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Si usted desea invertir de manera directa en la preservación de la Amazonía, podría simplemente animarse a comprar castañas, señala el investigador de CIFOR Peter Cronkleton, coautor de un nuevo estudio que evalúa la explotación de castañas desde una perspectiva socioecológica.

Las pesadas y nutritivas castañas parecen algo sacado de un retrato modelo del concepto de “conservación a través del uso”. Los árboles que crecen en el bosque de la Amazonía son gigantes: pueden alcanzar más de 50 metros de altura y vivir hasta 400 años. Los frutos, que tienen el tamaño de una pelota de sóftbol y contienen alrededor de 20 castañas cada uno, son recolectados del suelo del bosque en temporada de lluvia por los recolectores de los bosques, que mantienen derechos consuetudinarios del recurso en muchas áreas.

Como coautora, la investigadora de CIFOR Amy Duchelle confirma: “Es un producto que representa el sustento de miles de familias en esa región, y, esencialmente, le da valor al bosque en pie”. Afirma que se trata de un sistema relativamente sostenible, pero que está bajo amenaza.

   Las leyes peruanas prohíben la tala de árboles de castañas de Brasil (Bertholletia excelsa), pero el bosque que está alrededor ha sido deforestado, afectando la producción de castañas en el departamento de Madre de Dios (Perú). Foto por Marco Simola/CIFOR.

EL MISMO BOSQUE, DIFERENTES MARCOS

La región suroeste de la Amazonía, en la que crecen la mayoría de los árboles de castañas, se extiende en tres países: Brasil, Bolivia y Perú. Antes del siglo XX, la zona no estaba definida con claridad mediante fronteras nacionales, pero se encontraba en manos de los magnates del caucho y era habitada por sus trabajadores, explica Cronkleton.

Cuando se establecieron los límites, los diferentes marcos políticos incidieron en la manera en que las personas definían el acceso, los tipos de derechos que tenían en el bosque y el grado de vinculación que tenían con los mercados nacionales, indica Cronkleton. “Es por eso que, hasta cierto punto, es un experimento natural que muestra cómo se adaptan las personas en diferentes contextos de gobernanza forestal en cada país”.

Tal como agrega Duchelle: “Es muy interesante: se tiene un ecosistema de bosque similar, pero la forma en que se utiliza es completamente diferente solo con cruzar la frontera. Hablamos de unos treinta kilómetros [entre algunos sitios de estudio] y es un mundo totalmente diferente”.

Es un producto (la castaña) que representa el sustento de miles de familias en esa región (Amazonía), y, esencialmente, le da valor al bosque en pie”.

Amy Duchelle, investigadora de CIFOR

En el lado brasileño de la frontera, en el estado de Acre, las castañas son “solo un componente de un conjunto de medios de vida mucho más diverso”, destaca Duchelle. La reciente construcción de nuevas carreteras e infraestructura, junto con una sólida cultura ganadera, aumenta la tentación de los lugareños a desmontar tierras boscosas para la ganadería a expensas de los bosques ricos en castañas.

En el departamento vecino de Pando (Bolivia), las comunidades dependen mucho más del aprovechamiento de castañas, ya que es “realmente una de las principales actividades de sustento que tienen”, indica Duchelle. Allí, existe un problema más apremiante y los títulos para las áreas de árboles de castañas están incompletos, lo que hace que sea difícil para los residentes reclamar y defender sus recursos, agrega Cronkleton.

Del mismo modo, explica que en la región adyacente de Madre de Dios (Perú), el complejo sistema de concesiones plantea desafíos, porque las áreas de concesión para la recolección de castañas no siempre están bien definidas, y a menudo se superponen con las áreas destinadas a la agricultura y la minería, que pueden impulsar la deforestación. Además, las regulaciones para la extracción de castañas y otros productos forestales, como la madera, a menudo generan conflictos de uso dentro del mismo bosque de concesión.

El autor líder Manuel Guariguata, quien es científico principal de CIFOR, agrega: “Hasta ahora, nuestro estudio es el único que reúne un conjunto integral de bibliografía que presenta a los tres países que producen todas las castañas consumidas a nivel mundial. Aunque se han desarrollado varias investigaciones que examinaron los diferentes aspectos de las castañas en distintos lugares de la cuenca de la Amazonía, por lo general han tenido un enfoque más limitado”.

AMENAZAS Y OPORTUNIDADES

Si bien los árboles de castañas están protegidos de la tala por medio de leyes en los tres países, la deforestación intensa en las áreas circundantes puede afectar la productividad de los árboles, explica el ecologista Pieter Zuidema, otro coautor del estudio. También puede perjudicar la capacidad de los recolectores para hacer frente a la gran variación natural en la productividad de los árboles de castañas año tras año. Por lo general, durante los años de bajo rendimiento, “lo que hacen los recolectores de castañas es adentrarse aún más en la profundidad del bosque [para buscar castañas]. Con el aumento de la deforestación, ese potencial ya no existe. Por lo tanto, reduce la resistencia de todo el sistema”, indica Zuidema.

Sin embargo, agrega que defender los bosques ricos en castañas no significa necesariamente impedir que las personas continúen realizando actividades allí. Si se ejecuta correctamente, el manejo integrado de múltiples usos forestales, tales como el aprovechamiento de madera de baja intensidad y el turismo ecológico, combinados con la recolección de castañas, podría ser una actividad rentable y sostenible.

El esquema de Reducción de Emisiones de la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD+) respaldado por la ONU también ofrece una oportunidad para lograr que la conservación de los bosques de castañas sea más viable en el ámbito financiero, a través de iniciativas que compensen a los lugareños para conservar los bosques en pie. Es posible que esto requiera más claridad sobre los derechos que tienen las personas sobre la tierra y los árboles, así como la forma en que se distribuyen los beneficios, coinciden Duchelle y Cronkleton.

La estabilización de los precios internacionales de las castañas también podría ayudar a que el sistema continúe siendo viable. A menudo consideradas las “primas pobres” de productos de lujo como las avellanas, los precios de las castañas suben y bajan erráticamente en función de las fortunas de otros tipos de frutos secos, indica Cronkleton. Contar con más  apoyo del sector estatal y privado para el sistema de recurso y la expansión del consumo de castañas mediante la sensibilización de los consumidores sobre sus beneficios para la salud, parecen ser piezas importantes del rompecabezas.

Hasta ahora, nuestro estudio es el único que reúne un conjunto integral de bibliografía que presenta a los tres países que producen todas las castañas consumidas a nivel mundial”.

Manuel Guariguata, científico principal de CIFOR
   Procesamiento de castañas en Puerto Maldonado (Perú). Foto por Marco Simola/CIFOR.

UNA INVERSIÓN ÉTICA Y COMESTIBLE

Regresemos a la imagen de las pesadas y densas castañas en los paquetes de frutos secos mixtos de las tiendas de alimentos saludables. Es verdad que son más grandes que el tamaño de un bocado, admite Cronkleton, y puede que no tengan el dulzor de las almendras, ni sean tan cremosos como los anacardos.

Sin embargo, las castañas contienen altos niveles de selenio (un oligoelemento con propiedades antioxidantes que está ausente en muchos suelos) y ácidos grasos que ayudan a reducir enfermedades cardíacas. ¿Y qué otro producto que proviene del bosque amazónico podría comprar usted tanta seguridad de una contribución con la ética social y ambiental?

Duchelle confiesa que ya no le agrada tanto el sabor de las castañas, después de haber comido demasiadas, tan frescas, directo del suelo del bosque, durante su trabajo de campo en la región. “¡Pero las como de todos modos!”. Proclama entre risas y convicción: “Lo hago porque es una manera de apoyar los medios de vida en la Amazonía”.

Foto de portada por Neil Palmer/CIAT.


Para obtener más información sobre este tema, puede ponerse en contacto con Manuel Guariguata en m.guariguata@cgiar.org.

Esta investigación se realizó gracias al soporte del Programa KNOWFOR del Departamento de Desarrollo Internacional (DFID) del Reino Unido.

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