Mucho se habla acerca de la pérdida de ecosistemas populares como los bosques húmedos tropicales y los arrecifes de coral. Pero poco se dice de los humedales costeros, como los manglares, que se están perdiendo a causa del desarrollo, la agricultura y la acuicultura.
En los últimos años, un creciente esfuerzo político está intentado proteger estos hábitats en peligro mediante los esquemas de pagos por servicios ambientales (PSA), pero lo cierto es que la naturaleza de los humedales costeros y las amenazas que enfrentan plantean retos para la viabilidad de estos esquemas.
Los ecosistemas costeros y marinos proporcionan una gama de valiosos servicios ecosistémicos, que van desde la pesca y la protección de la costa hasta reservas de carbono de gran importancia para la mitigación del cambio climático. Los manglares costeros pueden contener mucho más carbono por unidad de superficie que sus contrapartes terrestres: este ‘carbono azul’ se ha depositado en cada marea durante miles de años y almacenado en los suelos turberas profundas. La destrucción de los hábitats globales de carbono azul podría liberar más de mil millones de toneladas métricas de dióxido de carbono anualmente.
Los pagos por los servicios de carbono azul están empezando a ocupar un lugar destacado en la agenda internacional, gracias a programas como la Iniciativa Internacional de Carbono Azul, coordinada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la UNESCO y Conservación Internacional. También han surgido iniciativas locales como Mikoko Pamoja, un proyecto de conservación de manglares que abarca 107 hectáreas en Kenia.
También están surgiendo esquemas y propuestas de PSA con el objetivo de preservar diversos ecosistemas costeros y marinos para servicios asociados con la pesca, la biodiversidad marina y la protección de la costa.
Sin embargo, los esquemas de PSA se han diseñado principalmente para sistemas terrestres y aún se desconoce cómo funcionarían en ecosistemas costeros y marinos que cuentan características biofísicas distintas. Cabe destacar que la viabilidad a largo plazo de estos proyectos podría ser seriamente afectada por acontecimientos externos, como cambios en el suministro de sedimentos, huracanes y la elevación del nivel del mar. Nuestro reciente trabajo, publicado en Global Environmental Change, los identifica como estresores externos y argumenta sus implicancias para los PES.
Sostenemos que los atributos biofísicos tan particulares de los sistemas costeros y marinos pueden ser particularmente vulnerables a riesgos asociados con estresores externos.
TIPOS DE ESTRESORES
Los estresores externos se presentan en una variedad de formas que hemos categorizado en torno a tres ejes principales.
En primer lugar, los estresores externos pueden ser específicos (como el flujo de salida de aguas residuales) o difusos (como la contaminación agrícola procedente de granjas a lo largo de la zona de captación de un río que descarga en la costa).
En segundo lugar, los estresores externos difieren en términos de escala espacial, desde los locales (por ejemplo derrame de petróleo) pasando por la escala de ecosistemas, (por ejemplo, la contaminación agrícola), hasta la escala regional (por ejemplo, la acidificación de los océanos).
En tercer lugar, los estresores externos se diferencian en términos de su impacto en el tiempo. Algunos estresores, como las plagas, pueden producir impactos inmediatos, mientras que otros, especialmente los relacionados con el cambio climático, pueden ser severos pero graduales.
Un ejemplo importante de un estresor externo en los paisajes costeros y marinos involucra cambios en el volumen de los sedimentos. La propuesta de construcción de una represa a lo largo del río Mekong, en Indonesia, podría reducir el ingreso de sedimentos terrestres en la zona costera local hasta un máximo de 96%, por ejemplo. Estos sedimentos ayudan a edificar elevaciones en la superficie que permiten a los manglares costeros mantenerse al ritmo del aumento del nivel del mar. Cuando estos manglares experimentan un déficit de sedimentos, la elevación del nivel del mar podría con el tiempo “ahogar” a estos bosques, comprometiendo la biodiversidad, el carbono azul y otros servicios ecosistémicos importantes.
La comprensión de cómo estos estresores impactan a los ecosistemas puede ser un reto, sobre todo porque estos también pueden tener interacciones aditivas y potencialmente sinérgicas. Por ejemplo, un estresor difuso, como la contaminación por metales pesados, puede afectar la vegetación de los manglares hasta un punto en que se vuelven más susceptibles a otros estresores, como la infección por hongos.
IMPLICACIONES PARA EL DISEÑO DE LOS PSA
Los esquemas de PSA deben tener en cuenta estas realidades. Esto presenta retos que son más serios en sistemas y paisajes costeros y marinos altamente interconectados, en los que los estresores (aguas arriba y en toda la corriente) pueden afectar seriamente a los ecosistemas vecinos.
Los estresores externos pueden dificultar la definición de parámetros en los servicios ecosistémicos priorizados: mientras que un esquema de PSA de carbono azul recién diseñado podría proteger exitosamente a un manglar de la deforestación, podría tener poca influencia en cambios relacionados a las cargas de sedimentos o el aumento del nivel del mar. Esto requeriría cambiar el alcance y escala de los PSA, así como las exigencias de seguimiento de los estresores externos, incluyendo medir la evolución de las cargas de sedimentos y su almacenamiento, y el modelado del aumento del nivel del mar.
Los estresores externos también dificultan la identificación de proveedores de servicios ecosistémicos y los beneficiarios en un esquema de PSA. Si los motores que causan la pérdida de los ecosistemas son externos al lugar objetivo de un esquema de PSA, esto plantea interrogantes acerca de quién es el actual proveedor del servicio.
Estos estresores externos también generan mayores riesgos para los participantes en los esquemas. Si los involucrados participan en el comercio de servicios ambientales (como el carbono azul o la biodiversidad) degradados por estresores externos fuera de su control, surgen preguntas respecto a las responsabilidades y obligaciones.
RESPUESTAS NORMATIVAS
Conseguir que los PSA funcionen para los sistemas marinos y costeros requiere un enfoque de tres vertientes, que permita lidiar con los estresores externos.
Primero se deben evaluar los posibles sitios de carbono azul de acuerdo a su exposición a estresores externos a través de evaluaciones del impacto de las actividades desarrolladas en el paisaje que rodea a un sitio potencial. Los ejercicios de modelado también pueden evaluar potenciales impactos y la prestación de servicios ecosistémicos, aunque pueden no ser factibles en muchos lugares debido a la falta de datos, recursos o conocimientos.
Segundo, una vez identificado, es posible mitigar ciertos estresores externos mediante una planificación intersectorial o la realización de acciones de mitigación específicas dirigidas hacia cada uno de los estresores.
Por último, es posible hacerle frente a algunos de los riesgos asociados con estresores externos mediante el desarrollo de mecanismos de gestión de riesgo financiero. Esto puede tomar la forma de seguro de servicios ecosistémicos suministrado por terceras partes, como han sugerido algunos expertos legales australianos para el caso de los manglares o amortizadores de crédito y ahorro preventivo, como se han implementado en algunos esquemas de PSA terrestres. Estos mecanismos pueden ayudar a incorporar participantes aislados, incluidos los pequeños agricultores vulnerables a shocks financieros.
Es importante destacar que la variedad de estresores externos costeros subraya la necesidad de empezar a planear esquemas de PSA dentro de un marco que integre instrumentos de evaluación, mitigación y acomodación, en lugar de hacer un uso separado de estos instrumentos. También debemos estar dispuestos a admitir que, muy posiblemente, los PSA costeros y marinos pueden no funcionen en todos los contextos, especialmente en los sitios y servicios ecosistémicos que enfrentan estresores externos complejos, interactivos y difusos que trascienden las fronteras sectoriales y las políticas.
El reconocimiento y la planificación de los estresores externos costeros y marinos nos permitirá mejorar los medios de subsistencia de las poblaciones costeras, y al mismo tiempo, proteger los ecosistemas costeros en peligro.
Jacob Phelps es científico del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR). Dan Friess es profesor adjunto del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Singapur.
Para obtener más información sobre servicios ecosistémicos por favor póngase en contacto en j.phelps@cgiar.org o dan.friess@nus.edu.sg
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