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Productores de papa del Perú enfrentan el cambio climático con innovación

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Una mujer recoge papas en Huancayo, Perú. Poco a poco, el calentamiento global ha obligado a los agricultores andinos a sembrar sus cultivos a mayores alturas. Fotografía: Elmer Ayala.

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Una mujer recoge papas en Huancayo, Perú. Poco a poco, el calentamiento global ha obligado a los agricultores andinos a sembrar sus cultivos a mayores alturas. Fotografía: Elmer Ayala.

Una mujer recoge papas en Huancayo, Perú. Poco a poco, el calentamiento global ha obligado a los agricultores andinos a sembrar sus cultivos a mayores alturas. Fotografía: Elmer Ayala.

LIMA, Perú — A medida que el calentamiento global reduce las tierras aptas para el cultivo de papas, los agricultores quechuas de los Andes peruanos dicen que estos cambios son una señal de que la Madre Tierra (Mamapacha, en quechua) está enojada, según Alejandro Argumedo, director de la Asociación para la Naturaleza y el Desarrollo Sostenible (ANDES).

En el “Parque de la Papa”, cerca de Cusco, Perú, los agricultores se han unido a los científicos para proteger las papas, parte esencial de la dieta de sus familias, dijo Argumedo en el Global Landscapes Forum 2014, organizado por CIFOR, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en el marco de la conferencia anual de las Naciones Unidas sobre cambio climático en Lima, Perú. El evento congregó a más de 1.700 personas procedentes de 90 países, incluyendo a negociadores nacionales sobre el clima, ministros, directores ejecutivos de empresas, líderes indígenas, líderes de la sociedad civil e investigadores.

Durante milenios, los agricultores andinos se han adaptado a condiciones climáticas extremas, incluyendo fuertes lluvias y sequías provocadas por el fenómeno El Niño, pero en décadas recientes los cambios se han acelerado, aseveró Argumedo.

Los agricultores cultivan papas a grandes alturas, donde las bajas temperaturas mantienen plagas y enfermedades bajo control. Sin embargo, durante las últimas tres décadas, el aumento de las temperaturas los ha obligado a sembrar a altitudes cada vez mayores.

En 1982, los campos de cultivo de menor altura se encontraban a unos 3.900 metros sobre el nivel del mar; durante el 2014, estaban 200 metros más arriba, según Dave Ellis, jefe del banco de germoplasma del Centro Internacional de la Papa (CIP) en Lima.

Los agricultores han notado también otros cambios en años recientes, entre ellos el retroceso de los glaciares de los picos cercanos, cambios en las precipitaciones pluviales y condiciones climáticas más extremas.

Seis comunidades se unieron en el año 2000 para crear el Parque de la Papa, que combina la agricultura con otras actividades tradicionales y el ecoturismo, generando diversas fuentes de ingresos.

También se propusieron conservar sus variedades de papas nativas y recuperar la diversidad genética que se había perdido con el tiempo.

El CIP les ha proporcionado cerca de 400 variedades de su colección. A cambio, las comunidades le han donado a este centro muestras de más de 200 variedades.

LABORATORIO VIVIENTE

Los científicos del CIP también están estudiando los efectos del cambio climático sobre las papas nativas, capacitando a los agricultores para que trabajen con ellos en la investigación y en la capacitación de miembros de otras comunidades.

Durante tres años, han sembrado parcelas a intervalos de altitud de 100 metros. Los científicos y los agricultores trabajan juntos en la planificación, la siembra y la cosecha de las parcelas, y analizan los resultados en conjunto.

Entre sus hallazgos encontraron que los agricultores ya habían estado mejorando sus papas, seleccionándolas por su resistencia a las plagas y por su tolerancia a condiciones extremas como sequías y heladas. Su selección de variedades ha sido similar a la de los científicos del CIP, dice Ellis, quien se refiere al Parque de la Papa como “un laboratorio viviente”.

Pero este no es el único lugar donde los agricultores están probando nuevas técnicas para conservar o mejorar los cultivos tradicionales y proteger la seguridad alimentaria, señala Krystyna Swiderska del Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo en Londres (IIED, por sus siglas en inglés), quien actualmente estudia 64 aldeas en zonas de riesgo ya afectadas por el cambio climático en China, la India, Kenia y el Perú.

Entre las estrategias utilizadas por agricultores en los cuatro países están el reemplazo de variedades híbridas por cultivos tradicionales, y la siembra de una combinación de variedades de rápido crecimiento y resistentes a las sequías para reducir el riesgo producido por condiciones meteorológicas extremas.

“La capacidad local para innovar es realmente fundamental para la resiliencia”, enfatizó Swiderska.

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