Las plantaciones forestales monocultivo a gran escala y han sido criticadas por varias razones entre las que se consideran el acaparamiento de tierras, la deficiente provisión de servicios ambientales, una distribución desigual de beneficios, entre otras.
Así, podría parecer ilógico, e incluso provocador, sugerir que las plantaciones forestales son una solución clave para promover la conservación de los bosques.
Sin embargo, esto constituye la base de una teoría originada a principios del siglo XX, a la cual nos referiremos como la teoría del “beneficio de conservación de las plantaciones”. Esta teoría estipula que el valor generado de la producción maderera es en realidad una forma efectiva de proteger una porción concreta del bosque.
Para examinar esta teoría hace falta remontarse a su origen. El punto de partida parece lo suficientemente razonable: al plantar árboles a escala tal que su manejo intensivo alcance una alta productividad, se puede producir suficiente madera de forma que no haya presión sobre los bosques naturales. En otras palabras, se puede sustituir madera proveniente de los bosques con madera producida en plantaciones forestales.
Y precisamente para someter a prueba esta teoría, hemos analizado la evidencia en un estudio publicado recientemente.
La primera observación es que, a pesar de que no se ha estudiado mucho, (o por lo menos los estudios no han sido publicados), existe una buena cantidad de información. Esto se debe principalmente a que los estudios hacen uso de una gran diversidad de métodos. Cada uno de estos métodos permite a los investigadores considerar diferentes ángulos del tema, el cual parece tan complejo como a la vez sencillo.
Estos métodos incluyen estadísticas meramente descriptivas que ilustran las tendencias a largo plazo. Por ejemplo, un estudio muestra que la producción de madera proveniente de bosques naturales alcanzó su máximo en 1989 y que las plantaciones están llenando la carencia.
Otro método de estudio emplea un modelo teórico, el cual señala el riesgo de los efectos de desplazamiento. Así, una plantación forestal establecida en un área podría desplazar la agricultura hacia otras áreas boscosas, lo cual no es fácil de rastrear, pero determina definitivamente los impactos eventuales de las plantaciones.
Otra forma de abordar este tema es empleando modelos econométricos, lo cual conlleva a visualizar otros posibles escenarios. Por ejemplo, la gestión eficiente y productiva de las plantaciones en expansión podría resultar en una excesiva oferta y el incremento en la demanda de madera en la medida en que el consumidor reacciona a los bajos precios del mercado. El peligro de esto radica en crear nueva demanda de madera pues si la madera es más asequible ¿quién no querría reemplazar sus sillas plásticas por unas elegantes sillas de madera?
MÁS MADERA, MÁS ÁRBOLES
Entonces ¿qué podemos aprender de esta diversidad de enfoques y estudios, aparte de las elaboradas teorías y de la evidencia anecdótica?
Aunque la evidencia no es del todo sólida, hay alguna concordancia en los resultados. Lo más importante parece ser que la suposición se mantiene en cierta medida a pesar de lo chocante que parezca para quienes se oponen a la expansión de plantaciones forestales basados en sus (en ocasiones comprobadas) desventajas.
Esto no quiere decir que la teoría del “beneficio de conservación de las plantaciones” sea completamente prometedora, pero, en general, se puede inferir que el incremento en la oferta de madera de plantaciones tiende a reducir la presión sobre los bosques naturales.
Podría parecer ilógico, e incluso provocativo, sugerir que las plantaciones forestales son una solución clave para promover la conservación de los bosques. Sin embargo, esto constituye la base de una teoría originada a principios del siglo XX".
Se debe insistir en este último punto y analizarlo en profundidad: el incremento en el número de plantaciones, en efecto, podría aliviar la presión sobre los bosques naturales al aliviar la carga de producción; pero esto se refiere solamente a la extracción de madera.
¿Qué significa esto? Quiere decir que una menor producción de madera proveniente de bosques naturales resulta en una reducción de la degradación, lo que a la vez reduce el valor (tanto estimado como comercializado) de los bosques en pie.
Este es un aspecto crítico a recalcar. Cuando los bosques naturales no son usados para la extracción de madera ―lo cual puede hacerse de manera sostenible mediante técnicas de extracción de impacto reducido― pueden terminar siendo más vulnerables a la tala rasa.
Generar valor más allá de la producción de madera, en efecto podría convertirse en la forma más efectiva de proteger una porción de bosque. En contraste, el hacer uso de los bosques solo para fines de servicios ambientales podría ser insuficiente para protegerlos de otros usos de la tierra, particularmente del uso agrícola. No se trata entonces de eliminar un problema, creando uno mayor.
FACTORES PARA EL ÉXITO
Esto sugiere que ciertos parámetros tendrán que considerarse cuidadosamente antes de diseñar programas de desarrollo de plantaciones que también promuevan la conservación. Es obvio que las plantaciones no deben establecerse en áreas con cobertura forestal (a pesar de que estas pueden ser mucho más productivas por hectárea, desde unos pocos metros cúbicos hasta 20-40 m3/ha), o en áreas donde la restauración pueda tener mayor prioridad.
Además, la extracción de madera en ecosistemas forestales naturales, en principio, no se puede descartar. Los bosques no solo brindan productos maderables de alta calidad que en las plantaciones no podrían obtenerse (al requerir tiempos de rotación excesivamente largos de decenios, incluso de siglos), sino que también pueden obtenerse mediante formas sostenibles (los incentivos de emplear tales técnicas sostenibles puede que no sean lo suficientemente altos para estimular su adopción a gran escala).
Aunque otorgar valor a los bosques mediante la producción forestal sostenible impulsaría a los diseñadores de políticas a preservarlos frente a la creciente presión agrícola, las razones económicas por si solas no son suficientes. Otra condición necesaria es el fortalecimiento del marco legal para que se materialice el “beneficio de la conservación de plantaciones”. Independientemente de la cantidad de oferta de madera proveniente de plantaciones, los bosques naturales siempre serán, lamentablemente, una tentación de acceso a la producción, ya que sus reservas están listas para ser aprovechadas.
Es cierto que con tantas políticas y condiciones necesarias para lograr materializar el “beneficio de la conservación de plantaciones”, uno podría preguntarse si se trata de algo más teórico que operativo.
El hecho de que las plantaciones parecen estar dominando, como claramente lo sugieren los números que muestran la sustitución de la producción de los bosques por la producción de las plantaciones, podría estar ocultando una amarga verdad: esta transición en realidad puede ser la consecuencia del descenso de la producción potencial de los bosques naturales.
Aunque otorgar valor a los bosques mediante la producción forestal sostenible impulsaría a los diseñadores de políticas a preservarlos frente a la creciente presión agrícola, las razones económicas por si solas no son suficientes".
Tomemos esto con calma, ya que se trata de algo más que sutiles matices. Si las plantaciones solo responden a la necesidad ante el descenso de la producción potencial de madera de los bosques naturales, y están llenando el vacío entre la oferta y la demanda, entonces, no se les debería asignar por lo tanto la responsabilidad de conservación.
Esto es importante dado que los beneficios de la expansión de las plantaciones podrían de esta manera servir solo para que el consumidor disfrute de niveles sostenidos de disponibilidad de madera en el mercado, y no con el objetivo de conservar los bosques tropicales.
A pesar de todas las debilidades de la teoría de “beneficio de conservación de las plantaciones”, y con base en los resultados publicados, no se puede negar que existe algo de verdad en dicha teoría. Esto constituye un estímulo para continuar con el diseño de programas de plantaciones que atiendan considerablemente a la mitigación de los impactos negativos, así como a la inversión en programas paralelos de manejo sostenible o en la protección de los bosques naturales remanentes.
Después de todo, la expansión de las plantaciones forestales podría evidenciar una condición necesaria (aunque insuficiente si se aplica de manera aislada) para promover la conservación y la permanencia de los bosques naturales.
Para más información sobre este tema, póngase en contacto con Romain Pirard en r.pirard@cgiar.org (solo inglés).
Esta investigación forma parte del Programa de Investigación del CGIAR sobre Bosques, Árboles y Agroforestería.
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