LIMA, Perú- Está a punto de ocurrir. Y este es el momento de actuar. Las inminentes manifestaciones del cambio climático constituyen un reto para los planificadores de políticas, quienes tienen la misión de prever sus posibles impactos e implementar planes de adaptación para enfrentar los peores efectos en la próxima década.
Gracias a la existencia de más y mejores datos y herramientas para la exploración de escenarios futuros, se pueden tomar decisiones sobre la gestión del suelo, evaluar las mejores inversiones y establecer estrategias para la adaptación al cambio climático y para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos a partir del 2015, señalaron investigadores en una sesión del Global Landscapes Forum 2014, celebrado en Lima el pasado diciembre.
El foro fue organizado por el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el marco de la conferencia anual de la ONU sobre cambio climático. El evento congregó a más de 1.700 participantes de 90 países, incluyendo negociadores sobre el clima, ministros, directores de empresas, líderes indígenas, líderes de la sociedad civil e investigadores.
Herramientas de toma de decisiones para la agricultura sostenible y resiliente al clima: el caso de Brasil, del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR)
PREDICCIÓN DE IMPACTOS
Utilizando el Modelo brasileño de uso del suelo (BLUM, por sus siglas en inglés), planificadores de ese país combinaron datos hidrometeorológicos, espaciales y económicos para predecir los cambios inducidos por el clima en la producción agrícola y ganadera.
El modelo les permitió explorar la línea de base y escenarios futuros pesimistas y optimistas en el ámbito regional, señaló Rodrigo Lima, gerente general de AGROICONE, una firma consultora brasileña especializada en agricultura, energía y sostenibilidad.
Al proyectar los cambios en la productividad para tierras de pastoreo, maíz y soya entre 2010 y 2030, descubrieron que las tierras agrícolas de primera calidad del “cinturón de cereales” del sur de Brasil podría reducirse de 32 millones de hectáreas a alrededor de 27 y 29 millones de hectáreas.
Incluso las tierras agrícolas de “bajo riesgo climático” en el sur brasileño podrían reducirse entre el 2020 y 2030.
“En términos espaciales, este es un resultado relevante con importantes implicaciones políticas para Brasil”, comentó Erick Fernandes, asesor agrícola del Banco Mundial.
En conjunto, el país podría perder hasta 10 de sus 60 millones de hectáreas de tierras de cultivo, dijo Lima.
Una reducción de las tierras de cultivo podría aumentar los precios de los productos agrícolas hasta duplicar la participación de la agricultura en la economía del país en las próximas décadas: una buena noticia para los agricultores, pero no así para los consumidores, que verían un incremento en los precios de los alimentos. También podría conducir a un aumento de la deforestación con el fin de despejar más tierras para cultivos, dijo Lima.
Los planificadores deben considerar no solo los impactos a nivel nacional, sino también los efectos locales y regionales en la pobreza, los medios de subsistencia y los pequeños agricultores. Algunos de estos efectos e impactos podrían mitigarse mediante un uso intensivo de las tierras de pastoreo o desplazando algunos cultivos a otras áreas, pero estas medidas de adaptación requieren planificación y decisiones políticas.
El desafío será transformar las tierras de cultivo y pastizales degradados, que son fuentes de gases de efecto invernadero (GEI), en sistemas de cultivo vibrantes y diversificados que sirvan como sumideros de GEI, dijo Fernandes.
“Se puede hacer”, dijo, pero “se necesitarían una o dos décadas para lograrlo”.
Impactos del cambio climático sobre la agricultura brasileña para 2030, del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR)
OBJETIVO: RESTAURACIÓN
El desafío global de restaurar 150 millones de hectáreas de tierras degradadas para el año 2020 y 350 millones para 2030, sumado al objetivo latinoamericano de restaurar 20 millones de hectáreas para el año 2020, brinda oportunidades para vincular el financiamiento multilateral a la restauración, dijo Patrick Wiley, consultor de política forestal senior de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Utilizando la Metodología de Evaluación de Oportunidades de Restauración (ROAM, por sus siglas en inglés), los planificadores de políticas pueden identificar los mejores lugares para llevar a cabo actividades de restauración y las mejores estrategias para la seguridad alimentaria y del agua, dijo Wiley.
Con esta herramienta se pueden identificar los principales problemas causados por la degradación del suelo, establecer metas y reunirse con los grupos de interés para determinar los tipos de tierras degradadas y las acciones de restauración más factibles, cuantificar los costos y beneficios, estimar el valor del carbono secuestrado en el paisaje y analizar opciones de financiamiento.
Una herramienta como ROAM ayuda a los planificadores a justificar sus inversiones en rehabilitación del suelo, especialmente sobre los beneficios locales que se generan, tales como puestos de trabajo, dijo Wiley.
LLENANDO LOS VACÍOS DE INFORMACIÓN
Las políticas eficaces de gestión del suelo y de los bosques necesitan evidencia sólida, y la Red de Pobreza y Medio Ambiente (PEN) busca llenar los vacíos de información existentes. Mediante encuestas a hogares, los investigadores están reuniendo datos de más de 50 lugares de estudio en 24 países en vías de desarrollo de los trópicos.
“La pregunta de investigación clave es cuánto contribuyen los recursos forestales y no cultivados a los ingresos del hogar”, dijo Sven Wunder, científico principal de CIFOR, quien tiene a su cargo la coordinación del proyecto.
Los lugares de estudio fueron seleccionados porque representaban una amplia variedad de regiones geográficas, infraestructura, densidad poblacional, tipos de bosques, sistemas de tenencia de tierras, niveles de pobreza y acceso a los mercados.
La información muestra que el 22% de los ingresos de los hogares provienen de bosques y un 6,4 %, de otros recursos extractivos. Combinado, este monto es casi igual al de los ingresos que perciben por la agricultura.
Los centros de estadísticas pueden utilizar estos datos para prever escenarios más precisos de los impactos ambientales sobre los ingresos de los hogares rurales, dijo Wunder. La información de la PEN también se puede combinar con datos climáticos para identificar patrones y ayudar a la planificación de proyectos de REDD+.
Actualmente CIFOR está trabajando con la FAO, el Banco Mundial y otras organizaciones para desarrollar un módulo forestal para la red.
Estas herramientas se desarrollaron como parte de KNOWFOR, un esfuerzo conjunto de CIFOR, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y el programa PROFOR del Banco Mundial.
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