En poco menos de un mes se iniciará el segundo Foro Global sobre Paisajes (GLF) en Lima, Perú. El año pasado aumentó el interés y el compromiso por acercar la perspectiva de los paisajes a los retos clave del desarrollo, a través de nuevas investigaciones, alianzas, diversos blogs, seminarios, paneles y conferencias; trabajos innovadores en materia de financiamiento; y recientes iniciativas de política que se alinean bien con el enfoque basado en paisajes, como la Declaración de Rio Branco del Grupo de Trabajo de Gobernadores sobre Clima y Bosques (GCF) y la Alliance on Climate-Smart Agriculture (Alianza Global para la Agricultura Climáticamente Inteligente).
En pocas palabras, los paisajes están recibiendo mucha atención.
Parece haber un consenso amplio de que es una buena idea trabajar de manera intersectorial y hallar soluciones conjuntas para los paisajes. El supuesto generalizado es que de esa manera tendríamos una mejor oportunidad de satisfacer algunos de los retos fundamentales de nuestro tiempo -la seguridad alimentaria, la pobreza, el cambio climático, el suministro de agua potable, la conservación de la biodiversidad-, mediante el trabajo conjunto sobre el terreno.
Este es sin duda un buen punto de partida. Pero existe el riesgo de que continuemos hablando sobre paisajes sin llegar a producir impacto alguno en el mundo real. Hay una cierta urgencia por demostrar cómo el enfoque de paisajes puede producir una diferencia, y cómo puede ampliarse para satisfacer nuestras expectativas. Pero será mejor si es que el Foro de Lima se centra en cómo podemos poner en práctica el enfoque de paisajes, y que podamos aprender de las muchas experiencias que se presentarán allí.
Un inconveniente parece ser que el “enfoque de paisajes” en confuso de por sí. Durante un período relativamente largo -varias décadas, por lo menos- la forma de pensar basada en los paisajes ha surgido dentro de una amplia variedad de iniciativas, investigaciones y disciplinas con poca interacción entre sí.
Como consecuencia de ello, existen literalmente cientos de aplicaciones, cada una con ligeras diferencias de las demás, en el “enfoque de paisaje” que no son fáciles de conciliar. Actualmente, CIFOR está realizando un mapeo sistemático de los enfoques de paisajes, que se espera nos dé más luces acerca de este tema antes del inicio del GLF en Lima.
Es sin embargo fundamental encontrar un terreno y un lenguaje en común. El éxito depende de que el enfoque de paisajes tenga una aceptación amplia, y también de que reciba atención política en niveles que puedan tender puentes y vincular prioridades sectoriales más limitadas. Además, a partir de las aplicaciones ya existentes (aunque diferentes entre sí) del enfoque de paisajes, sería muy útil encontrar un denominador común que permita presentar el argumento central de una manera clara, y que apoye los esfuerzos de investigación transversales. Esto refleja la necesidad de definir el “enfoque de paisajes” en términos muy genéricos.
En el pasado, he abogado a favor de una definición genérica de “paisaje” como “un lugar con la gobernanza en su sitio”, señalando que debemos abrazar la gran variedad de paisajes que encontramos en el mundo real (grandes y pequeños, formales e informales, prístinos o explotados). Del mismo modo, he estado a favor de un lenguaje común que permita expresar los objetivos e indicadores de desempeño de los paisajes, con el propósito de crear oportunidades para ampliar su escala (por ejemplo, soluciones de financiamiento). Esta vez, sugiero que el “enfoque de paisajes” sea explicado de una manera tal, que genere aceptación universal y proporcione un marco analítico útil para impulsar aún más la investigación y el desarrollo.
El “enfoque de paisajes” podría entonces ser definido como “partes interesadas considerando sus múltiples objetivos en un paisaje, estableciendo prioridades, pasando a la acción y monitoreando sus avances”, lo que guarda correspondencia con una revisión de experiencias a nivel de paisajes realizada en 2012.
Teniendo en cuenta además que esta definición sugiere que el enfoque de paisajes no se trata en lo fundamental del logro de objetivos de desempeño biofísico predefinidos, sino más bien de la negociación de múltiples valores.
Además de ser aplicable a cualquier paisaje, la definición anterior también podría conciliar la mayor parte, si no todas, de las muchas experiencias importantes de las aplicaciones de enfoques de paisajes que encontramos en la literatura (véase la Figura 1).
Figura 1. Relaciones entre diversos paisajes, una definición genérica del “enfoque de paisajes”, y diversas aplicaciones de este enfoque.
Pero esto no basta. Podemos coincidir en una definición básica de lo que es un “enfoque de paisaje” pero aún así no satisfacer la necesidad de un marco de análisis que pueda ayudar al avance de la investigación y el desarrollo. En este sentido, existe una consideración importante acerca de la valoración. Si el enfoque de paisajes se trata de negociar valores entre distintos objetivos, entonces debemos ser capaces de comparar resultados entre dichos distintos objetivos. Para un economista neoclásico esto es conceptualmente sencillo, ya que todos los valores se reducen a una sola dimensión en la cual la medición y el análisis se realizan con valores monetarios. Esto es teoría económica tradicional, y también se aplica en iniciativas importantes en la contabilidad del capital natural.
Sin embargo, por razones prácticas, éticas y de eficiencia de costos, esta no siempre será la metodología preferida en un entorno de paisajes. Más bien es posible que a menudo nos enfrentemos a situaciones en las que debemos comparar y equilibrar de manera pragmática manzanas y peras (o tal vez bosques y cultivos, o producción de alimentos y almacenamiento de carbono, o beneficios económicos y conservación). Por tanto, es necesario aplicar metodologías de toma de decisiones con múltiples objetivos, que no requieren comparar todos los valores en una sola escala de medición.
En otras palabras, esto significa que debemos considerar la importancia de los diferentes objetivos y resultados como una parte integral del enfoque de paisajes.
Aunque esto pueda sonar complejo, en muchos casos una aplicación en el mundo real puede implicar decisiones bastante sencillas entre acciones concretas sobre, por ejemplo, una granja. En otras situaciones, puede involucrar un proceso muy sofisticado de modelación y planificación de escenarios para analizar opciones de política de mayor escala. El punto clave es que los métodos de objetivos múltiples pueden proporcionar una base teórica para el enfoque de paisajes, y conducir hacia un marco analítico que ayude a investigar y analizar el desempeño y los impactos de las aplicaciones del enfoque de paisajes.
Espero con ansias un interesante y animado debate sobre cómo llevar el enfoque de paisajes a una siguiente etapa.
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