RESERVA DE JUMA, Brasil _ ¿Será suficiente con 33 dólares al mes? Esa es la cantidad que paga un proyecto en el Amazonas a cada una de las 7,600 familias a cambio de comprometerse a proteger la selva tropical. El estipendio va de la mano con otros apoyos para el desarrollo, incluyendo mejor educación, atención médica y apoyo para el sustento.
Las familias se quejan de que no es suficiente y dicen que necesitan el equivalente a un salario mínimo estatal – 10 veces más que la entrega actual.
La pregunta de cuánto nos costará proteger los bosques en los países en desarrollo se está volviendo cada vez más apremiante, desde que miles de millones de dólares se prometieron para el mecanismo mundial de Reducción de Emisiones producidas por Deforestación y Degradación forestal (REDD). Los defensores del esquema esperan que esto le proporcione al mundo una de las vías más económicas y rápidas para frenar el cambio climático.
La deforestación representa entre 12 y 18 por ciento de las emisiones de carbono a nivel mundial – aproximadamente el mismo porcentaje que el emitido por el sector transporte a nivel global. Pero los bosques están siendo destruidos velozmente – más de 13 millones de hectáreas anuales, un área que equivale al tamaño de Inglaterra.
La iniciativa en el Amazonas, conocida como Bolsa Floresta, es uno de los programas más grandes a nivel mundial de pago por servicios ambientales en términos de la extensión geográfica del proyecto. Cubre 10 millones de hectáreas de la Amazonía brasileña, y es observado de cerca por las lecciones que podrían replicarse en proyectos REDD de todo el mundo.
Virgilio Viana, director general de la Fundación Amazonas Sostenible (FAS) de Brasil, que gestiona el proyecto, confía en que tiene la combinación adecuada de pagos en efectivo y asistencia para el desarrollo.
“Veo a REDD en el Amazonas compuesto de cuatro componentes. Uno de ellos es el pago en efectivo. Pero no es el más importante. La razón por la que se hace el pago en efectivo es fomentar la confianza ya que la gente está muy descontenta con promesas que no se cumplieron, especialmente en el núcleo mismo de la selva”, comentó en una entrevista realizada en su casa de Sao Paulo, Brasil.
El segundo componente se centra en la generación de ingresos, tales como el desarrollo de cooperativas para la comercialización de nueces de Brasil, a fin de que los “árboles en pie valgan más que talados”. El tercero promueve mejor salud y educación. El cuarto componente trabaja para fortalecer a las comunidades locales.
“En mi opinión REDD debe tener un enfoque holístico,” señaló Viana.
Sin embargo, para algunos de los participantes del programa, el dinero recibido es considerado como un incentivo insuficiente. Daniel Ribeiro, jefe de una aldea pequeña en el corazón del Amazonas llamada Boa Vista, dijo que el pago mensual es una “buena idea”, pero “no es suficiente”.
Riyong Kim Bakkegaard, quien ha liderado un equipo de investigadores en el Amazonas durante los últimos dos meses, y que trabaja en asociación con una iniciativa de investigación global de REDD del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), explica que ella y su equipo han visto casos de personas que extraen madera, lo que podría indicar que la deforestación es mayor que la calculada por el Programa Bolsa Floresta.
“La idea detrás de los pagos por servicios ambientales es proporcionar un incentivo a la gente. Pero el problema latente es que a veces no es lo suficientemente grande como para convertirse en un incentivo eficaz”, comentó Bakkegaard.
Además de la investigación realizada para el Estudio Comparativo Global de REDD+ de CIFOR, Bakkegaard tiene preguntas adicionales para los encuestados, como cuánto les costará dejar definitivamente la tala de árboles.
Bakkegaard señaló que la compensación necesaria para reemplazar futuras cosechas podría ser elevada. Aunque es demasiado pronto para sacar conclusiones a partir de este razonamiento, un tema preocupante es lo que podría suceder con las economías y comunidades locales dependientes de las transferencias, especialmente en las aldeas más remotas que en el pasado dependían del trueque.
João Tezza Neto, Director Técnico y Científico de FAS, explicó que pagar lo que están pidiendo las familias – más de 500 reales (330 dólares) mensuales – podría conducir a nuevos problemas sociales, incluyendo el alcoholismo.
El segundo componente del programa, que ayuda a las comunidades locales a incrementar sus ingresos a través de proyectos de vida y la capacitación, puede reducir el riesgo de que una cultura de dependencia surja. “Es necesario fortalecer la capacidad de las comunidades para generar riqueza de los bosques”, agregó.
Para complicar más el tema de los pagos queda la pregunta de si todos deberían recibir la misma cantidad, dijo Bakkegaard. “Un pago uniforme no va a funcionar con aquella persona que tiene la intención de abrir un rancho con miles de cabezas de ganado en comparación con la persona que no tiene intención de expandirse”, dijo. “Una va a sentirse mucho más recompensada, y la otra va a sentir que no está ganando nada, así que seguirá haciendo lo que hacía para ganarse la vida.”
Sea cual sea la cantidad óptima para maximizar la reducción de la deforestación, según Neto los datos preliminares de Bolsa Floresta muestran una disminución de los incendios forestales en áreas protegidas, comparadas con las regiones vecinas, así como una pequeña reducción en la tasa de deforestación en los tres años que el programa ha estado en funcionamiento.
httpv://www.youtube.com/watch?v=O2tAbJCSylE
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Lecturas adicionales
- The context of REDD+ in Brazil: drivers, agents, and institutions
- Grounding the REDD+ debate: Preliminary evidence from pilot initiatives in the Brazilian Amazon
- Center for International Forestry Research
- Amazonas Sustainable Foundation
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