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FORESTS NEWS
 
EN-DETALLE   /   8 de marzo de 2023

Escuchar y aprender: Por qué la investigación
debe empezar por las mujeres y las comunidades

Perspectivas de científicas y líderes, a propósito del 8 de marzo

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En una región crónicamente seca de Kenia, en las afueras de Nairobi, las mujeres se están convirtiendo en agricultoras-científicas y están trabajando con investigadores de CIFOR-ICRAF para juntos encontrar formas de hacer que el suelo, a menudo reseco, produzca alimentos para sus familias y para la venta.

Las mujeres están probando diferentes tipos de abonos para ver cuál funciona mejor en condiciones tan difíciles como las suyas. Su siguiente objetivo es trabajar con los investigadores para identificar los compuestos activos de las plantas que utilizan, a fin de controlar las plagas.

“Nuestros conocimientos nativos siguen siendo muy valiosos, porque están diversificados, sobre todo en las zonas rurales donde no tenemos mucha tecnología”, afirma Esther Kiruthi Kagai, fundadora del Programa Comunitario de Agricultura Sostenible y Medio Ambiente Saludable (CSHEP), una organización comunitaria que forma a pequeños agricultores, especialmente mujeres.

 

Entre el cuidado de sus familias y la atención a sus cultivos, “las mujeres hacen mucho trabajo que no se reconoce”, una desigualdad que se agrava cuando no tienen derechos de propiedad, afirma Kagai. “Pero cuando los conocimientos tradicionales se mezclan con los científicos pueden surgir buenas ideas de innovación que les faciliten las cosas a las mujeres”, afirma.

La asociación entre científicos y comunidades locales es un principio fundamental del trabajo de CIFOR-ICRAF, especialmente con las mujeres, afirma Elisabeth Garner, científica y líder del equipo de investigación sobre Género, Igualdad e Inclusión Social (GESI) de la organización.

 
 

“Al planificar y llevar a cabo la investigación, la comunidad debe tomar la iniciativa y expresar lo que quiere conseguir”, afirma Garner. “Los científicos están ahí para trabajar con ellos, aprovechando los conocimientos y puntos fuertes de la comunidad para ayudarles a alcanzar sus objetivos”. Los investigadores de CIFOR-ICRAF llevan décadas trabajando en colaboración con las comunidades y siguen adaptando su enfoque a las nuevas situaciones, añade.

Lo ideal es que los científicos y los pobladores de comunidades se conviertan en “cocreadores”, dice Lisa Fuchs, científica de sistemas sociales e involucramiento de CIFOR-ICRAF y líder del equipo de Desarrollo Comunitario Basado en Activos (ABCD), por sus siglas en inglés) de la organización.

 
 

“La gente se moviliza por las cosas que le importan y en las que cree, así que es clave entender qué motiva a las personas, cuáles son sus prioridades y qué quieren resolver”, dice Fuchs, quien trabaja con Kagai y el CSHEP en Kenia como parte de la Iniciativa sobre Agroecología del CGIAR. Eso implica trabajar estrechamente con la población local, enfatiza, porque “no se puede evaluar con una visión externa lo que le importa a alguien local; ni definir en lo que puedes trabajar, como investigador, para hacer una contribución significativa a la vida de las personas”.

Como “a nadie le gusta que le identifiquen por sus necesidades”, dice, se empieza por ayudar a la gente a identificar sus activos en lugar de sus carencias. “Esto ayuda a crear la sensación de que pueden influir en sus vidas de forma positiva, lo que conduce a un cambio de mentalidad que les motiva a avanzar hacia prácticas más sostenibles”.

 
 
Pequeños plantones de Acacia listos para ser plantados en Yangambi, República Democrática del Congo. Foto por Axel Fassio, CIFOR.
Pobladora de empresa comunitaria agroforestal en Petén, Guatemala. Foto del PIM CGIAR.
La agricultora Esther Ruto y su amiga recogiendo café de su granja. Foto ICRAF.
Cuando los conocimientos tradicionales se mezclan con los científicos pueden surgir buenas ideas de innovación que les faciliten las cosas a las mujeres
–  Esther Kiruthi Kagai, fundadora del Programa Comunitario de Agricultura Sostenible y Medio Ambiente Saludable de Kenia


 

“Si realmente quieres ayudar a las comunidades a resolver problemas, tienes que empezar por conocer lo que dicen sobre el problema”, dice  la científica principal del CIFOR-ICRAF Anne Larson. “Como investigador, puedes llegar con tecnología o con semillas, pero lo que realmente tienes que hacer es escuchar a la gente”.

Eso significa tomarse el tiempo necesario para construir  relaciones, conocer a la comunidad y sus miembros y desarrollar la confianza. “Hasta que no te ganas esa confianza”, dice, “tu compromiso con la comunidad va a ser superficial”.

 
 

Pasar tiempo en la comunidad y escuchar a la gente, especialmente a las mujeres, también ayuda a los investigadores a comprender las dinámicas de poder dentro de sus ámbitos y entre las comunidades y los funcionarios del gobierno u otras autoridades. “Los problemas no suelen originarse en la comunidad”, dice Larson. “Suelen empezar en otra parte, por lo que para abordarlos puede ser necesario trabajar en múltiples niveles”.

Trabajar con mujeres para mejorar la gestión de la tierra o los bosques puede encontrarse con obstáculos, por ejemplo, si las mujeres no tienen derecho a poseer tierras, dice Larson, cuyo trabajo se centra especialmente en la gestión de bosques y paisajes y en los derechos de tenencia, sobre todo para las mujeres y los pueblos indígenas.

 
 

Escuchar a mujeres de países como Nicaragua, Perú y Etiopía le ha enseñado a Larson que ellas se encuentran tanto con obstáculos como con oportunidades.

“Tienen un nivel de obstáculos y oportunidades en el hogar, con su cónyuge”, dice Larson. “Hay otro nivel en el pueblo: ¿tienen voz o voto en las decisiones de la comunidad?”.

Los gobiernos locales y nacionales también influyen en la vida y los derechos de las mujeres, “y en cada paso del camino, las mujeres se enfrentan a obstáculos que los hombres no tienen, porque los hombres tienen de forma general más poder”, afirma. “Parte muy interesante del trabajo es pensar en cómo interactúan esos niveles”

 
 

Larson ha estudiado esas interacciones en las iniciativas REDD+ (reducción de emisiones derivadas de la deforestación y la degradación forestal). También ha estudiado procesos en los que comunidades locales, funcionarios públicos y otros actores se reúnen para debatir y tomar decisiones sobre la gestión de la tierra y los bosques en un paisaje concreto.

Un estudio de estos foros multiactor en Brasil, Perú, Etiopía e Indonesia reveló que, para ser eficaces, estos esfuerzos deben ir más allá de simplemente sentar a la gente en la mesa y deben abordar las desigualdades de poder.

 
 

Aunque las mujeres tengan un papel decisivo en sus hogares o aldeas, “cuanto más se asciende en las estructuras de poder político, en la mayoría de los lugares donde hemos trabajado, menos y menos mujeres hay”, afirma Carol Colfer, asociada principal de CIFOR-ICRAF.

Ella y sus colegas desarrollaron un método llamado Manejo Adaptativo Colaborativo que ha demostrado ser especialmente efectivo para involucrar a las mujeres de la comunidad en todas las fases de la toma de decisiones sobre la gestión forestal.

 
 

“En este proceso, la gente habla primero de sus objetivos a largo plazo”, dice. “Se les ocurren cosas en las que están de acuerdo para su comunidad y luego deciden los pasos que tienen que dar. Lo planifican, lo hacen y supervisan lo que ocurre. Si surgen problemas, pueden cambiar de rumbo y encontrar una nueva forma de avanzar. En el desarrollo se aprende mucho sobre la situación local, y también aprenden las comunidades”.

El proceso también da autoconfianza a la gente, dice, y explica que “Si aumentas la confianza de las personas en sí mismas, estas se van a atrever a probar cosas nuevas, y eso es muy poderoso”.

En las zonas rurales donde ella y sus colegas han trabajado, indica que “descubrimos que las mujeres se mostraban mucho más dispuestas a expresarse, mucho más capaces de analizar sus propias situaciones y las dinámicas de poder en su zona, y mucho mejores en la resolución de conflictos”, afirma Colfer. “Esas cosas son duraderas: no se pierden las habilidades que se adquieren”.

 
 
Foro multiactor del bosque de protección de Altomayo. Foto por Marlon del Águila, CIFOR.
Foro multiactor del bosque de protección de Altomayo. Foto por Marlon del Águila, CIFOR.
Doña Rosalina Impung en Kapuas Hulu, Kalimantan, Indonesia. Foto de Icaro Cooke Vieira, CIFOR

Una lección que han aprendido los investigadores dice Tamara Lasheras de la Riva, investigadora asociada sénior del equipo GESI de CIFOR-ICRAF en Perú, es que el género y la inclusión social no deben considerarse como un tema aislado o “una casilla que hay que marcar”. Del mismo modo que el género impregna todas las relaciones humanas, debe transformar la forma en que los investigadores enfocan su trabajo.



“Esto implica un cambio en el paradigma de la investigación, descolonizando la investigación, para que las mujeres no sean consideradas simplemente como fuentes de información, sino como partes interesadas y participantes”, añade Lasheras de la Riva.

En la investigación sobre cuestiones de género, “son las mujeres las que deben reflexionar, mientras que los investigadores deben escuchar, analizar y crear un espacio de aprendizaje mutuo”.

Así lo ha hecho con mujeres indígenas de Perú, haciéndoles representar las tareas que llevan a cabo un hombre y una mujer, hora por hora a lo largo del día, y debatiendo después la lista de actividades. Aunque interactiva y divertida, la representación de papeles llevó a las mujeres a una mayor conciencia de las desigualdades y a ideas para abordarlas.

Silas Matoke y su esposa Yordana Yawate posan para una fotografía mientras cosechan sagú conocido como “pangkur” a orillas del río Tuba en Maluku, Indonesia. Foto de Ulet Ifansasti,CIFOR

El trabajo sobre cuestiones de género debe involucrar también a los hombres, afirma, porque el género no es una “cuestión de mujeres”, sino que se trata de transformar las relaciones de poder en los hogares, las comunidades y los sistemas políticos.

Sin embargo, en Kenia, Kagai ha comprobado que trabajar especialmente con las mujeres ha tenido un efecto dominó. “En mi comunidad de Ndeiya, la mujer es la que trabaja en la granja. Es la portadora de las semillas. Transmite los conocimientos a la siguiente generación”, dice Kagai. “Formamos a una mujer y luego ella forma a otra que no pudo asistir al taller. Ese efecto multiplicador ha provocado muchos cambios en la comunidad”.

Para más información sobre el trabajo de CIFOR-ICRAF en materia de igualdad de género e inclusión social (GESI), póngase en contacto con Elisabeth Leigh Perkins Garner (e.garner@cifor-icraf.org) o Anne Larson (a.larson@cifor-icraf.org).

Historia: Barbara Fraser | Producción de video: Aris Sanjaya | Diseño web: Gusdiyanto | Coordinación de la publicación: Erin O’Connell

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