Muchos países han incluido a los bosques y las actividades del uso de la tierra como parte de sus esfuerzos para reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Pero, como afirman los expertos que trabajan en la contabilidad de carbono, estos no podrán gestionar lo que no puedan medir y monitorear.
En el pasado, muchos países en desarrollo simplemente no tenían la capacidad de monitorear sus bosques y las emisiones de carbono derivadas de actividades relacionas; pero ahora la investigación muestra que en la última década ha habido una mejora considerable impulsada en gran medida por la lucha contra el cambio climático.
“Si hay capacidad de monitoreo de bosques en un país, está ahí por una razón”, dice Martin Herold, investigador asociado del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) y uno de los coautores de un nuevo documento que ha evaluado la capacidad de monitoreo de 99 países.
“Monitorear el cambio del área de bosque, así como la deforestación y la reforestación para evaluar el estado del clima es algo relativamente nuevo. En el pasado, los países en desarrollo no contaban con muchos incentivos para eso”.
Pero la vigilancia de los bosques se convirtió en una prioridad para muchos países tropicales durante los años 1970 y 1980, con el auge de la industria maderera. Cuando el apoyo global hacia la tala disminuyó, cerca del inicio del milenio, también lo hizo el interés de algunos países por el seguimiento del estado de sus árboles.
Más adelante, como parte la lucha contra el cambio climático, los esquemas basados en resultados como REDD+ suministraron un nuevo incentivo para el control de los bosques a nivel nacional.
“Es importante saber dónde y cuánto están están cambiando los bosques, y también lo que impulsa procesos como la deforestación o la reforestación”, explica Erika Romijn, autora principal del estudio.
“Si los países conocen esto, podrán implementar mejores políticas, e iniciar acciones dirigidas a mitigar el cambio climático”.
MAYOR CAPACIDAD
Los bosques tropicales son particularmente importantes para el clima, ya que pueden almacenar 50% más de carbono en sus árboles que otros tipos de bosques.
Romijn, Herold y sus colegas analizaron datos de 99 países en los trópicos y subtrópicos. Se incluyeron los datos y resultados más recientes de la evaluación de los recursos forestales mundiales de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FRA) para analizar la capacidad de cada país para vigilar el cambio de su superficie forestal.
También evaluaron la capacidad de los países para desarrollar estudios en el terreno respecto al número y especie de árboles, la biomasa forestal, los suelos, y la facilidad de registro de los diferentes reservorios de carbono forestal, considerando estos en escalas de “muy bueno” a “bajo”.
Una comparación con resultados de hace 10 años reveló grandes mejoras. La porción de los bosques tropicales del mundo con una “buena” o “muy buena” vigilancia del cambio del área forestal y las capacidades de teledetección aumentaron de 69% en 2005 a 83% en 2015, abarcando casi 1700 millones de hectáreas de bosques en el año 2015. La capacidad para llevar a cabo “buenos” o “muy buenos” inventarios basados en muestreos de campo también aumentó, de 38% en 2005 a 66% en 2015.
También se observaron mejoras país por país. En 2015, 54 de los 99 países tenían buena o muy buena monitorización del cambio de área de sus bosques, frente a 37 países en el 2005. Esto quiere decir que los países fueron capaces de producir sus propios mapas de cambio forestal.
Pero los gobiernos también están utilizando datos satelitales para vigilar su superficie forestal, como las imágenes de Landsat de la NASA. Estos datos se archivan y ponen a disposición de forma gratuita, pero el análisis de los datos requiere la habilidad de manejar el software, una conexión a internet óptima, y buena infraestructura para almacenamiento de datos.
En algunos países, especialmente en África, incluso la descarga de estos inmensos archivos puede representar un desafío técnico, según Romijn.
Si no se puede medir, entonces no se puede monitorear. Y si no se puede monitorear, no se puede gestionar”
IMPULSO GLOBAL
El estudio también encontró que los programas mundiales apoyaron las mejoras, en particular el Programa Nacional ONU-REDD y el Programa Nacional de Evaluación y Vigilancia Forestal de la FAO. Así, de los países que participaron en el programa de la FAO, el 86% mejoró sus capacidades, mientras que el 79% de los participantes del programa ONU –REDD lo hizo.
Pero esto no ha resultado en todos los casos. Algunos países que participan en los programas nacionales de ONU-REDD, por ejemplo, aún no han mostrado ninguna mejoría en su Monitoreo y Evaluación de los Recursos Forestales Nacionales para la FAO.
“No todos los países cuentan con adecuada capacidad. Aún se requiere mucho esfuerzo para mejorar y mantener las habilidades”, dice Romijn. “Estos programas internacionales como los de la FAO, ONU-REDD y el del Banco Mundial, están brindando apoyo y deberían mantenerlo en el futuro”.
Lo que más se necesita mejorar es la capacidad para monitorear e informar sobre los depósitos de carbono de los bosques, lo que requiere mediciones en el terreno de la biomasa, así como la materia orgánica, madera muerta y follaje en el suelo.
En 2015, sólo 15 países tenían informes de calidad de sus reservas de carbono. A pesar de una notable mejora, considerando que en 2015 solo eran tres países, aún estamos lejos de contar con lo necesario para tomar decisiones políticas globales respecto al clima.
“Esta información es muy importante si se quiere gestionar bien los bosques”, dijo Herold.
“Si no se puede medir, entonces no se puede monitorear. Y si no se puede monitorear, no se puede gestionar”.
Para más información sobre este tema, por favor contacte a Martin Herold en martin.herold@wur.nl o a Erika Romijn en erika.romijn@gmail.com
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