Antes, se ganaba la vida trabajando en un horno de carbón clandestino, que procesaba madera talada de manera ilegal en el bosque. “No quería trabajar allí, pero no tenía otra opción. Necesitaba mantener a mi familia”.
En 2010, el gobierno brasileño lanzó el Programa de Producción Sostenible de Aceite de Palma (PPSOP por sus siglas en portugués), que restringe el cultivo de la palma aceitera a tierras ya despejadas e incentiva a las empresas a incluir a los pequeños agricultores. Como resultado de este programa, cerca de 1.500 familias de pequeños agricultores amazónicos han ingresado al sector de la palma aceitera hasta ahora, explica Frederico Brandão, investigador de CIFOR.
"Cuando vine a vivir aquí me dieron una constancia de propiedad. Solo puedes imaginarlo pero cuando llegué a esta tierra, no había prácticamente nada", dice Da Costa.
Foto por Miguel Pinheiro/CIFOR.
La familia de Da Costa fue una de ellas. Al comienzo, se mostraron escépticos: “Teníamos miedo de empezar a plantar palma aceitera en nuestras tierras. Las personas nos advertían, ‘Si plantas palma aceitera, arruinará tus tierras. No tendrás espacio suficiente para tus propios cultivos y no podrás producir tu harina de yuca”.
Pero para la mayoría de los agricultores, esta preocupación no se ha materializado, dice Brandão. Mediante una combinación de presión de la sociedad civil, interés gubernamental y adopción por parte del sector privado, se ha alentado a los agricultores a mantener sus otros cultivos junto con la palma aceitera, y hasta el momento la seguridad alimentaria no se ha visto particularmente afectada.
A medida que las plantas de palma aceitera alcancen la madurez, la familia Da Costa espera que el cambio rinda sus frutos y les proporcione un ingreso estable.
“Uno no siempre puede vender su harina. Pero con la palma aceitera es distinto: siempre hay un comprador”, dice Da Costa. “Y esa es la clave de todo: que alguien compre lo que produces”.
El aceite de palma se utiliza localmente en la cocina, y en el ámbito internacional en alimentos comerciales y productos de cuidado personal. También se convierte en biocombustible.
Foto por Miguel Pinheiro/CIFOR.
QUIÉN GANA, QUIÉN PIERDE
Si bien historias como la de Elinelson existen, el esquema no puede considerarse un programa de desarrollo inclusivo en su formato actual, dicen los investigadores.
Descubrieron que los pequeños propietarios más marginados tienen menos probabilidades de cumplir los criterios de elegibilidad para participar en el programa. Y dentro de los propios esquemas, los primeros resultados son mixtos y van desde un evidente éxito hasta el casi abandono, con la mayoría de los agricultores en situaciones intermedias.
Los pequeños propietarios involucrados son un grupo diverso, con una amplia variedad de habilidades, recursos y capacidades agrícolas.
Aún es demasiado pronto para entender exactamente por qué algunos tienen éxito donde otros fallan, dicen los investigadores, quienes esperan continuar estudiando el tema y respondiendo a estas preguntas.