Nota del editor: Este es el cuarto blog de una serie sobre el estado de los bosques de África central.
Los países de África Central carecen de recursos necesarios para llevar a cabo una vigilancia eficaz de las enfermedades zoonóticas, además de que existen importantes vacíos en la organización y capacidad de diagnóstico de los sistemas de salud humana y animal, según revela un nuevo informe.
Como consecuencia, esta subregión es extremadamente vulnerable frente a las enfermedades infecciosas emergentes, las cuales se propagan cada vez más rápido no solo en África central, sino en África en su conjunto y en todo el mundo.
Los bosques tropicales, especialmente los situados cerca del ecuador como los de la cuenca del Congo, albergan la mayor cantidad de especies animales y vegetales de todos los ecosistemas terrestres del planeta, por lo que son posibles reservorios, huéspedes intermedios y/o vectores de un gran número de bacterias, parásitos y virus conocidos y desconocidos.
En el nuevo informe sobre el estado de los bosques de la cuenca del Congo elaborado por el Observatorio Forestal de África Central (OFAC), investigadores hacen un llamado a la coordinación y vigilancia del tema de las enfermedades zoonóticas entre las poblaciones humanas y animales. La estrategia de “Una sola salud”, adoptada oficialmente en los últimos años por los países centroafricanos, no ha resultado operativa hasta ahora por falta de recursos humanos y financieros.
Mientras que los sistemas de salud humana de la subregión vigilan al menos seis enfermedades zoonóticas prioritarias como el ébola, la fiebre amarilla, la gripe aviar, la viruela del mono, la rabia y la tuberculosis bovina, los investigadores afirman que otras enfermedades de la fauna salvaje rara vez se vigilan de forma sistemática. La vigilancia de las zoonosis en animales sigue siendo modesta y pasiva en comparación con la vigilancia en humanos, en gran parte debido a la escasa capacidad de los laboratorios de diagnóstico.
El estudio muestra que África Central es un punto crítico para la aparición de zoonosis, especialmente fiebres hemorrágicas, que pueden ser desde leves o graves hasta mortales.
La región también se ha relacionado con la aparición del virus de la inmunodeficiencia humana debido a la propagación de retrovirus de primates no humanos a los humanos. El epicentro del VIH-1, por ejemplo, se remonta a la zona, que alberga los hábitats naturales de chimpancés, gorilas y el mangabey gris. Sin embargo, aún se desconocen las condiciones y circunstancias exactas de estos contagios. Otra serie de zoonosis asociadas a África Central son los Spumavirus: presentes en varias especies de primates no humanos, los virus se han aislado en cazadores de Gabón y Camerún. A la par, siguen apareciendo y reapareciendo otros patógenos en la región.
“Los bosques centroafricanos albergan muchos otros agentes infecciosos de los que aún no se ha informado sobre su propagación desde los animales o cuya patogenicidad sigue siendo desconocida, pero que son genéticamente próximos a patógenos que ya han aparecido en la fauna salvaje de otras partes del mundo”, afirma Augustin Mouinga-Ondémé del Centro Internacional de Investigación Médica de Franceville (CIRMF por sus siglas en inglés), uno de los colaboradores del informe. “Algunos ejemplos son ciertos virus que circulan en distintas especies de murciélagos”.
¿Qué impulsa esta propagación de enfermedades infecciosas emergentes a las grandes poblaciones humanas de África Central? Según los investigadores, son varios los factores que facilitan los riesgos sanitarios en la interfaz hombre-animal entre los que destacan la caza de subsistencia y comercial. En la cuenca del Congo, la carne de animales silvestres es una importante fuente de proteínas e ingresos para muchas comunidades, y la demanda, tanto rural como urbana, sigue creciendo a medida que aumenta la población. Mediante la captura, manipulación, preparación y transporte de animales de caza como gorilas, monos, roedores y murciélagos, los seres humanos entran en contacto con animales potencialmente infectados. Este riesgo aumenta cuando los cazadores matan animales enfermos o recogen cadáveres frescos en el bosque.
La agricultura de subsistencia, identificada como una de las principales causas de la degradación forestal en la cuenca del Congo, conduce al desmonte de tierras, lo cual fragmenta significativamente la cubierta forestal y amplía las zonas de contacto entre el hombre y la fauna salvaje. El resultado es un aumento del contacto directo e indirecto con la fauna salvaje y, como tal, con fuentes potenciales de patógenos.
El aumento de la demanda de animales exóticos como loros grises, pitones reales y pangolines, la tala y la minería, el cambio climático y la deforestación también se identificaron como factores que alimentan la transmisión.
Las creencias y costumbres de los habitantes de la cuenca del Congo también desempeñan un papel importante en la percepción de las enfermedades, los riesgos relacionados con actividades como la caza y las interacciones con la fauna salvaje. Algunos grupos étnicos, por ejemplo, apenas conocen las causas biomédicas de las enfermedades. “Las costumbres y creencias llevan a las personas que viven en los bosques a adoptar comportamientos de riesgo relacionados con la fauna salvaje, además de los relacionados con la caza y la manipulación de carne de animales silvestres”, afirma Ilka Herbinger, quien fuera responsable del programa para África Central y Occidental del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y es coautora del informe. “Varios grupos étnicos interactúan con animales muertos cuando cazan o poco después del parto, lo que aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades”, añadió.
Con base en las lecciones de los devastadores efectos de pandemias inducidas por zoonosis como la de COVID-19, los investigadores recomiendan que se vigilen los patógenos en las interfaces entre humanos y animales salvajes de los bosques centroafricanos, especialmente los coronavirus.
Estos sistemas de vigilancia deberían permitir contener la epidemia lo más rápido posible para proteger a las poblaciones locales, limitar los costes de las medidas adoptadas y evitar pandemias como la que el mundo recientemente atravesó.
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