La tala ilegal puede parecer una historia sencilla: Un hombre malo, sin el permiso de las autoridades o de las comunidades locales, tala árboles para obtener grandes ganancias, causando de este modo un gran daño a las personas y al ambiente.
La mayoría de los habitantes urbanos, en particular, los occidentales, se forman imágenes estereotipadas de bosques quemados y decenas de orgullosos hombres, mujeres y niños indígenas junto a suntuosos animales que pierden sus hogares a causa de este hecho brutal.
También imaginan a alguien, en algún lugar, viviendo la dolce vita gracias a una abultada cuenta bancaria escondida en algún paraíso fiscal, mientras que funcionarios corruptos reciben satisfechos los sobornos que permitieron el transporte y el comercio de la madera ilegal.
Sin embargo, la tala ilegal es mucho más compleja que esta sencilla historia, es decir, que si bien el cuento anterior está masificado, no es verídico. Para poder adoptar medidas destinadas a frenar la tala ilegal, primero se requiere de mucho trabajo para poder evaluar mejor las causas de la actividad, la compleja dinámica, el impacto y los trade-offs que genera.
Esa fue la misión detrás de un informe ejecutado por un grupo de más de 40 científicos, liderados por Daniela Kleinschmit. Este fue presentado en la decimotercera reunión de la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP13) realizada en Cancún, México, en diciembre de 2016. El informe fue publicado como una Evaluación de Respuesta Rápida bajo los auspicios de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (UIFRO) y de la Asociación de Colaboración en materia de Bosques (CPF).
El estudio arroja luz sobre los distintos niveles de complejidad inherentes a la tala ilegal, ayudándonos de ese modo a determinar dónde y cuándo son necesarias las intervenciones para hacer frente a este fenómeno y para identificar los casos en los que se pueden aplicar medidas preventivas.
La tala ilegal no es un asunto sencillo. Por el contrario, se la podría comparar con una “matrioska”, una muñeca rusa que contiene, a su vez, muchas muñecas (o niveles) dentro. Si nos concentramos solo en el exterior, es probable que no seamos capaces de comprender qué es lo que sucede y que, por tanto, no podamos marcar una verdadera diferencia.
A continuación, compartimos nuestras perspectivas, las cuales se desprenden de los distintos niveles (no se enumeran por orden de importancia):
PEZ GORDO, PEZ FLACO
Las definiciones son importantes. Así pues, veamos el primer nivel. La investigación ha demostrado que dentro del universo de la tala ilegal existen dos grandes grupos de personas: aquellos que viven en o cerca de los bosques y que talan árboles para mantener o mejorar su subsistencia, y aquellos que penetran en esos bosques sin la autorización requerida.
Entre estos grupos existe mucha interacción. A menudo, aquellas personas sin autorización compran la madera conseguida por el otro grupo. Es una cuestión de “pez flaco” versus “pez gordo” o de necesidad versus avaricia, donde el más grande explota al más pequeño en forma sistemática.
La tala ilegal no es un asunto sencillo. Por el contrario, se la podría comparar con una “matrioska”, una muñeca rusa que contiene, a su vez, muchas muñecas (o niveles) dentro. Si nos concentramos solo en el exterior, es probable que no seamos capaces de comprender qué es lo que sucede y que, por tanto, no podamos marcar una verdadera diferencia"
De este modo, podemos equiparar al “pez flaco” con las poblaciones locales (agricultores tradicionales, inmigrantes locales, indígenas). A menudo, estos grupos tienen acceso a parcelas pequeñas y, en algunos casos, controlan las tierras colectivas y utilizan herramientas artesanales para la extracción y el procesamiento de la madera (por ejemplo, hachas, serruchos o motosierras).
Algunos de estos “peces pequeños” se convertirán en taladores profesionales. Con todo, serán considerados actores “informales”, puesto que sus actividades, en general, son invisibles para las economías regionales. Sin importar cómo los denominemos, en la mayoría de los casos, resulta casi imposible para estos usuarios forestales locales extraer madera de forma legal.
Esto ocurre porque las leyes actuales se encuadran en un modelo particular de explotación forestal: tala industrial, intensiva y a gran escala destinada a los mercados madereros internacionales. Es por ello que quizás, el mote de taladores “ilegales” implicaría asumir que estos grupos tienen por objeto infringir la ley cuando, en realidad, en la mayoría de los casos, dichas leyes no existen.
Por esta razón, seamos claros respecto de quién debería ser el blanco de los esfuerzos destinados a frenar la tala ilegal. Debemos reconocer que tanto los “peces gordos” como los “peces flacos” están implicados. El informe propone realizar una investigación más profunda acerca de las redes de tala ilegal y de los múltiples actores que participan en ellas.
Si usted tiene poder de decisión y está apurado o sufre presiones para actuar en cuestiones de tala ilegal, al menos aplique este principio precautorio: asegúrese de no perjudicar el sustento de los pequeños productores, de los taladores artesanales y de sus familias. No son los delincuentes. O bien no cuentan con los medios necesarios para cumplir las complicadas leyes actuales o bien las leyes no se ajustan a su forma particular de explotación maderera.
BUENAS CIFRAS, MALAS CIFRAS
Precisamos cifras exactas acerca de los porcentajes y volúmenes de tala ilegal. Además, es necesario contar con estimaciones por sector, producto, especie, región y país, como también con estimaciones de todo el mercado maderero internacional. Estos cálculos deben ser tan exactos y detallados como sea posible, para evitar mezclar a los “peces gordos” con los “peces flacos”.
En la actualidad, muchos países recopilan datos primarios sobre el aprovechamiento, el procesamiento y la exportación. Sin embargo, esta información a menudo se encuentra incompleta, está expresada en distintas unidades (lo cual supone un problema conforme aumentan los tipos de producto) y es recopilada por diversos ministerios. Entonces, si bien estos datos existen, es muy difícil tener acceso a ellos debido al alto nivel de reserva que los envuelve.
Por otra parte, dado que los pequeños productores y taladores en general no figuran de manera oficial en las estadísticas nacionales; o, peor aún, son considerados delincuentes a los ojos de la ley, su actividad no se encuentra registrada en la mayoría de los países productores de madera. De esta manera, continúan siendo invisibles.
Considerar delincuentes a los usuarios forestales locales es una excusa que ponen los funcionarios, incluida la policía y las fuerzas armadas, para continuar recibiendo millones (ilegalmente, por supuesto) en forma de sobornos ofrecidos por pequeños productores y taladores.
Ahora vayamos al segundo nivel. Existe una necesidad indiscutible de contar con mejores datos sobre la madera que se produce y se exporta. Por fortuna, ya se están realizando esfuerzos, como el Seguimiento Independiente del Mercado llevado a cabo por la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (OIMT).
También existe la necesidad urgente de contar con datos sobre la madera que se produce y se consume en el mercado interno. La información limitada a los mercados de exportación obstaculizaría en gran medida nuestra capacidad de comprender y de encontrar soluciones destinadas a los miles de pequeños productores y taladores que proveen madera a los mercados internos. En este sentido, las investigaciones han demostrado que dichos mercados tienden a ser incluso más dinámicos que los mercados de exportación.
Muchos problemas importantes, como la deforestación o la degradación forestal, las cuestiones de distribución relativas a los mercados madereros y los efectos sociales relacionados, como la captura por la élite y la corrupción, se relacionan con la extracción de madera destinada a abastecer estos dos tipos de mercado. Ambos mercados están estrechamente vinculados e incluyen madera talada de forma tanto legal como ilegal.
Aunque el sector de la tala ilegal se encuentre oculto debido a su propia naturaleza, un conocimiento más transparente, integral e interrelacionado del sector legal ayudaría a arrojar luz sobre los puntos oscuros que resulten de su evaluación, desde las zonas de producción hasta los mercados finales"
Aunque el sector de la tala ilegal se encuentre oculto debido a su propia naturaleza, un conocimiento más transparente, integral e interrelacionado del sector legal ayudaría a arrojar luz sobre los puntos oscuros que resulten de su evaluación, desde las zonas de producción hasta los mercados finales.
Al fin y al cabo, los troncos obtenidos deben ser transportados por grandes camiones, embarcaciones y contenedores (lo cual implica importantes transacciones) antes de convertirse en productos de consumo complejos, por ejemplo, muebles. Por lo general, la mejor manera de ocultar los troncos es a plena luz, entre datos incompletos o adulterados de las transacciones de madera legal.
MALOS MUCHACHOS, BUENOS MUCHACHOS
Esta probablemente será nuestra reflexión más discutible, y también la más difícil de redactar. Cuando realizamos investigaciones sobre los pequeños taladores, descubrimos distintas maneras en las que estas personas realizan su trabajo, algo que puede usarse en su contra, lo que genera una mayor criminalización y una pérdida del trabajo y del medio de vida. Con todo, si los niveles anteriores se abordaron de manera adecuada (incluida la claridad de los objetivos y los mejores datos), podremos desentrañar un nivel adicional de esta compleja matrioska que supone la tala ilegal.
En la mayoría de los países, en particular, en los productores de madera, los delitos forestales no son considerados delitos. Esto significa que las leyes forestales (dentro de las cuales la tala ilegal es tan solo una parte) no son sancionadas conforme el derecho penal. Esto dificulta en gran medida los esfuerzos nacionales e internacionales por luchar contra este comportamiento, dado que así se restringen las herramientas que las fuerzas del orden público pueden utilizar.
¿Por qué resulta tan difícil incorporar la tala ilegal al derecho penal? En el informe se destacan dos cuestiones fundamentales.
En primer lugar, ya es hora de romper con la falta de comunicación y colaboración que generalmente se aprecia en las políticas nacionales de manejo forestal o ambiental. Por motivos incomprensibles, parece haber un acuerdo tácito por el cual los bosques, en términos de políticas, corresponden al ministerio a cargo de los bosques o del ambiente. Nadie más puede opinar al respecto.
De este modo, los ministerios sienten el derecho de tomar decisiones oscuras y definitivas sobre diversos asuntos, entre ellos: quién tiene derecho a acceder a la tierra y a sus recursos, qué constituye la mejor cubierta terrestre y el mejor uso de la tierra, las especificaciones técnicas aplicadas a las actividades que se desarrollan en esas tierras, los pagos que pueden y no pueden realizarse, la supervisión de las actividades (o, en muchos casos, su inexistencia) y, por último, incluso la sanción de actividades y la negociación de sanciones.
Los ministerios, solo en pocos casos, se encuentran en una posición adecuada para tomar estas decisiones en un marco consultivo e integrado en dicho proceso de toma de decisión. Los ministerios de agricultura, de administración territorial, de minas, de finanzas y, por supuesto, de justicia, rara vez forman parte de este “juego del bosque”. Esto es desafortunado, pues tienen un papel importante que va más allá de las capacidades actuales y del mandato de los ministerios que se ocupan de los bosques.
Precisamos cifras exactas acerca de los porcentajes y volúmenes de tala ilegal. Además, es necesario contar con estimaciones por sector, producto, especie, región y país, como también con estimaciones de todo el mercado maderero internacional"
En segundo lugar, la madera no es un producto comestible. Esto modifica en forma considerable las consecuencias en el comportamiento de los consumidores. A pesar de las imágenes impactantes que utilizan las ONG en sus campañas contra la tala ilegal, los compradores a lo largo de la cadena de valor (compañías procesadoras, minoristas, mayoristas y consumidores finales) prestan menos atención a un pedazo de madera ilegal que a alimentos o medicamentos producidos de forma ilegal y que podría tener un efecto nocivo en su salud.
Sin embargo, si nos importa la salud de la humanidad a largo plazo, deberíamos comenzar a preguntarnos más acerca del origen y de los procesos de producción cuando compramos productos madereros. Solicite respuestas claras, inmediatas y transparentes, o bien diríjase a otra tienda que pueda brindárselas. Esto ayudará a generar una mejor vida, tanto para los pequeños productores como para aquellos que luchan contra la tala ilegal.
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