En Guatemala, a pocos kilómetros de Chimaltenango, un brumoso paisaje verde alberga el sitio sagrado maya de Iximché, que en la lengua de los kaqchikeles significa “árbol de maíz”, lo que me hace pensar que sus antepasados sabían algo acerca de la relación entre los árboles y los alimentos.
Sin embargo, las cosas han cambiado desde los gloriosos días de Iximché, y la propagación de la agricultura ha significado la desaparición de los bosques. La agricultura itinerante rotatoria es común en Guatemala, y los bosques de Centroamérica experimentan tasas de deforestación incluso mayores que la Amazonía.
Desde 1992, Anne Hallum de la Alianza Internacional de Reforestación (AIR, por sus siglas en inglés) ha estado trabajando para revertir esta tendencia a través de campañas de educación y el empoderamiento de las comunidades guatemaltecas para su participación en actividades agroforestales. En las comunidades donde Anne ha trabajado, los árboles y el maíz se unen una vez más en la misma palabra, y se los encuentra en el mismo paisaje.
En medio de la larga guerra civil, AIR Guatemala empezó sus actividades sin nada más que la determinación de esta mujer. Desde entonces, ha crecido para facilitar proyectos agroforestales en más de 140 comunidades en Guatemala central, construir casi 800 cocinas de ladrillo eficientes en el uso de combustible y plantar casi cuatro millones de árboles.
Cuando decidí trabajar con Anne en Guatemala como pasante durante mi segundo año de universidad, fui testigo de la gran necesidad que existia de las labores desarrolladas por AIR. Décadas de degradación del suelo como consecuencia de la tala, la agricultura itinerante y el uso de químicos agrícolas, habían hecho de la erosión del suelo –y los deslizamientos de tierra resultantes– un problema evidente. Mientras viajaba en la parte trasera de una ruidosa camioneta, flanqueada por pendientes empinadas y rocosas, y acompañada por una caja de 100 o más árboles de pino que iban a ser plantados ese día, pude observar grandes huellas en las montañas donde las parcelas de los agricultores simplemente habían desaparecido.
Los deslizamientos de tierra son un peligro perenne para los agricultores de escasos recursos que viven en esta área, ocasionando grandes daños y la pérdida de vidas cada año. Sin embargo, en las comunidades donde ha trabajado AIR, las laderas reforestadas de las colinas son fortalecidas por las raíces de miles de árboles. Los técnicos agroforestales de AIR establecen su residencia en las comunidades por un periodo mínimo de cinco años, después de los cuales las responsabilidades son transferidas a los habitantes de la localidad.
El crecimiento de AIR empezó con el trabajo de una sola mujer y pasó a representar el trabajo de muchos. En efecto, el liderazgo de la alianza ha recaído en gran medida sobre los hombros de las agricultoras, que se hacen cargo de los viveros, organizan reuniones comunitarias y generan ingresos para sus familias, elaborando jabones y champú con los frutos que cosechan. En el proceso de renovar sus campos, las propias mujeres se han ido empoderado.
En una oportunidad, después de un largo día sembrando árboles en la comunidad Xetonox, me senté a descansar en la ladera, con las manos y rodillas manchadas de tierra oscura, cuando una de las mujeres con las que había estado trabajando dijo: “Solíamos quedarnos en casa todo el día, pero ahora las mujeres se han unido para cuidar a los árboles. Tenemos algo que nos da esperanzas cada día. Los árboles están nutriendo a nuestros campos, lo que significa que están alimentando a nuestras familias. No los vamos a talar nuevamente. Ustedes han llegado a nuestros corazones acá en Xetonox”.
Hace poco, Anne recibió reconocimiento mundial por su trabajo en el alivio de la pobreza y la deforestación en Guatemala. Ella es maestra, amiga y una inspiración. Ha restaurado el concepto de Iximché, ese vínculo vital entre los árboles y los alimentos, en la conciencia del agricultor guatemalteco moderno, y ha empoderado a las mujeres cercanas a hacer lo mismo. Para esas mujeres y para mí, ella es una heroína del bosque.
Caity Peterson es una investigadora visitante y articulista científica en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Cali, Colombia.
Las opiniones expresadas son de exclusiva responsabilidad de la autora y no representan el punto de vista del Centro para la Investigación Forestal Internacional.
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