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El intercambio de conocimientos en los paisajes tropicales es clave para la resiliencia

La mentalidad sectorial es un impedimento serio para conciliar los desafíos en las estrategias de mitigación climática, conservación y desarrollo.
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Ahtziri Gonzalez/CIFOR

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La participación activa de todos los que viven y trabajan en un paisaje tropical -desde las comunidades y los gobiernos locales, hasta el sector privado y los investigadores- puede ser la única manera de asegurar un desarrollo equitativo y sostenible, así como la resiliencia del paisaje, señala un nuevo documento de investigación.

Este enfoque integrado debe incluir el conjunto de conocimientos indígenas y locales, investigación científica y exigencias en materia de políticas, así como el entendimiento de las compensaciones (trade-offs) asociadas  -proceso clave para construir redes de trabajo más solidas y mejorar la gobernanza-. Esto, además, es necesario para armonizar los intereses en conflicto y facilitar la participación e interacción en los procesos de toma de decisiones sobre los paisajes tropicales, según el estudio publicado en la revista Biological Conservation.

“Las estrategias localmente relevantes basadas en las personas son cruciales para asegurar una participación significativa y a largo plazo”, señala la publicación, una investigación a profundidad que explora lo que funciona y lo que no funciona en la gobernanza del paisaje tropical.

El estudio es parte del proyecto de investigación “Colaboración para Implementar Enfoques de Paisaje para la Naturaleza, el Desarrollo y la Sostenibilidad” (Collaborating to Operationalise Landscape Approaches for Nature, Development and Sustainability), COLANDS por sus siglas en inglés, que por un periodo de cinco años llevará a cabo una comparación de los enfoques de paisaje en diversos países.

El objetivo del proyecto es entender mejor qué herramientas necesitan las partes interesadas para realizar un mejor manejo de tierras, resolver los desacuerdos sobre usos, apoyar los usos productivos del suelo y alcanzar objetivos de desarrollo, medioambientales y de biodiversidad.

Utilizar un enfoque de paisajes “significa esencialmente usar una estrategia de gobernanza que reúna a varias partes interesadas -representando diferentes sectores- para identificar las sinergias en el uso de la tierra, tales como involucrar a los comuneros locales en iniciativas sobre cadenas de suministro sostenibles, a la vez que se sopesan las compensaciones (trade-offs) (como por ejemplo, tierra para alimentos o para conservación)”, señala James Reed, autor principal del documento y científico del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).

“La meta sería entender e influenciar de mejor manera los sistemas de gobernanza que buscan conciliar las agendas climáticas, de conservación y de desarrollo, así como evitar la pérdida de biodiversidad. Pero, para lograrlo, primero debemos reconciliar las separaciones constantes entre las escalas, los sectores y las disciplinas”, explica Reed.

En última instancia, la participación de múltiples partes interesadas puede contribuir a que los países alcancen sus compromisos internacionales para enfrentar el cambio climático, logren sus objetivos de mitigación y mejoren la conservación y el desarrollo.

Los esfuerzos de los países serán influenciados no solo por las acciones de los gobiernos nacionales y las empresas comerciales internacionales, sino también por las decisiones de las comunidades tropicales y de los pequeños propietarios, afirma el estudio. Sin embargo, involucrar a las partes interesadas y “navegar” en esa complejidad de actores y acciones requerirá ir más allá de los enfoques sectoriales tradicionales de manejo de tierras que son con frecuencia contradictorios. La mentalidad sectorial, o enfocarse en solo un aspecto de un problema o sistema, es un impedimento serio para conciliar los desafíos que enfrentan las estrategias de mitigación climática, conservación y desarrollo. Este enfoque, según el documento, se considera -cada vez más- como inadecuado para abordar los desafíos sociales y ecológicos relacionados.

Por el contrario, un enfoque más integrado resulta atractivo, aunque los retos y las divergencias entre las instituciones y los objetivos sean generalizados- ya sea que se trate de cuestiones medioambientales claves como el manejo de turberas y de incendios en Indonesia, extracción de carne de monte en Camerún o las tasas de deforestación en la Amazonía.

Aumentar la coherencia entre los actores del paisaje y los encargados de tomar las decisiones, y encontrar incentivos para cambiar conductas en varias escalas, puede mejorar la sostenibilidad de los enfoques de paisaje. En ese sentido, el estudio identifica un conjunto de herramientas y estrategias para respaldar tales procesos (por ejemplo, el uso de modelos y de instrumentos de construcción de escenarios se considera importante para atraer a las partes interesadas e informarlas sobre las implicaciones de sus decisiones en relación con las dinámicas y respuestas del paisaje).

Los ejercicios de predicción de escenarios también incrementan el conocimiento, las capacidades y la empatía, al exponer a los actores interesados a perspectivas diversas y, por lo tanto, podrían ser parte de un conjunto de instrumentos para aumentar la equidad y la sostenibilidad en la gobernanza del paisaje.

“El proceso de desarrollo de modelos y escenarios futuros alternativos -especialmente cuando se realiza de forma participativa- puede contribuir a involucrar a las partes en el reconocimiento y respuesta a las fluctuaciones sociales y biofísicas, las compensaciones (trade-offs) y las sinergias”, sugieren los autores.

Mientras tanto, los foros de múltiples partes interesadas facilitados independientemente que convocan a socios claves -y que permiten conexiones entre investigación, políticas y prácticas- pueden mejorar aún más la participación de los actores. Tales foros deben apuntar a codesarrollar teorías de cambio inclusivas y transparentes, con objetivos e indicadores de proceso claramente identificados.

A pesar de que tal colaboración puede ser costosa, reunirse regularmente puede contribuir a que cada participante vuelva a revisar y reconsidere las decisiones sobre el uso de la tierra en el tiempo.

Del mismo modo, incluir a las comunidades locales y a los formuladores de políticas en las etapas de diseño, implementación y seguimiento del manejo a nivel de paisaje contribuye a hacer visibles las compensaciones (trade-offs) y las sinergias al inicio del proceso,  las que pueden permitir la adaptación para asegurar mejores resultados. Si bien hay un avance significativo, el documento concluye que se necesita más investigación para evaluar completamente los procesos e impactos de la participación integrada de las múltiples partes interesadas.

Para obtener más información sobre este tema, por favor contacte a James Reed (en inglés) en  j.reed@cgiar.org.

El proyecto COLANDS forma parte de la Iniciativa Internacional sobre el Clima (IKI) y es financiado por el Ministerio Federal de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear (BMU) de Alemania.

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