Si hay una lección que aprender de los numerosos esfuerzos de conservación realizados en todo el mundo, es que lo que funciona en un lugar puede no tener ningún impacto en otro —o peor aún, puede tener un efecto negativo—.
¿Por qué los resultados son tan diferentes y qué pueden aprender de ello los investigadores y los responsables de la formulación de políticas?
Una de las razones de la disparidad es que “el contexto importa”, según Arild Angelsen, Investigador Asociado Principal del Centro para Investigación Forestal Internacional y el Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF) y profesor de economía de la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida de Aas (Noruega).
Pero también es importante entender qué aspectos del contexto influyen en los resultados, aclara. Lamentarse de que cada caso es diferente, y, por lo tanto, no se puede extraer lecciones generales, es tan poco útil como intentar encontrar una solución única para la pérdida de bosques del planeta, que asciende a unos 100 000 kilómetros cuadrados al año, principalmente en los países tropicales.
Angelsen y Julia Naime, investigadora postdoctoral del CIFOR-ICRAF en la misma universidad, se propusieron buscar qué patrones hay en la deforestación como parte de la fase 4 del Estudio Global Comparativo sobre REDD+ (GCS REDD+) de CIFOR, parte de CIFOR-ICRAF. En colaboración con la Universidad de Wageningen (en los Países Bajos), desde donde la investigadora Niki De Sy dirigió el análisis, el objetivo era ver si podían ayudar a los responsables de la formulación de políticas a determinar qué tipo de estrategias pueden funcionar mejor en determinadas situaciones, y por qué.
El primer paso consistió en analizar la pérdida de cobertura forestal y las razones (o causas) de la deforestación. El resultado fue una serie de siete “arquetipos” de deforestación, o situaciones con características sociales y ecológicas comunes.
“Sabemos que hay muchos factores que impulsan la deforestación, algo que se lleva estudiando muchos años”, afirma Naime. “Hay diferentes contextos, diferentes causas y diferentes actores. El objetivo del análisis de arquetipos es encontrar patrones generales en distintos casos de deforestación”.
La investigación es pionera en la aplicación del enfoque de arquetipos para identificar patrones de deforestación tropical a nivel mundial (con un enfoque más detallado en Perú, Brasil, la República Democrática del Congo e Indonesia), dijo Naime en una reciente reunión del Grupo Asesor de Ciencia y Políticas Públicas del GCS REDD+ en Perú, donde se presentaron resultados preliminares.
Para crear los arquetipos, los investigadores calcularon cuánto bosque se había perdido a lo largo de dos décadas. También analizaron la tasa anual de pérdida de bosques y si era superior al 1 % (en un área de 5 kilómetros por 5 kilómetros) antes y después de 2015, para determinar si se trataba de una actividad relativamente nueva y si se estaba acelerando o ralentizando.
Entender las tendencias locales de pérdida de bosques es importante para diseñar políticas eficaces, afirman los investigadores.
Los patrones abarcaron desde bosques intactos (o conservados) en un extremo de la escala, hasta tierras antaño boscosas utilizadas ahora para la agricultura u otras actividades humanas en el otro extremo, con una serie de escenarios de cambio de uso del suelo en el medio.
A partir de esa información, los investigadores crearon una serie de tipos de patrones, a los que denominan “arquetipos de deforestación”. Cada arquetipo tiene sus propias características y riesgos, lo que permite comparar situaciones en distintas zonas de los países tropicales del mundo.
En algunos lugares, la cobertura forestal sigue intacta o está ligeramente degradada, pero existe riesgo de deforestación en zonas accesibles por carretera o atractivas para la agricultura o la ganadería, afirma Naime.
Las áreas actualmente deforestadas se consideran frentes de deforestación, con distintos grados de severidad. Los frentes con deforestación “emergente” tienen una cobertura forestal elevada antes de 2015, pero han perdido más del uno por ciento de esa cubierta anualmente desde entonces.
Los frentes “activos” han perdido bosque a ese ritmo antes y después de 2015, lo que indica una tendencia más prolongada. Los frentes “debilitados” perdieron más del uno por ciento de la cubierta forestal anualmente antes de 2015, pero no después; y los frentes “graduales” o “inactivos” perdieron bosque a un ritmo inferior al uno por ciento anual antes y después de 2015.
“Una vez que describimos los patrones de deforestación, lo siguiente que tratamos de hacer es identificar los impulsores, como los principales cultivos que se producen en esos lugares”, dice Naime. “Eso está limitado por la disponibilidad de datos, pero hemos identificado algunas categorías básicas”.
El uso del suelo puede incluir plantaciones, cultivos, rebrote de cultivos y praderas o pastos, por ejemplo, o la pérdida de bosques puede deberse a la expansión urbana o a las inundaciones, explica.
Cuando los investigadores asignaron colores a los arquetipos y los aplicaron a un mapa de Perú, uno de los cuatro países que es parte del GCS REDD+, los patrones de cambio de uso del suelo saltaron a la vista.
En Perú, casi el 70 % de la superficie que mapearon aún contiene una cubierta arbórea bien conservada, que denominaron “bosque conservado”. Sin embargo, hay grandes franjas de frentes activos con una pérdida de bosques de moderada a alta, incluida una curva de minería de oro no regulada en el sur y una agricultura en expansión en el centro. La pérdida moderada de bosque a lo largo del sinuoso río Ucayali muestra dónde ha cambiado de curso a lo largo de los años esta vía fluvial serpenteante y estacionalmente inundada.
Los frentes emergentes —zonas de pérdida de bosques que han aparecido desde 2015— son menos numerosos, pero muestran dónde la rápida aplicación de políticas eficaces podría frenar una mayor deforestación. En la región central de Ucayali, por ejemplo, una zona activa de pérdida de bosque de alta a moderada limita al este con una franja de frentes emergentes que se adentran en el bosque intacto, una señal de advertencia para los responsables de las políticas que buscan mantener la deforestación bajo control.
Cuando los investigadores aplicaron los mismos criterios a otros países tropicales, aparecieron patrones comunes en determinadas regiones: pastizales en Sudamérica, plantaciones en el sudeste asiático y una mezcla de pastos, agricultura y arbustos en África, por ejemplo. En algunos lugares, la deforestación se detiene en una frontera nacional, lo que implica que las medidas de conservación están funcionando, o el núcleo forestal cruza las fronteras nacionales, señalando un lugar donde la colaboración binacional podría ser posible.
Los investigadores tienen previsto perfeccionar el análisis de arquetipos analizando por qué se han producido los cambios. ¿Es una zona antes boscosa usada hoy para pastos o praderas, plantaciones de árboles o cultivos? ¿Ha sido devorada por la expansión urbana? ¿Han sido los árboles arrasados por inundaciones?
El siguiente paso será desglosar los elementos de las políticas públicas, clasificarlos y examinarlos en el contexto de los arquetipos, para ver qué políticas tienen un impacto y por qué.
Hasta ahora, los investigadores se han sorprendido al descubrir que Sudamérica tiene pocas fronteras “debilitadas”, es decir, lugares donde la deforestación era alta antes de 2015 y baja en los últimos años.
“Parece que una vez que se inicia el proceso, este toma impulso, y se convierte en un círculo que se autorefuerza y retroalimenta. Esto puede estar relacionados con el desarrollo de la infraestructura que viene con las personas”, dice Angelsen. “Así que se vuelve más atractivo, y más gente se traslada, y la deforestación continúa”.
Eso es una señal de alarma.
“Una vez iniciado este proceso, es difícil pararlo”, añade, “así que es importante tener cuidado de no iniciarlo”.
Este trabajo ha sido realizado como parte del Estudio Global Comparativo sobre REDD+ del Centro para la Investigación Forestal Internacional (www.cifor.org/gcs). Entre los socios financiadores que han apoyado esta investigación se encuentran la Agencia Noruega de Cooperación al Desarrollo (NORAD, subvención n.º QZA-21/0124), la Iniciativa Internacional de Protección del Clima (IKI) del Ministerio Federal de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear de Alemania (BMU, subvención n.º 20_III_108) y el Programa de Investigación del CGIAR sobre Bosques, Árboles y Agroforestería (CRP-FTA) con apoyo financiero de los donantes del Fondo del CGIAR.
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