El planeta necesita sus bosques. De hecho, necesita más de los que quedan. Actualmente solo hay unos tres billones de árboles en la Tierra, la mitad de los que había al comienzo de la civilización humana. Para frenar el cambio climático, tenemos que proteger los bosques y árboles que tenemos y plantar muchos más (de los tipos adecuados, en los lugares adecuados). Para ello, debemos tener claro lo que está impidiendo que los bosques actuales y futuros prosperen, y las acciones a múltiples niveles que son necesarias para avanzar. En vísperas del Congreso Mundial de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (IUFRO) que se celebrará este junio de 2024 en Estocolmo, exploremos cinco desafíos claves a los que se enfrentan los árboles y bosques del mundo.
1. Resiliencia frente a un clima cambiante
Los efectos del cambio climático amenazan la salud de los bosques a escala global. Las temperaturas cambiantes y los fenómenos extremos cada vez más frecuentes, como incendios, inundaciones y sequías, están dañando los ecosistemas forestales, a veces de forma permanente. Mientras tanto, las plagas y los patógenos forestales están encontrando nuevos hogares y, en muchos casos, ampliando su área de distribución a medida que cambian las condiciones. En este preocupante contexto, investigadores de todo el mundo se esfuerzan por comprender mejor y comunicar cómo ayudar a los árboles y los bosques a sobrevivir a estos cambios, por ejemplo, ayudando a los gobiernos a seguir y responder a las invasiones de plagas y patógenos y a averiguar qué árboles podrían prosperar en condiciones climáticas cambiantes.
2. Su uso y gestión sostenible
Está claro que debemos conservar nuestros bosques, pero la estrategia debe ser realista y compatible con el entorno. Si queremos ampliar la cubierta arbórea del planeta, debemos encontrar la manera de coexistir con los bosques y los árboles, y hacer uso de sus recursos y servicios de manera que satisfagan las necesidades de seguridad alimentaria y de subsistencia sin comprometer en exceso la integridad ecológica. Eso significa desarrollar una bioeconomía forestal responsable, que aproveche los recursos biológicos renovables –como cultivos, bosques, peces, animales y microorganismos– para producir alimentos, salud, materiales, productos, textiles y energía. El trabajo en cadenas de valor e inversiones sostenibles, junto con la mejora de la certificación de los productos forestales, es clave para elevar los estándares y las expectativas en este ámbito.
3. Preservar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos
La biodiversidad de nuestro planeta se encuentra bajo una amenaza sin precedentes, provocada en gran medida por la pérdida de hábitats, incluidos los árboles y bosques que miles de millones de especies consideran su hogar. La pérdida de especies pone en peligro el funcionamiento de los ecosistemas y los servicios esenciales de los que dependemos, a menudo antes de que sepamos cómo o por qué. La investigación sobre los recursos genéticos forestales tiene como objetivo comprender mejor la biodiversidad de los bosques y salvaguardarla para futuras aplicaciones. En la actualidad, el potencial de estos recursos para ayudar a mantener los servicios ecosistémicos, mitigar el cambio climático, aumentar la resiliencia y proporcionar productos forestales está poco estudiado y en gran medida sin explotar.
Una perspectiva a escala de paisaje también puede ser útil para la conservación de la biodiversidad. Los bosques se sitúan dentro de paisajes más amplios que pueden contener zonas ocupadas por otros usos del suelo, como la agricultura y los centros urbanos. Mediante el compromiso de múltiples partes interesadas, y esfuerzos como plantar más árboles en las fincas y cultivar alimentos en las ciudades, podemos empezar a reconectar hábitats silvestres fragmentados, proporcionar puentes entre redes de áreas protegidas y conservar la biodiversidad del suelo.
4. Cuestiones de equidad e inclusión
Se espera que nuestros bosques sirvan a multitud de intereses y necesidades globales y nacionales. Además, alrededor de 1600 millones de personas de todo el mundo dependen directamente de los bosques y de los paisajes forestales para su subsistencia y bienestar. Pero no todas esas personas tienen el mismo poder para decidir cómo se gestionan esos bosques o cómo se comparten y distribuyen los recursos.
Por ello, es fundamental adoptar una perspectiva de equidad en las políticas e instrumentos utilizados en la gobernanza y la gestión de los bosques y considerar cuidadosamente la distribución de costes y beneficios entre los titulares de derechos, las partes interesadas y aquellos cuyos derechos aún no se ejercen. Y debemos hacerlo teniendo en cuenta cómo se produce el conocimiento científico y valorando las contribuciones de múltiples actores y formas de conocimiento. La ampliación de las políticas e instrumentos que abordan estos temas con éxito –y la gestión de sus trade-offs– es uno de los retos clave para el cambio transformador hacia sociedades resilientes.
Pero ¿cómo hacerlo? La investigación sobre género e inclusión social ofrece herramientas, marcos, métodos y enfoques para amplificar las voces de las personas dependientes de los bosques de todos los géneros, grupos de edad y etnias en todo el mundo, en consonancia con cuestiones clave de equidad como la seguridad de la tenencia de los paisajes forestales y la financiación climática.
5. Fomentar su custodia y protección
«La atención es el principio de la devoción», escribió la poetisa de la naturaleza Mary Oliver. Nuestro futuro necesita más personas que conozcan los bosques en profundidad y que también los cuiden en profundidad. Sin embargo, la urbanización y la economía de la atención nos arrastran con demasiada frecuencia en otras direcciones, mientras queda tanto por conocer. Sin embargo, muchas de las herramientas para perfeccionar considerablemente nuestros conocimientos y nuestra práctica ya están en nuestras manos. Las innovaciones en la investigación forestal están permitiendo un cambio de paradigma en la forma de gestionar y vigilar los bosques de nuestro planeta, con tecnologías como la teledetección y la inteligencia artificial que mejoran enormemente la precisión de la contabilidad y las predicciones forestales, facilitando una intervención mucho más precisa y oportuna.
La mejora de la gestión forestal también requiere una corriente de personas informadas y apasionadas. Proyectos como los Clubes Zamba, cuyo objetivo es educar e inspirar a los escolares sobre cuestiones medioambientales en el Paisaje de Acción de Yangambi en la República Democrática del Congo (RDC), hablan de la importancia de formar una generación de jóvenes expertos forestales que salvaguarden y mejoren estos recursos para las generaciones futuras.
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