MONTPELLIER, Francia — Los proyectos de mitigación y adaptación al cambio climático abordan en general dos temas diferentes: la causa y el efecto, respectivamente. Rara vez, sin embargo, los proyectos de mitigación y adaptación se integran en uno solo, a pesar de los beneficios ampliamente reconocidos de hacerlo.
“En el terreno hay evidencia de que podemos combinar estos dos enfoques. Pero en el plano internacional no existe un fondo que apoye de forma explícita un enfoque combinado”, explicó Giacomo Fedele, investigador del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), en la reciente conferencia Resiliencia 2014 celebrada en Montpellier, Francia.
La integración de estos enfoques no se pone en práctica a pesar de que casi todos los encuestados, en su estudio de 22 gestores de fondos para el cambio climático, coincidieron en que habría beneficios claros en integrar medidas de adaptación en proyectos de mitigación.
Las personas entrevistadas por Fedele administran oficinas encargadas de asignar fondos a proyectos de cambio climático en nombre de organismos internacionales como la Unión Europea, el Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID), ONU-REDD o el Banco Mundial. Aunque el 77 por ciento del financiamiento actual para el cambio climático se destina a la mitigación —es decir, frenar las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático, tales como las causadas por la deforestación— la mayoría de dichos expertos coinciden en que los proyectos de mitigación deben incluir medidas para ayudar a las comunidades locales a adaptarse a los cambios en los patrones climáticos.
Los expertos están más divididos sobre la posibilidad de añadir medidas de mitigación a proyectos enfocados principalmente en la adaptación, y algunos de ellos advirtieron sobre los riesgos de identificar prioridades imprecisas o de elaborar proyectos integrados menos eficientes y de difícil monitoreo.
Sin embargo, incluso los que reconocen los beneficios de integrar la mitigación y la adaptación señalaron que había barreras que les impedían hacerlo. Por ejemplo, “si se tiene requisitos para mitigación y adaptación, se necesita más tiempo para preparar las propuestas de proyecto con más expertos”, dijo Fedele.
No obstante, el científico de CIFOR Bruno Locatelli remarcó que los obstáculos más grandes provenían de la separación de la mitigación y la adaptación en las negociaciones internacionales sobre el clima, así como de divisiones institucionales dentro de las agencias donantes. “En muchos casos, los gestores de fondos están en condiciones de actuar sobre las barreras que mencionaron”, dijo. . “Pero ellos reciben dinero de agencias y ministerios que orientan su financiamiento exclusivamente a la mitigación (por ejemplo en el sector energético) o la adaptación (si se centran en el desarrollo)”.
Locatelli lamentó que esta división influya sobre lo que ocurre en el terreno ya que los formuladores de proyectos consideran sólo una cara de la moneda al diseñar sus proyectos.
“Se pierden muchas oportunidades de tener sinergias o evitar soluciones de compromiso”, afirmó.
Un ejemplo es un programa de captura de carbono en Belice estudiado por Rico Kongsager del Centro Risoe sobre Energía, Clima y Desarrollo Sostenible del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
El estudio de caso encontró que bloques delimitados de bosques para la conservación habían tenido éxito en detener la deforestación. “Pero no se incluye mucha adaptación social en los proyectos, así que no es mucho lo que los proyectos han hecho por las comunidades locales”, dijo Kongsager en la conferencia. “Este proyecto es como una isla”.
Kongsager encontró que se había hecho muy poco para abordar las amenazas asociadas con el cambio climático, tales como incendios forestales o huracanes. Concluyó que proyectos tan estrechamente enfocados son disuasivos para el desarrollo rural respetuoso con el clima, como lo ilustra la destrucción de bosques de amortiguamiento en áreas donde los agricultores han pasado a la agricultura mecanizada justo al lado del área protegida.
“Este es un ejemplo en que los formuladores de proyectos podrían hacer más sostenible el almacenamiento de carbono si incluyeran la adaptación, lo cual podría crear buena voluntad entre las poblaciones locales”, dijo Locatelli.
Pagos más altos por el carbono o acceso más fácil a los mercados de carbono para proyectos de mitigación que sí incluyan medidas de adaptación son algunas de las soluciones consideradas para hacer frente a la desconexión entre los dos enfoques. Según Fedele, este es el momento adecuado para impulsar una mayor integración, mientras prosiguen las conversaciones para establecer las reglas de los proyectos que serán financiados por el nuevo Fondo Verde para el Clima.
Para más información sobre los temas de esta investigación, contáctese con Bruno Locatelli, b.locatelli@cgiar.org.
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