Opinión

Invertir en los suelos puede poner a los países en el camino a la neutralidad en la degradación de la tierra

Renovar la lucha contra la degradación y la desertificación
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Paisaje agrícola en Bawku West (Ghana), donde el programa Regreening Africa trabaja para recuperar tierras degradadas. Nathaniel Abadji/World Vision Ghana

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Desde que empecé a estudiar los suelos hace 25 años, han sucedido avances asombrosos, así como una toma de conciencia colectiva de que queda mucho por hacer para abordar la degradación de la tierra y la desertificación de forma efectiva. 

El suelo es la “piel” de la Tierra. Es imperativo que concienticemos a la opinión pública sobre la importancia del suelo, y nos aseguremos de que su salud figure en la agenda internacional. 

El 17 de junio de cada año celebramos el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía para llamar la atención sobre la rápida transformación del uso de la tierra, que ha causado la degradación de más del 30 % de la superficie terrestre del planeta a causa de prácticas agrícolas y de gestión de la tierra no sostenibles, así como la deforestación y la expansión urbana, todo ello exacerbado por los efectos del cambio climático. 

Este año también se celebra el 30º aniversario de la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (CNULD), que se estableció en 1994 para proteger y restaurar la tierra garantizando un futuro más seguro, justo y sostenible. 

A pesar de este marco jurídicamente vinculante –en el que participan 196 países y la Unión Europea– la degradación de la tierra se está acelerando en África, Asia y América Latina, afectando a unos 2000 millones de hectáreas de tierra (una cuarta parte de la superficie terrestre mundial) y a 3200 millones de personas. 

La desertificación afecta al menos a 170 países firmantes de la Convención, ya que el ser humano ha transformado más del 70 % de la superficie terrestre de la Tierra con respecto a su estado natural. 

Pasos adelante 

En sus esfuerzos por invertir esta alarmante tendencia, la CNULD ha conseguido algunos logros importantes en su historia, especialmente durante el Decenio de las Naciones Unidas para los Desiertos y la Lucha contra la Desertificación, de 2010 a 2020. 

En este periodo, la CNULD aumentó significativamente la concienciación mundial sobre la desertificación; amplió su base científica y de conocimientos; e impulsó a muchos gobiernos a adoptar políticas que crean incentivos para que los usuarios de la tierra eviten, reduzcan o reviertan la degradación. 

La Convención también ha promovido el concepto de neutralidad de la degradación de la tierra (NDT), que exige una jerarquía de medidas: evitar, minimizar y compensar (en ese orden). El objetivo es garantizar que cualquier nueva degradación se compense con la restauración y rehabilitación de otras zonas ya degradadas. 

En 2015 se hizo una definición formal de la NDT, y la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el concepto como Meta 15.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ese mismo año. Un Marco Conceptual Científico para LDN fue aprobado por los Estados Miembros de la CNULD en septiembre de 2017, y más de 110 países comenzaron a implementar LDN. 

Hasta el día de hoy, 78 países han informado de 484 objetivos para alcanzar la NDT en 2030, lo que pone de relieve la necesidad de un seguimiento y una presentación de informes sólidos sobre estos indicadores, uno de los cuales es el carbono orgánico del suelo. 

La CNULD también ha publicado un Marco Estratégico 2018-2030, que constituye el compromiso mundial más completo para alcanzar la NDT. Su objetivo es restaurar la productividad de vastas franjas de tierras degradadas, mejorando así los medios de vida de las personas, y reduciendo el impacto de la sequía en las poblaciones vulnerables. 

El símbolo más reconocido de estos esfuerzos es la Gran Muralla Verde, que pretende restaurar los paisajes degradados de África y transformar millones de vidas en la región del Sahel. Lanzada por la Unión Africana en 2007, la mayor estructura viva del planeta se extenderá 8000 kilómetros a través del continente, ayudando a restaurar 100 millones de hectáreas de tierras actualmente degradadas y creando 10 millones de empleos verdes para 2030. 

La campaña “Cultivar una maravilla del mundo” de la UNCCD ha estado concienciando sobre la Gran Muralla Verde y ya ha llegado a millones de personas a través de la difusión en los medios de comunicación, eventos y la participación de la sociedad civil. 

Suelos sanos 

Una forma importante de lograr la neutralidad de la degradación de la tierra es prevenir la erosión del suelo, que es la forma más extendida de degradación de la tierra. Un suelo sano es la base del funcionamiento de los ecosistemas, incluidos los paisajes agrícolas sostenibles, los pastizales, los humedales, las turberas y los bosques. Por lo tanto, un suelo sano es fundamental si queremos lograr la restauración de los ecosistemas terrestres, así como los ODS. 

El Centro para la Investigación Forestal Internacional y Centro Mundial de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF) lleva a cabo una investigación sólida y práctica sobre la salud del suelo y la tierra, centrándose en la capacidad del suelo para secuestrar carbono, almacenar y regular el agua y los nutrientes, y proporcionar múltiples servicios ecosistémicos. 

Su avanzado laboratorio de espectroscopia del suelo y su base de datos mundial de indicadores de la salud de los ecosistemas, que utiliza el Marco de Vigilancia de la Degradación del Suelo (LDSF), figuran entre las mejores herramientas del mundo para el análisis preciso y a gran escala del suelo. Mediante la realización de evaluaciones a múltiples escalas de la salud de la tierra y el suelo en todos los paisajes, CIFOR-ICRAF puede proporcionar análisis a nivel de finca, paisaje y global. Este conjunto de datos puede utilizarse para ayudar a los países a controlar sus objetivos de NDT, sus objetivos de restauración e incluso sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) cuando se incluye la salud del suelo. 

El CIFOR-ICRAF también dirige el Laboratorio de Suelos Vivos, que se centra en el componente vivo del suelo. Su objetivo es estudiar cómo esta biota del suelo –que comprende organismos como las lombrices de tierra, las termitas, los hongos y las bacterias– restaura y mantiene las funciones ecológicas mediante la gestión de las explotaciones y las intervenciones agroforestales. 

Coalición para la acción 

Durante la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios, celebrada en 2021, quedó claro para los delegados que era necesario centrarse en la salud del suelo para ayudar a transformar los sistemas alimentarios mundiales. En el mismo evento, se lanzó la Coalición de Acción 4 Soil Health (CA4SH) para mejorar la salud del suelo a nivel mundial abordando las barreras primordiales de implementación, monitoreo, políticas e inversión que limitan a los agricultores a adoptar y escalar prácticas saludables para el suelo. 

Codirigida por el CIFOR-ICRAF y anclada en la CNULD, la Coalición pretende integrar las consideraciones sobre la salud del suelo en las políticas; ampliar la investigación en desarrollo; aumentar el número de hectáreas de tierra con prácticas mejoradas para la salud del suelo; e incrementar las inversiones en salud del suelo hasta diez veces por encima de los compromisos financieros actuales. 

En la 16ª Sesión de la Conferencia de las Partes de la CNULD (COP16), que se celebrará en Arabia Saudí en diciembre, CIFOR-ICRAF espera ver una resolución sobre la salud del suelo que reúna a los Estados miembros, el sector privado y la sociedad civil para comprometerse a revertir la degradación de la tierra y mejorar la salud del suelo. Esto debería anunciarse el Día Mundial del Suelo, el 5 de diciembre de 2024. 

Cuando obtuve mi doctorado en 2008 por una tesis sobre los patrones biogeoquímicos del suelo en las estribaciones de Talamanca en Costa Rica –el primer país en crear una comisión para la aplicación de la CNULD–, las Partes de la Convención acababan de embarcarse en su estrategia de 10 años para forjar una alianza mundial para revertir y prevenir la desertificación y la degradación de la tierra. 

Con la base de conocimientos actual, las herramientas científicas y la concienciación mundial sobre la salud del suelo, los países están ahora mejor situados para cumplir sus compromisos nacionales y alcanzar sus objetivos de NDT para finales de la década. Con el impulso renovado de los Estados miembros, la CNULD puede cumplir por fin el mandato que asumió hace 30 años. 

Leigh Ann Winowiecki es responsable global de investigación sobre la salud del suelo y la tierra en CIFOR-ICRAF y codirige la Coalition of Action 4 Soil Health (CA4SH). 

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