Ursula Rakova es originaria de las Islas Carteret, ubicadas frente a la costa de Papúa Nueva Guinea. Para Rakova, así como la comunidad de 2.700 habitantes, el cambio climático ya es un fenómeno tangible: el aumento del nivel del mar está erosionando rápidamente el litoral y produciendo fuertes impactos en la seguridad alimentaria de las islas. Rakova y otros miembros de su organización comunitaria de mujeres, llamada Tulele Peisa (“navegando solas con el viento”), están trabajando para reubicar a las comunidades afectadas en zonas más seguras.
Una semana antes de la finalización del Acuerdo de París, Rakova tomó la palabra en el Pabellón Temático de Género del Global Landscapes Forum 2015. Cuando se le preguntó acerca de sus esperanzas y expectativas por el nuevo acuerdo sobre el clima, su respuesta fue simple: “Nosotros seguiremos haciendo lo que hemos estado haciendo, haya un acuerdo o no. Pero la pregunta es: ¿el mundo va a esperar a que esta gente se ahogue o vamos a hacer algo al respecto ahora?”.
En gran medida, el Acuerdo de París no ha logrado establecer cumplimiento y rendición de cuentas en lo que respecta a la igualdad de género"
LA BATALLA “2.2”
Aunque muchos comentaristas han señalado con gran preocupación la evidente brecha existente entre el efecto acumulado de las Contribuciones Previstas y Determinadas a Nivel Nacional (INDC, por sus siglas en inglés) y la meta de mantenernos muy por debajo de los 2 grados centígrados”, el Acuerdo de París ha sido calificado en gran medida como un éxito por los medios de comunicación mundiales. Sin embargo, las reacciones de muchos grupos de la sociedad civil han sido menos entusiastas.
Una importante área de descontento entre los participantes de la conferencia que impulsaban la inclusión de lenguaje en relación a derechos humanos, la igualdad de género y los derechos de los pueblos indígenas, se debió a la ausencia de tales referencias en la mayoria de las secciones del acuerdo. Las referencias al género, por ejemplo, fueron omitidas, o nunca incluidas, en las secciones sobre mitigación, financiamiento y transferencia de tecnología, entre otras.
La mayor decepción fue la eliminación a último momento del lenguaje relativo a los derechos humanos del artículo 2.2 de la parte dispositiva del Acuerdo.
En un comunicado de prensa del pasado 12 de diciembre, el Grupo de Mujeres y Género de la CMNUCC lo explicó de la siguiente manera:
“Creemos que la inclusión de lenguaje operativo sobre igualdad de género, junto a otros derechos fundamentales, en el artículo 2, en la definición del propósito del acuerdo, habría hecho mucho por asegurar que todas las acciones climáticas futuras tomen en cuenta los derechos, las necesidades y las perspectivas de las mujeres y los hombres, y por alentar la participación plena e igualitaria de las mujeres en la toma de decisiones. Este era el momento de fijar el camino correcto, el camino justo para la acción climática”.
Durante las dos semanas de negociaciones en París, el lenguaje sobre derechos del artículo 2.2 fue reformulado, omitido por algunas Partes y reinsertado nuevamente por otras, para finalmente terminar apareciendo en el preámbulo del acuerdo, que no es jurídicamente vinculante. El género también es mencionado en el artículo 7, sobre adaptación, y en el artículo 11, sobre capacitación.
¿DÓNDE ESTAMOS AHORA?
En gran medida, el Acuerdo de París no ha logrado establecer cumplimiento y rendición de cuentas en lo que respecta a la igualdad de género. Como un hecho más positivo, cabe destacar que al 18 de noviembre de 2015, 55 INDC (39%) incluyen referencias voluntarias al género. Adicionalmente, el preámbulo del Acuerdo, al instar a las partes a “[…] respetar, promover y tomar en consideración sus respectivas obligaciones en materia de derechos humanos […] igualdad de género, empoderamiento de las mujeres y equidad intergeneracional”, al menos las alentará a considerar abordar dichos temas en las INDC que aún no toman en cuenta el género (que representan un 80-90% de las emisiones mundiales de GEI) cuando las revisen en el año 2020.
Algo aún más positivo es que existe abundante evidencia y experiencia disponible para que los responsables políticos sepan cómo abordar de la mejor manera posible los temas de género en las políticas sobre el clima y la acción climática, en diversos contextos y en diferentes niveles. Esto se hizo evidente en el Global Landscapes Forum, donde se realizaron sesiones sobre diversos aspectos de género y cambio climático.
Las presentaciones y los debates reunieron a investigadores y profesionales de una amplia variedad de organizaciones de todo el mundo. Como quedó demostrado durante las sesiones, las cuestiones de género son transversales para comprender y abordar la adaptación y mitigación del cambio climático.
Los debates revelaron también que ya se encuentran en marcha abundantes acciones climáticas con perspectiva de género, a cargo de actores que van desde organizaciones de mujeres indígenas locales hasta ONG internacionales y organizaciones de la ONU.
El paso siguiente es que toda esta evidencia y experiencia sobre lo que funciona y lo que no, nutra el proceso de implementación del acuerdo. Las presentaciones de Houria Djoudi, acerca de su trabajo sobre el género y la adaptación en África Occidental, y de Amy Duchelle, sobre género y REDD+, demostraron que Cifor se encuentra bien posicionado para apoyar este proceso.
Pero aún queda mucho por hacer. Aunque nos complace el mandato codificado del Acuerdo para conservar y mejorar los bosques (“sumideros y depósitos”), los debates del Global Landscapes Forum revelaron la falta de evidencia cuantitativa y cualitativa sobre los posibles cobeneficios y compensaciones asociados con las diversas opciones de adaptación y mitigación.
Más importante aún, en ausencia de un mandato claro en el Acuerdo, las organizaciones que trabajan sobre temas climáticos y de género tienen que redoblar esfuerzos para garantizar que los responsables políticos tengan acceso a la evidencia y las experiencia colectivas sobre la integración del género en las políticas climáticas. La colaboración y la coordinación entre centros de investigación, profesionales y promotores en varios niveles probablemente contribuyan a esto.
Ursula Rakova y Tulele Peisa seguirán haciendo lo que han estado haciendo a pesar del resultado un tanto decepcionante de las negociaciones de la COP21. Pero gracias a su activa participación en París y en otros lugares, muchas personas de todo el mundo ya han oído sus voces.
Por ello, cuando volvamos a nuestras oficinas para iniciar la siguiente etapa del trabajo, nuestra tarea deberá ser asegurar que nuestros hallazgos, experiencia y recomendaciones sean escuchadas por los responsables políticos.
Para obtener más información sobre este tema, por favor póngase en contacto con Markus Ihalainen en m.ihalainen@cgiar.org
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