Resolver los factores subyacentes tomará tiempo. Este es el momento de decidir sobre las medidas adecuadas para el largo plazo, antes de que se disipen la humareda y la atención".
El uso del fuego en la agricultura tiene sus pros y sus contras. Al ser una herramienta económica para los agricultores pobres, ha sido un factor clave para la producción de alimentos durante milenios. En el año 2000, los incendios forestales cubrieron 350 millones de hectáreas —o aproximadamente el 3% de la superficie terrestre mundial—, la mayor parte en África subsahariana. Es necesario reconocer los beneficios de estos incendios. De hecho, el fuego gestionado adecuadamente cumple un papel importante en muchos paisajes y entornos ecológicos.
Sin embargo, los actuales incendios agrícolas en las turberas del archipiélago indonesio no entran en esta categoría.
Estos ocasionan, en orden de importancia, desastres de salud, desplazamiento de personas, problemas de producción de alimentos, interrupción de los negocios, degradación de la tierra, impacto climático, inestabilidad política y alteración de las relaciones internacionales.
Claramente, las mangueras y las bombas de agua no constituirán un elemento clave para apagar los incendios (pues se requieren lluvias), ni mucho menos para abordar los factores subyacentes.
Como se ha repetido muchas veces en los meses recientes, esta historia se repite cada año. Pero otro patrón que se repite es lo rápido se deja de prestar atención al tema cuando las lluvias marcan el final de la temporada agrícola de incendios.
Ahora, para repetir posturas de años anteriores: ¿qué podemos hacer para romper el ciclo de las densas humaredas en el largo plazo? ¿Cómo podemos abordar los factores subyacentes y lograr soluciones sostenibles?
Para impulsar una nueva versión de esta historia, propongo que abordar el impacto de los incendios sobre el clima global no es la primera prioridad para resolver esta crisis, a pesar de la importancia que tienen los gases de efecto invernadero emitidos, como se ha mencionado en los medios de comunicación. El enfoque principal tampoco se puede centrar en la conservación de la biodiversidad ni en la integridad de los ecosistemas de turberas, por más importantes que estos sean.
Desde una perspectiva de posibles soluciones, puede que estemos destinados al fracaso si empezamos por tratar de resolver las preocupaciones ambientales. Puede que sea más constructivo considerar el impacto reducido sobre el clima y el medio ambiente como un enorme y muy necesario cobeneficio de soluciones a problemas de salud, pobreza, alimentos y gobernanza.
Pero, ¿y ahora qué?
A la larga, las lluvias marcarán el final de la temporada agrícola de desmonte y extinguirán los incendios restantes. Entonces estaremos libres de humaredas por otros tres a nueve meses, aproximadamente.
Los informes noticiosos al respecto desaparecerán rápidamente y darán paso a otros temas de actualidad más tangibles y comercializables. Del mismo modo, la motivación política para un compromiso a largo plazo podría reducirse.
Resolver los factores subyacentes tomará tiempo. Este es el momento de decidir sobre las medidas adecuadas para el largo plazo, antes de que se disipen la humareda y la atención.
En el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) estamos analizando formas de avanzar, junto con nuestros aliados. Hemos definido puntos de partida con el denominador común de que los incendios y la humareda deben ser elevados a un nivel superior y que se debe abordar de manera más amplia el tema del desarrollo.
Para seguir adelante, hemos identificado una serie de resultados directos y esenciales que debemos esforzarnos por conseguir, entre ellos:
- Reducción drástica de la conversión de los bosques para la agricultura
- Reducción del uso del fuego en la agricultura
- Reducción global de los cultivos en las turberas
- Mejora de las oportunidades para los medios de vida y los ingresos rurales
- Mejora de los mercados y las cadenas de valor de productos sostenibles
- Restauración de turberas degradadas
Creemos que los impactos consiguientes deben formularse en términos generales similares:
- Mejora de la salud
- Reducción de la pobreza
- Reducción de los riesgos en la producción de alimentos
- Reducción de las pérdidas de las empresas en muchos sectores
- Reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero
Adicionalmente, mientras nos esforzamos para lograr la prevención de incendios a escala, nuestras acciones deben dirigirse hacia cambios de comportamiento y prácticas que puedan difundirse ampliamente. Se debe centrar la atención en acciones que brinden a los pobres alternativas a la agricultura basada en el fuego y sobre las turberas (como trabajadores o agricultores). Esto probablemente incluya políticas fiscales generales dirigidas a apoyar a los pobres.
El cambio de comportamiento también se extiende a los inversionistas, y para ello es clave reforzar su sensibilización sobre el tema y contar con la participación de las instituciones financieras. Los procesos judiciales efectivos seguirán desempeñando un papel fundamental. Y la investigación, la divulgación, la educación, la sensibilización pública y el desarrollo de capacidades son todos componentes importantes de las soluciones.
Por último, algo muy importante que agregar: requeriremos forjar una alianza para un programa de varios años de duración y de carácter interdisciplinario que incluya a los sectores forestal, agricultura, salud, finanzas, leyes, negocios a gran escala y educación.
Algunas acciones que se deben considerar incluyen las siguientes:
- Inversión pública (políticas fiscales para abordar las necesidades de la población rural, tales como la educación, la salud, la creación de empleo, e incentivos para una agricultura sin fuego).
- Compromiso de los bancos y las instituciones financieras para frenar las inversiones inadecuadas (en Indonesia y en el extranjero) condicionando los servicios financieros.
- Un compromiso más profundo con las empresas activas en el uso de la tierra a gran escala.
- Reducir la burocracia y aumentar la rendición de cuentas de las instituciones públicas.
- Reformas de las políticas de uso de la tierra, ordenación territorial y tenencia de la tierra.
- Campañas de sensibilización pública específicas (educación, televisión, medios de comunicación, redes sociales) para promover el desarrollo sostenible, las tecnologías/inversiones alternativas en la agricultura y las reformas legislativas.
- Investigación de los efectos (positivos y negativos) sobre la salud, la agricultura y los negocios, en diferentes escenarios.
- Investigación de los efectos de los incendios y humaredas sobre el clima, incluidos aspectos no relacionados con el calentamiento global (como el enfriamiento local).
- Investigación y medidas piloto eficaces para la restauración de turberas.
Obviamente, se trata de una tarea enorme, pero este es el momento de decidir sobre formas de avanzar hacia las metas.
De lo contrario, este no será más que otro artículo que se citará en los próximos años para ilustrar un pasado carente de voluntad política y moral para hallar soluciones duraderas.
Mientras prestaba servicios a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se desempeñó como jefe de Desarrollo de Recursos Forestales y tuvo a su cargo dos importantes publicaciones sobre el uso del fuego: Fire management – global assessment 2006 (La gestión de incendios: evaluación global de 2006) y Fire management: Voluntary guidelines. Principles and strategic actions (La gestión de incendios: directrices voluntarias. Principios y acciones estratégicas).
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