y socios locales– para el trabajo que realizamos en todo el mundo.  

Como socio y promotor de proyectos de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (IUFRO), esperamos un calendario repleto de eventos sobre el uso sostenible de la tierra, entre los que destaca el 26º Congreso Mundial de la IUFRO en Estocolmo, donde los delegados abordarán el tema “Los bosques y la sociedad hacia 2050”. 

También ayudaremos a impulsar los diez años de intercambio de conocimientos y creación de redes fomentados por Global Landscapes Forum (GLF), dirigido por el CIFOR-ICRAF junto con el PNUMA, el Banco Mundial y más de 30 miembros fundadores. El GLF ha planeado otro ambicioso año de conferencias, talleres y formación en todo el mundo y en línea, llevando a los Pueblos Indígenas, las mujeres y los jóvenes a la escena mundial en el esfuerzo por restaurar los paisajes de la Tierra.  

A medida que CIFOR-ICRAF aborda áreas interrelacionadas en las que los árboles pueden marcar la diferencia, nuestros científicos también están deseosos de intensificar su contribución al trabajo de las tres Convenciones de Río que combaten el cambio climático, la desertificación y la pérdida de biodiversidad.  

CIFOR-ICRAF desempeñará su papel en el cumplimiento de los objetivos de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para mejorar la aplicación del Acuerdo de París y aumentar la ambición en la COP 29 en Azerbaiyán. Ayudaremos a conmemorar el Día de la Desertificación y la Sequía, organizado por Alemania, en el período previo a la COP 16 en Arabia Saudí en diciembre. Además, CIFOR-ICRAF intensificará sus esfuerzos para contrarrestar la pérdida de biodiversidad en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP 16), que comienza en octubre en Colombia. 

Miremos hacia 2024 con la esperanza de que sea el año en que por fin empecemos a construir puentes en lugar de barreras en la lucha contra el cambio climático y el uso no sostenible de la tierra. No siempre es necesario batir récords, así que, con la ayuda de los bosques y los árboles podemos contribuir a poner fin a la racha constante de hitos climáticos a la que nos hemos acostumbrado demasiado en la última década.