Nota del editor: Este es el quinto blog de una serie sobre el estado de los bosques de África central.
Los datos de campo son esenciales para comprender la génesis, el desarrollo, la función actual y la extensión de las turberas del Congo central, también conocidas como las turberas de la Cuvette Centrale. Sin embargo, investigaciones recientes demuestran que el difícil acceso a estas turberas, que resulta costoso y toma mucho tiempo, es uno de los principales factores que dificultan la recopilación de estos datos.
Aunque este aislamiento también contribuye a que el nivel de degradación de la región sea relativamente bajo.
En el capítulo 9 del reciente informe sobre el estado de los bosques de la cuenca del Congo elaborado por el Observatorio de los Bosques de África Central (OFAC por sus siglas en inglés), expertos afirman que es clave complementar los datos de satélite con datos y observaciones sobre el terreno, para calibrar y validar los mapas de las turberas y reducir así las incertidumbres. Este trabajo también ayudaría a proporcionar información adicional sobre las tipologías de vegetación, las reservas de carbono almacenadas en el suelo de turba, la biodiversidad y la presencia y uso de estas zonas por parte de las comunidades locales.
Acerca de la Cuvette Centrale
Con una superficie estimada de 145 500 kilómetros cuadrados, las turberas del Congo central se extienden entre dos países: el Congo y la República Democrática del Congo, lo que las convierte en las mayores turberas tropicales casi contiguas del mundo. La vasta área de la Cuvette Centrale, que ha permanecido relativamente intacta hasta la fecha, contiene unas 30 gigatoneladas de carbono, el equivalente a 15 años de emisiones de carbono de la economía de los Estados Unidos.
Las mediciones sobre el terreno de la profundidad de la turba, la densidad aparente y la concentración de carbono mostraron que la cantidad de carbono almacenada en la turba es mucho mayor que la almacenada en la vegetación viva que recubre la turbera, una cantidad equivalente a las reservas de carbono sobre el suelo de todos los bosques tropicales de la cuenca del Congo.
“Si todo el carbono almacenado en las turberas del Congo central se liberara a la atmósfera, esta cantidad de carbono equivaldría a tres años de las actuales emisiones anuales mundiales de carbono procedentes de todo el uso de combustibles fósiles”, afirma Jean Jacques Bambuta, coordinador de la unidad de gestión de turberas del Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de la RDC y uno de los colaboradores del informe.
La región también posee una biodiversidad rica y única. La mayor densidad de gorilas occidentales de llanura del mundo se encuentra en las turberas del Congo central, y el ecosistema también alberga especies como chimpancés, elefantes de bosque, bonobos y monos de los pantanos de Allen, ambos endémicos de los bosques pantanosos e inundados. Las turberas también albergan más de 200 especies acuáticas, como cangrejos, moluscos de agua dulce, cocodrilos, tortugas y una gran diversidad de peces.
El reto de mapear la Cuvette Centrale
Para delimitar zonas permanentemente inundadas como las de la cuenca del Congo, los científicos han recurrido en gran medida al uso de imágenes de radar de apertura sintética (SAR) por satélite. El proceso consiste en enviar microondas desde los sensores del satélite SAR que penetran a través de la cubierta vegetal para interactuar con los tallos de los árboles y las hojas de las palmeras, y la cantidad de radiación que regresa al satélite depende en gran medida de lo húmedo que esté el suelo: un suelo más húmedo significa más devoluciones a los satélites. Pero se ha comprobado que este método solo garantiza la medición de la cantidad de humedal presente, y no información específica de la turbera. En este contexto, los autores subrayan la necesidad de seguir investigando en el campo para cartografiar la extensión y la profundidad de las turberas, identificar y caracterizar los tipos de bosques de turberas y comprender el uso y el valor de estas zonas por parte de las comunidades locales, entre otros temas.
Amenazas y presiones
Los investigadores también identificaron varias presiones potenciales que amenazan con desestabilizar el ecosistema altamente sensible de las turberas del Congo central. Entre ellas destaca el cambio climático, que puede destruir el funcionamiento del ecosistema en toda la subregión. Cualquier cambio en el equilibrio hidrológico de las turberas que provoque un descenso del nivel freático puede aumentar la descomposición de la materia orgánica, especialmente en las turberas de secano, transformándolas probablemente de sumideros de carbono en fuentes de emisiones carbono.
Dado que 30 concesiones madereras en la RDC y siete en el Congo coinciden con el área de la Cuvette Centrale, existe el riesgo de que la tala, ya sea legal o ilegal, abra el acceso a la zona de turberas, lo que podría alterar la red natural de drenaje del agua. La explotación de petróleo y gas de las concesiones de hidrocarburos que se encuentran dentro de las turberas también tiene el potencial de alterar su hidrología, así como de contaminar el sensible ecosistema, aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero y dejar impactos socioeconómicos indeseables como el desplazamiento de comunidades.
Otro motivo de preocupación es el aumento de las plantaciones de palma aceitera y la expansión de las actividades agrícolas –tanto de subsistencia como industriales– en las zonas de turberas. Estas actividades van acompañadas de infraestructura necesarias como carreteras, y de mano de obra, lo que a menudo obliga a la gente a emigrar y asentarse en las zonas.
Aunque es improbable que estas amenazas se manifiesten en un contexto aislado, los investigadores afirman que su alcance dependerá de numerosos factores políticos y socioeconómicos, tanto a escala nacional como internacional.
Las sinergias entre estas amenazas podrían exacerbar los impactos negativos sobre las turberas.
Según Raoul Monsembula, de la Universidad de Kinshasa, otro de los autores del informe, el drenaje de las turberas altera la cubierta vegetal, amenaza la biodiversidad de los humedales, disminuye la calidad del agua, provoca el hundimiento del terreno, aumenta la frecuencia de los incendios y tiene otras repercusiones negativas sobre las personas, sus medios de vida y el medio ambiente. “Una vez que se han producido daños en las turberas, los esfuerzos para volver a humedecerlas y restaurarlas pueden ser muy costosos y puede que no consigan restablecer los niveles originales de provisión de servicios ecosistémicos”, afirmó. “Por lo tanto, la prevención es esencial, especialmente en turberas relativamente intactas como las del Congo Central”.
Aunque existen acuerdos y convenios como la Convención de Ramsar, la Resolución de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP/EA.4/RES.16) y la Declaración de Brazzaville sobre las turberas, será fundamental aplicarlos y ponerlos en práctica con eficacia en los próximos años, a fin de mantener las turberas de la Cuvette Central y sus servicios ambientales, dada la importancia ecológica y climática de este ecosistema para todo el planeta.
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