BOGOR, Indonesia — El éxito de la Amazonia brasileña es la mejor evidencia de que es posible reducir la deforestación y revertir la crisis del clima, según Daniel Nepstad, director ejecutivo del Earth Innovation Institute.
“Realmente necesitamos simplificar las cosas y aunar esfuerzos si queremos hacerle frente a esta crisis del cambio climático, la escasez de alimentos, y conservación forestal. Hay gran evidencia de que esto funciona, como nos muestra Brasil”, dijo Nepstad, ecólogo forestal de renombre que estudia el uso del suelo en la Amazonia desde hace 30 años, en una entrevista con Los bosques en las noticias.
Para convertir la crisis en una revolución necesitamos superar la intensa fragmentación que hemos visto.
“Creo que es posible tener más alimentos, más bosques, menos emisiones y mejores medios de vida. Se puede hacer”.
Nepstad es uno de los seis panelistas que compartieron ‘grandes ideas’ en el Coloquio sobre los Bosques y el Clima: Nuevo pensamiento para el cambio transformador en Nueva York el 24 de septiembre pasado. El coloquio fue organizado conjuntamente por el Centro de Investigación Forestal Internacional (CIFOR) y el Earth Institute de la Universidad de Columbia.
A continuación una transcripción editada de la entrevista.
¿Cuál es la ‘gran idea’ que usted presentó en el evento?
Estamos frente a una crisis global que podría convertirse en una revolución global.
El cambio climático y el rápido crecimiento del consumo humano de alimentos, combustibles y fibras están impulsando la expansión agrícola, especialmente en los trópicos. Esta tendencia podría acelerar la deforestación tropical, liberando grandes cantidades de carbono a la atmósfera, empeorando así el cambio climático. O podríamos superar esta crisis y producir más alimentos en las tierras que ya están deforestadas.
Para convertir la crisis en revolución necesitamos superar la intensa fragmentación que hemos visto —tenemos enfoques voluntarios del sector privado, enfoques de políticas, enfoques internacionales como REDD+— y tenemos que encontrar la manera de reunirlos en una escala que realmente haga la diferencia.
Está empezando a suceder; estamos viendo progresos hacia un enfoque ascendente de la sostenibilidad agrícola a lo largo de grandes territorios que eventualmente podría vincularse a estándares internacionales para los productos agrícolas y para el financiamiento del cambio climático. Ante todo, este enfoque tiene que funcionar para la Amazonía, para Borneo, para la gente en el campo que participa en estos sistemas de producción.
¿Cómo se puede superar esta división?
El primer paso es establecer una definición exitosa con la que todos puedan vivir en diferentes lugares: condados, provincias y eventualmente naciones. El segundo paso consiste en poder monitorear dicho éxito a nivel regional, y el tercero crear incentivos que impulsen el desarrollo rural para obtener más alimentos, más bosques, mejores medios de vida y menos emisiones. Los incentivos no tienen que ser financieros; algunos de los incentivos más poderosos en el corto plazo pueden referirse simplemente a una reorganización de la burocracia para hacerla más eficiente a fin de poder hacer negocios. No se necesitan grandes sumas de dinero de REDD+ para obtener los incentivos adecuados; solo hay que eliminar algunos de los trámites burocráticos.
En Brasil esto ya está sucediendo. Hay un acuerdo multisectorial sobre la deforestación que básicamente trata de juntar lo que actualmente son líneas de política conflictivas. Pronto podría llenarse un vacío importante; la moratoria de la soya está llegando a su fin en diciembre, el acuerdo sobre el ganado está pasando un momento difícil puesto que abarca solo el 30% del mercado, el nuevo Código Forestal está actuando como un remolino que le está quitando todo el ímpetu a las discusiones sobre deforestación y sostenibilidad. Y sin embargo, hay un grupo de sectores —soya, carne vacuna, finanzas, gobiernos estatales— que se han estado reuniendo durante los últimos 18 meses para llegar a una definición de éxito con hitos cuantitativos para la reducción de la deforestación, y la primera ronda de incentivos que impulsarían la región hacia ese éxito.
También vemos progresos a nivel mundial. Hace poco, en Acre, Brasil, el Grupo de trabajo de los Gobernadores sobre Clima y Bosques firmó una declaración para reducir la deforestación en un 80% para el 2020. Eso abarca una cuarta parte de los bosques tropicales del mundo, la mayor parte de Indonesia, la mayor parte de la Amazonia.
Así que realmente es un tiempo de fragmentación, pero un tiempo en que podría haber una fusión entre lo que han sido iniciativas de cadena de suministro a nivel de finca agrícola donde prima el mecanismo de la certificación, e iniciativas de política que implican medidas de aplicación de la ley e incentivos fiscales que pueden llevar esta transformación a mayor escala.
¿Qué significa en la práctica ampliar la escala de las medidas de reducción de la deforestación?
El cambio de paradigma está en decir, tu propiedad está en una región que está alcanzando sus hitos de reducción de deforestación, y por lo tanto estás listo para ir al mercado; en vez de decir, tu propiedad está certificada como sostenible, lo cual es muy importante, pero difícil de aumentar en términos de escala, en parte porque es muy costoso llevar a cabo auditorías en propiedades individuales.
En Brasil nos estamos acercando a un acuerdo multisectorial con un programa de monitoreo de apoyo para que cualquier inversionista, cualquier comprador de soya o carne vacuna pueda preguntar: “Bueno, mis cadenas de suministro quieren trabajar con estos cuatro condados, así que ¿cómo están estos avanzando hacia este hito de sostenibilidad… ¡Oh! Ya han alcanzado su meta, no necesitan preocuparse hasta 2018, y entonces se trata de un lugar de bajo riesgo para mí como mi fuente de abastecimiento”.
Usted ha escrito mucho sobre la impresionante reducción de la deforestación en Brasil en la última década. ¿Podría darse lo mismo en otros países o fue una feliz coincidencia de acontecimientos?
Probablemente deriva del deseo del presidente Luiz Ignácio Lula da Silva de ser un líder internacional y posicionar a Brasil como potencia internacional. Él vio la deforestación de la Amazonia como una piedra en su zapato, y en 2004 le dio a Marina Silva el poder para hacerle frente.
Cuando llevó la deforestación de la Amazonia a su propio gabinete, eso facilitó un nuevo nivel de aplicación de los controles. Pero hay muchos aspectos a tener en cuenta.
La mitad de la reducción mundial de la deforestación lograda en los últimos ocho años tuvo lugar en el estado de Mato Grosso. Una figura como Blairo Maggi es una especie de símbolo del cambio global más amplio.
El que los gobernadores proclamen una reducción de 80% en la deforestación para el año 2020 no tiene sentido por sí solo. Pero si se convierte en la excusa que promueve el diálogo y el cambio, y la integración de políticas, entonces sí lo tiene.
Que los gobernadores proclamen una reducción de 80% en la deforestación para el año 2020 no tiene sentido por sí solo. Pero si se convierte en la excusa que sirve para impulsar el diálogo y el cambio, para conseguir la integración políticas, entonces puede avanzar.
Maggi es un magnate de la soya muy exitoso que fue gobernador de Mato Grosso. Lo conocí en 2004 y empezamos a conversar mucho, pues yo tenía un gran experimento en una de sus fincas. Pero vi cómo todo su discurso pasó de “Tenemos que alimentar al mundo, tenemos que derribar los bosques” —manifestando su desprecio por Greenpeace— a darse cuenta de que era buen negocio adoptar la sostenibilidad en una escala más amplia.
Pasó de ganar el premio Motosierra de Oro del Año en 2005, a lanzar la meta de reducción de la deforestación más ambiciosa en la Cumbre de Copenhague en 2009: 89% para 2020. Y Mato Grosso alcanzó esa meta bastante temprano, en 2012.
Así fue de increíble este giro. Y creo que allí se ve el mercado rechazando la deforestación de las cadenas de suministro, ayudado por el hecho, muy conveniente por cierto, de que la carne vacuna se estaba intensificando en un área de pastos cada vez menor, abriendo espacio para la soja y reduciendo la necesidad de despejar bosques.
¿Cuál es su reflexión sobre las tareas futuras?
Realmente tenemos que simplificar y aunar esfuerzos si queremos hacerle frente al cambio climático, la escasez de alimentos, y la crisis de conservación forestal que está surgiendo. Y hay gran evidencia de que esto funciona, como nos muestra Brasil.
Creo que es posible tener más alimentos, más bosques, menos emisiones y mejores medios de vida. Se puede hacer.
¿Por qué son importantes eventos de discusión sobre cambio climático?
Son una especie de estacas en el terreno alrededor de las cuales se puede hacer avanzar las cosas. Así, el que los gobernadores proclamen una reducción de 80% en la deforestación para el año 2020 no tiene sentido por sí solo. Pero si se convierte en la excusa que sirve para impulsar el diálogo y el cambio, para conseguir la integración políticas, entonces puede avanzar. Y creo que eventos como el coloquio de Nueva York permiten llevar a los líderes a la mesa de discusión y convertirse en parte de la narrativa pública sobre estos temas.
Para más información acerca del Coloquio sobre los Bosques y el Clima, haga clic aquí.
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