La investigación forestal es una temática compleja. Y también lo es la nutrición. Cuando los profesionales de estos dos campos empiezan a dialogar, como ocurre cada vez con más frecuencia hoy en día, el uso indebido de terminología o datos desactualizados pueden interferir con una buena comunicación.
En los últimos tres años se ha visto un importante aumento en el interés por la seguridad alimentaria y la nutrición en los campos forestal y de conservación, incluyendo una conferencia internacional organizada por la FAO y un panel de revisión dirigido por IUFRO.
Al mismo tiempo, las prioridades, el estado del conocimiento y los temas focales clave en el ámbito de la seguridad alimentaria y la nutrición también han evolucionado rápidamente. Algunos hitos clave han marcado una creciente toma de conciencia acerca de la importancia de los factores ambientales y agrícolas para la seguridad alimentaria y la nutrición.
En 2012, el Estado de la inseguridad alimentaria en el mundo de la FAO incluyó por primera vez un enfoque sobre múltiples formas de desnutrición. El informe destaca la percepción creciente de que, por sí solos, los enfoques tradicionales para combatir el hambre y la desnutrición no son suficiente.
Los conceptos erróneos sobre la seguridad alimentaria y la nutrición son muy comunes".
Esta comprensión se consolidó en el 2013 con las series sobre Nutrición Materna e Infantil publicadas por la revista británica The Lancet, que introdujeron el compromiso con los enfoques sensibles a la nutrición para la agricultura en la corriente principal de pensamiento sobre la nutrición.
Hoy, el escenario está preparado para el desarrollo de investigación interdisciplinaria y debates políticos productivos que involucren a diversos ministerios y partes interesadas, tales como el Grupo de Alto Nivel de Expertos en Seguridad Alimentaria y Nutrición.
Pero para que los debates sean valiosos, tenemos que hablar el mismo idioma.
En lo personal, como alguien que cuenta con un doctorado en nutrición humana, trabajar en CIFOR me ha ofrecido muchas oportunidades para la discusión de temas de seguridad alimentaria y nutrición con una amplia variedad de investigadores, responsables políticos y profesionales de la conservación, la forestería y la gestión de los recursos naturales.
Y gracias a ello me he dado cuenta de que los conceptos erróneos sobre la seguridad alimentaria y la nutrición son muy comunes. Esto es comprensible dados los rápidos cambios en el conocimiento sobre seguridad alimentaria y nutrición.
Aquí presento los tres principales escollos que he encontrado.
Supuesto 1: Las proteínas son la razón por la que los seres humanos necesitan alimentos de origen animal
Se puede encontrar afirmaciones como esta en muchos artículos sobre carne de monte. Pero aunque esta “obsesión por las proteínas” fue dejada de lado hace varios años en las investigaciones sobre nutrición, aún persiste en las investigaciones sobre bosques y seguridad alimentaria.
Sabemos hoy en día que las necesidades humanas por proteínas en realidad no son muy elevadas, y que pueden ser fácilmente satisfechas con proteínas de origen vegetal. De hecho, aparte de situaciones de conflicto y hambruna, muy pocas poblaciones del mundo sufren de deficiencias de proteínas.
Dicho esto, consumir cantidades moderadas de alimentos de origen animal puede mejorar la nutrición, especialmente en poblaciones con carencias de micronutrientes. Los alimentos de origen animal son una de las pocas y mejores fuentes de hierro, zinc y vitamina B12 —algunas de las deficiencias más comunes a nivel mundial—. Y es más fácil que el cuerpo las absorba de alimentos de origen animal que de alimentos vegetales.
Así pues, empezar un artículo afirmando que los alimentos de origen animal son esenciales para prevenir la deficiencia de proteínas no invalida la importancia de la carne de monte para la seguridad alimentaria y la nutrición, pero sí podría dejar a muchos nutricionistas con un gesto de escepticismo en el rostro.
Supuesto 2: Un aumento de los ingresos mejora la dieta y la nutrición
Esto suena lógico. Es especialmente comprensible considerando el fuerte enfoque existente sobre la importancia de los bosques para los medios de vida, y la valoración de los bosques, los productos forestales no maderables, el carbono y otros servicios ambientales en las últimas décadas.
Hemos pasado mucho tiempo demostrando que los bosques son importantes para los medios de vida de la población local, pero no nos hemos detenido a preguntarnos si una mejora de los ingresos conducirá a un mayor bienestar, incluyendo una mejor salud y nutrición.
Es cierto que, a nivel nacional y en el largo plazo, las personas más ricas por lo general tienen una mejor nutrición. Pero a nivel individual y comunitario, transitar de la agricultura de subsistencia o de la caza y la recolección hacia economías basadas en el dinero en efectivo no necesariamente conduce a mejores dietas, especialmente para las comunidades rurales dependientes de los bosques en países en desarrollo.
La razón es que las familias no necesariamente gastan los ingresos adicionales en alimentos sanos. O, simplemente, no tienen dinero suficiente para reemplazar los alimentos de origen silvestre o de cría/cultivo a los que ya no tienen acceso debido a cambios en la forma en que las personas emplean su tiempo o en la tenencia de los recursos.
La transición de la dieta y la nutrición se aparta de las dietas tradicionales hacia una dieta cargada de alimentos procesados, grasas, sal y azúcar refinada, y el mayor riesgo asociado de sufrir de obesidad, diabetes y enfermedades del corazón.
Con el fin de contribuir al esfuerzo mundial para mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición, la comunidad forestal y de conservación debe tener como objetivo no solo mejorar los medios de vida de las comunidades rurales pobres, sino hacerlo de una manera tal que lleve a una mejora de la calidad y diversidad de sus dietas.
Supuesto 3: La malnutrición es causada principalmente por una falta de calorías (energía)
Se trata de otra sobresimplificación. Se presenta con frecuencia, por ejemplo, en discusiones sobre las ventajas y desventajas del uso de la tierra para la producción de alimentos frente a la conservación.
Existen varios problemas con este supuesto. Actualmente reconocemos tres formas principales de malnutrición en el mundo: la desnutrición (en forma de hambre o de una ingesta de energía inadecuada), la deficiencia de micronutrientes y la sobrealimentación.
Hay menos personas sufriendo de hambre que de deficiencia de micronutrientes o de sobrealimentación.
La gran mayoría de personas con algún tipo de malnutrición viven en países de medianos y bajos ingresos. Y muchos países, comunidades e incluso personas a menudo lidian con más de una forma de malnutrición al mismo tiempo (por ejemplo, en algunas poblaciones las mujeres con sobrepeso son más propensas a tener una deficiencia de hierro).
Ignorar las dos últimas formas de malnutrición en las discusiones acerca de las relaciones entre los bosques y la seguridad alimentaria y nutrición, puede parecer anticuado o incluso irrelevante.
Un gran problema es que las diferentes formas de medir la desnutrición pueden resultar confusas. Técnicamente, la “desnutrición” se define por lo general como la ingesta (o absorción y utilización) de cualquier nutriente esencial de manera insuficiente para satisfacer las necesidades del invididuo (necesidades que a menudo se incrementan debido a infecciones y enfermedades). Dado que las necesidades individuales de un nutriente determinado varían en función de la etapa del ciclo de vida, la salud y la genética, sigue siendo casi imposible determinarlas sobre el terreno.
Debido a esto, desde hace tiempo muchos prefieren las medidas físicas como indicadores de desnutrición. El retraso del crecimiento —la relación entre la altura y la edad en un niño, en comparación con una población sana— puede ser determinado rápidamente y se ha convertido en una de las formas habituales para medir la “desnutrición crónica”.
Solíamos creer que el retraso del crecimiento era causado por un consumo inadecuado de energía (calorías) y proteínas en el largo plazo. Pero las investigaciones muestran ahora que, en la mayoría de contextos, el retraso del crecimiento está más fuertemente vinculado a la deficiencia de micronutrientes y a las infecciones reiteradas.
HABLANDO EL MISMO IDIOMA
Si queremos comunicarnos eficazmente con la comunidad dedicada a los temas de la seguridad alimentaria y la nutrición, debemos utilizar su terminología de manera específica y correcta. Por ejemplo, perdemos terreno con muchos nutricionistas cuando afirmamos que una mejora de la calidad de la dieta equivale automáticamente a una mejora de la “nutrición”, sin abordar también las tasas de infección.
Se pueden presentar sólidos argumentos sobre el rol que cumplen los bosques y los sistemas agrícolas basados en árboles en el suministro de alimentos nutricionalmente importantes, tales como frutas, verduras y alimentos de origen animal (incluidos los peces y los insectos). La evidencia al respecto es cada vez mayor, pero no hubo nunca, como hasta hoy, una gran necesidad de que todos empleemos de manera correcta nuestos datos y terminología.
Me gustaría exhortar a todos los interesados en estas relaciones a que se tomen el tiempo de leer algunas de las publicaciones recientes y aprendan la terminología (o, como mínimo, soliciten la opinión de alguien con experiencia en temas de seguridad alimentaria y nutrición).
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