Puede parecer contradictorio poner por delante los intereses humanos al abordar una cuestión ambiental tan compleja y técnica como las turberas. Sin embargo, el Global Landscapes Forum: Peatlands Matter (“Las turberas importan”) buscó demostrar que la experiencia local es un componente fundamental para planear el mejor curso de acción para estos paisajes que cubren menos de 3-5 por ciento de la superficie de la Tierra pero contienen más de 30 por ciento del carbono almacenado en el suelo de todo el mundo.
“Pienso que es hora de calibrar esta discusión, comenzando por las voces locales”, dijo Peter Holmgren, director general del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR). “Cuando ponemos en primer lugar a las personas, podemos lograr avances con el clima también”.
El foro de un día, celebrado en el hotel JS Luwansa de Yakarta el 18 de mayo pasado, se llevó a cabo menos de dos años después de los devastadores incendios de turberas de 2015 en Indonesia, que atrajeron la atención mundial hacia la enorme importancia y peligrosa fragilidad de las turberas.
Luego de un periodo relativamente libre de incendios debido a una mayor toma de conciencia y a iniciativas de mitigación, sumadas a los efectos de enfriamiento de La Niña de 2016, el desafío ahora es mantener estos sumideros de carbono en el centro de la atención mundial y continuar protegiendo estos ricos paisajes.
“Las comunidades sufrieron pérdidas económicas, enfermedades, e incluso la muerte”, dijo Holmgren. “Y aunque los medios de comunicación ya no dicen nada, las comunidades aún siguen luchando”.
La respuesta del Foro a este desafío fue poner a las comunidades en el centro del debate, aprender de sus diversas experiencias sobre el terreno, y compartir sus conocimientos con formuladores de políticas, científicos, agentes de desarrollo, actores del sector privado, y entre unos y otros.
PERSPECTIVAS COMUNITARIAS
La moderadora de la plenaria, Damayanti Buchori, profesora de la Universidad Agrícola de Bogor, Indonesia, empezó el día con una pregunta: ¿La ciencia está beneficiando a las comunidades locales?
La clave para asegurar que así sea, dijo, es a través de diálogos constructivos y la obtención de nuevos conocimientos a partir de las historias de quienes viven en ecosistemas de turberas.
Esto marcó la tónica para el día, que fue más allá de las discusiones técnicas sobre la investigación de turberas al presentar experiencias de primera mano de los actores involucrados en estos paisajes.
Durante la primera sesión plenaria, titulada Perspectivas y prioridades comunitarias en las turberas, un exmaestro de escuela de Kalimantan, Indonesia, describió cómo ideó una forma de aumentar la fertilidad de los suelos de turberas sin tener que recurrir al método tradicional de roza y quema. Por su parte, un miembro de la comunidad de Riau, Indonesia, recordó cómo su bisabuelo se ganaba la vida a principios del siglo XX cultivando y exportando sagú (fécula que se extrae de una especie de palmera) de su parcela de turberas, en lugar de aceite de palma que requiere drenar la turba para crecer.
“Lo que se necesita es cooperación entre las comunidades y el gobierno”, dijo Eddy, agricultor y líder de una comunidad de Sumatra, Indonesia, y uno de los panelistas. “Creo que los errores del pasado se deben a la falta de cooperación. Las comunidades indígenas han sido expulsadas por las corporaciones. La cooperación nos puede permitir plantar cultivos en áreas de turberas. Necesitamos conservarlas y restaurarlas para nuestro sustento”.
En la segunda sesión plenaria, titulada Las turberas en el mundo: desafíos y oportunidades, líderes medioambientales de la República Democrática del Congo y Perú, donde se encuentran algunas de las mayores regiones de turberas del mundo, compartieron sus desafíos, buenas prácticas y oportunidades para mejorar la gestión de las turberas.