Este es el segundo blog de un especial sobre el trabajo del Programa de Manejo Sostenible de la Vida Silvestre (SWM, por sus siglas en inglés) en Guyana
“En la silenciosa oscuridad previa al amanecer, los primeros sonidos del día comienzan a filtrarse a través del sotobosque. A medida que la luz tenue del cielo, proveniente del oriente, da forma a los árboles, una tropa de monos aulladores rojos de Guyana se despierta con un poderoso rugido, sus gritos se desvanecen entre la suave brisa. Una pava marail o marudi (el mismo nombre con el que se conoce a las colinas de la región) se lanza desde una percha alta dando unos cuantos aleteos ruidosos y se luce frente a una hembra escondida bajo el dosel del bosque. Cuando las últimas ranas de la noche se resguardan en sus guaridas diurnas, un coro de pájaros (trepadores, halcones monteses, tucanes y gralláridos) emerge entre las sombras. Los primeros rayos del sol alcanzan las copas más altas del dosel, donde un ejército de insectos ávidos de néctar invade las flores. La luz del día avanza y el bosque cobra vida”.
El anterior, es un cautivante párrafo que describe la experiencia del investigador Brian O’Shea, experto internacional en aves, al despertar en el campamento en Karaawaimin Taawa, una remota cordillera en las selvas tropicales de Rupununi, en el sur de Guyana. Esto es parte de un libro recientemente publicado que incluye una evaluación biocultural liderada por la comunidad Wapichan y llevada a cabo en marzo de 2022, durante una expedición de tres semanas que involucró a un grupo diversos de expertos locales e internacionales.
La región tiene uno de los ecosistemas más biodiversos del mundo, pero previo a este trabajo no existía una evaluación exhaustiva de la fauna y flora que la habitan.
Esta zona es el territorio tradicional del pueblo indígena Wapichan, aunque actualmente su derecho a la tierra no está legalmente reconocido. Esto es importante de destacar porque la extracción minera en el área de Karaawaimin Taawa se ha puesto en discusión, lo que representa una amenaza para los sistemas de agua, la biodiversidad y los medios de vida de las comunidades.
“Los miembros de la comunidad temen la posibilidad de no poder beber el agua o comer pescado debido a la contaminación causada por el mercurio, algo que ya ha pasado en algunos lugares debido a la minería”, señaló Andrew Snyder, quien coordina el área de biodiversidad clave de Re:Wild y es uno de los ocho expertos internacionales que participó en la expedición.
Es en este contexto que la organización indígena Consejo Distrital de Rupununi del Sur (SRDC, por sus siglas en inglés) ha tomado medidas para asegurar que las riquezas naturales de su tierra natal sean reconocidas y valoradas. Con el apoyo del Programa de Manejo Sostenible de la Vida Silvestre (SWM, por sus siglas en inglés), una iniciativa internacional que busca mejorar la conservación de la vida silvestre y la seguridad alimentaria, SRDC comenzó a organizar la expedición para evaluar la biodiversidad del área.
SWM ha sido clave en el desarrollo de una red de colaboración entre expertos de la comunidad y científicos, así como en garantizar que el conocimiento local se integrara en todas las fases de la expedición. “La idea era ir y recolectar la mayor cantidad de datos de referencia sobre la biodiversidad para complementar el conocimiento que los lugareños ya tienen del área, y elaborar un caso completo y detallado de por qué en esta área no debe permitirse la extracción del oro”, explicó Snyder.
“Esperamos contar con suficientes datos contundentes, así como con el suficiente impulso de los medios internacionales, para asegurar que las comunidades indígenas locales puedan continuar beneficiándose de estos recursos y siendo los responsables de proteger sus propias tierras”, agregó.
Un territorio poco conocido
Para los investigadores internacionales, la expedición fue emocionante y fructífera, aunque a veces difícil, dados los desafíos existentes para acceder, el mal clima y el exceso de lodo. “Esta es un área muy remota y salvaje”, expresó Brian O’Shea, coordinador de las colecciones de ornitología del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte en los Estados Unidos. “En el momento en el que vas a algún lugar donde hay poca gente, encuentras mucha vida silvestre”, aseguró. O’Shea formó parte del equipo que investigó la avifauna, que también incluyó al experto local en aves Asaph Wilson. “Encontramos una gran diversidad, y una comunidad de aves intacta”, afirmó. Muchas de las especies que el equipo encontró son “comunes y no están en riesgo ahora, pero la minería inevitablemente provocaría una tragedia en poco tiempo”, advirtió O’Shea.
Snyder, por su parte, se concentró en obtener un vistazo de las especies de anfibios y reptiles en el área. “Básicamente, salía cada mañana por varias horas, y cada noche por cuatro, cinco o seis horas, para aprovechar y hacer una investigación extensa”, explicó. “Me concentré en analizar, en la medida de lo posible, los diferentes hábitats que rodeaban nuestro campamento: pantanos, ríos, bosques alejados del arroyo y también adyacentes a los arroyos. Con esto esperamos tener una estimación del número total de especies que viven en el área, y cuántas especies que no encontramos podrían existir allá, en función de las cantidades de las diferentes especies. Las estimaciones que buscamos son sobre la abundancia de ciertas especies, y también cifras sobre la biodiversidad en general”, detalló Snyder.
En las áreas poco elevadas el equipo encontró anfibios y reptiles que podrían ser considerados como relativamente comunes, aunque como Snyder señaló, “al menos con anfibios, lo que estamos encontrando estos días es que las especies que alguna vez fueron consideradas comunes son en realidad múltiples especies enmascaradas bajo un mismo nombre… Sé que varias de las [especies] que encontré en este viaje serán consideradas en unos cuantos años como diferentes especies”.
En las zonas altas extremadamente aisladas, los científicos encontraron, como lo esperaban, mayores niveles de endemismos: gran cantidad de tortugas terrestres de patas amarillas (Chelonoidis denticulatus), que figuran como vulnerables en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). También registraron una especie de serpiente que aún no se había registrado para Guyana, y varias especies de ranas que “bien podrían ser totalmente nuevas especies para la ciencia o podrían ser especies que han sido registradas en otros países y Brasil, y solo no habían sido registradas aquí”, indicó Snyder. “Se requiere un análisis genético para saberlo”, afirmó.
Si bien dicho análisis está pendiente, Snyder, quien ha viajado extensamente en Guyana durante los últimos 11 años e investigado muchos y diferentes sitios, dijo que “después de unos cuantos días en este viaje fue evidente que este lugar es increíblemente biodiverso. Es algo que podías notar en el campo, sin necesidad de tener que regresar y analizar los datos después”.
Además de los descubrimientos taxonómicos, los científicos compartieron opiniones positivas del proceso en sí y de la oportunidad de intercambiar conocimientos con los expertos locales durante el viaje.
“No solemos tener la oportunidad de verdaderamente colaborar”, destacó O’Shea. “Aquí sentimos que estábamos transfiriendo habilidades útiles entre nosotros, todos mostramos un deseo genuino de aprender de los demás”. Los expertos locales fueron esenciales para el éxito de la evaluación, dada su experiencia en el terreno, su conocimiento de las especies locales y sus capacidades sensoriales, mientras que los científicos contribuyeron con métodos estándar y herramientas para registrar las observaciones y los datos.
También fue evidente que la evaluación debería verse como un paso en la construcción de una imagen completa de la biodiversidad del área. “El último día registramos tres nuevas especies que no habíamos documentado en los días anteriores” dijo Snyder. “Solo me puedo imaginar cuántas más especies habrá y que simplemente o no tuvimos el tiempo o no estuvimos en el lugar y momento correctos para verlos, es decir, hay un elemento de suerte cuando estás haciendo este tipo de investigación. Pero realmente me llamó la atención que este es un lugar increíblemente biodiverso, y sería desgarrador ver que algo le sucediera”, aseguró.
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El Programa de Manejo Sostenible de la Vida Silvestre (SWM) es parte de una iniciativa de la Organización de los Estados de África, el Caribe y el Pacífico (OACPS), financiada por la Unión Europea con cofinanciación del Fondo Francés para el Medio Ambiente Mundial (FFEM) y la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD). Su ejecución corre a cargo de un dinámico consorcio de socios que incluye a CIFOR, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Wildlife Conservation Society y el Centro Francés de Investigación Agrícola y para el Desarrollo (CIRAD).
Para más información sobre el Programa SWM en Guyana, póngase en contacto con Nathalie van Vliet en nathalievanvliet@yahoo.com (en inglés y español).
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