La reducción de emisiones de la deforestación y degradación de los bosques (REDD), acompañada de beneficios colaterales como la conservación de la biodiversidad, el desarrollo sostenible y el aumento de las reservas forestales de carbono mediante proyectos de forestación (REDD+) en combinación con las salvaguardas apropiadas, ofrece un ’financiamiento potencial y sin precedentes’ para la conservación forestal y la biodiversidad según un estudio elaborado por Jacob Phelps y sus colegas, publicado en un número reciente de la revista Conservation Letters.
La mayor parte del mundo está de acuerdo. Desde la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático celebrada en Bali en 2007, REDD, en todas sus formas, ha sido recibido con un entusiasmo poco visto en los círculos ambientales o académicos. Sin embargo, el estudio de Phelps, junto con un documento elaborado por Paul Hirsch y sus colegas y publicado en Conservation Biology, sugiere que este entusiasmo debería ser templado. Ambos estudios nos llevan a una toma de conciencia de la realidad: ¿Puede REDD+ realmente estar a la altura de las expectativas como un instrumento que permita lograr la conservación a largo plazo de la biodiversidad?
Lejos de proporcionar la siempre elusiva situación en donde todos se benefician de la conservación de la biodiversidad, la captura de carbono y el manejo forestal sostenible, la implementación de REDD+ podría estar llena de riesgos, particularmente en lo que se refiere a las inversiones de largo plazo. Además será una contabilidad bien informada respecto a quiénes son los perdedores y los ganadores (reconociendo y negociando los trade-offs, por ejemplo) la que en última instancia determine el éxito de los esquemas REDD+.
Phelps y sus colegas destacan las ya conocidas restricciones sobre una conservación efectiva, especialmente en términos de financiamiento a largo plazo en el contexto de las oportunidades que REDD+ representa. Muchos organismos de conservación están vinculando la implementación en el campo con los esfuerzos globales de mitigación de carbono con la esperanza de poder asegurar así inversiones sostenidas para los esfuerzos de conservación de la biodiversidad: El santo grial de la protección ambiental. ¿Pero es justificada esta fe?
Los investigadores sugieren además que los niveles actuales de financiamiento comprometidos para REDD+ no llegan siquiera a alcanzar los niveles necesarios para reducir las tasas actuales de deforestación en un 50%. Reconocen asimismo la resistencia del sector privado para comprometer fondos para REDD+ ya que las inversiones de carbono son ’volátiles y riesgosas’, especialmente teniendo en cuenta que una sobreoferta de créditos forestales REDD+ podría reducir los precios de carbono.
Además, existen riesgos inherentes si se depende del sector financiero público voluntario para apoyar a REDD+. Como señalan Phelps et al., el corolario más cercano a la inversión actual en la mitigación del cambio climático es la asistencia al desarrollo. Dicha asistencia es notoriamente volátil y está sujeta ya sea las circunstancias políticas de los países donantes o, con frecuencia, a cambio cíclicos en las prioridades de financiamiento. Por lo tanto, es muy posible que no se lleguen a materializar los significativos niveles de financiamiento que se requieren para implementar REDD+ de manera efectiva.
Hirsch y sus colegas, que han investigado principalmente las ventajas y desventajas (trade-offs) de la integración de la conservación y el desarrollo, aplican los mismos métodos y enfoques al debate de REDD+. Reconocen que cualquier esquema que tenga como objetivo reducir la deforestación puede tener impactos negativos sobre el medio ambiente o sobre importantes actores, o, en su defecto, sobre ambos.
A pesar de que en la actualidad se está elaborando un conjunto claro de salvaguardas sociales y de biodiversidad para limitar las probables pérdidas derivadas de REDD+, Hirsch et al. reconocen que la retórica de la ’situación en la que todos ganan’ es demasiado simplista y potencialmente poco realista. En última instancia, esto puede llevar a una gran desilusión cuando se haya tomado conciencia de las pérdidas.
Al igual que otros estudios sobre REDD+, estos investigadores sugieren que la conservación de los bosques en un lugar específico resultará casi con seguridad en la conversión de bosques en otro lugar (fugas). Además, la definición de ’bosques’ es aún un tema contencioso en el ámbito de REDD+. Por ejemplo, los objetivos de conservación de la biodiversidad pueden verse comprometidos si se da preferencia a los monocultivos de plantaciones de rápido crecimiento, cuyos valores de carbono son iguales o mayores que los de bosques que, si bien más diversos, crecen más lentamente.
Curiosamente, ambos estudios difieren en un punto muy importante. Mientras que ’la permanencia’ se ha considerado con frecuencia como uno de los elementos centrales de REDD+, Phelps et al. sugieren que el financiamiento indefinido de los esquemas REDD+ parece ser algo poco viable. En el mejor de los casos proponen que dicho financiamiento represente una ’estrategia puente’ que permita ganar algo de tiempo hasta que se desarrollen tecnologías bajas en carbono que resulten en una reducción de emisiones. Hirsch et al. opinan lo contrario. Ellos consideran que el principio de ’quien contamina paga’ podría desincentivar la transición hacia industrias bajas en carbono e inhibir el desplazamiento hacia una economía verde globalizada. Si esto sucede, entonces podría haber incentivos perversos inherentes a REDD+ que a su vez podrían tener serias consecuencias sobre la conservación mundial en el futuro.
A pesar de estas inquietudes, ambos estudios señalan que incluso un mecanismo REDD+ con imperfecciones es mejor opción que la falta total de financiamiento para la conservación de la biodiversidad. Hasta ahora, el desarrollo de la agenda REDD+ ha involucrado el valor y el compromiso de la comunidad global. Sin embargo, como lo señalan ambos documentos, para lograr que REDD+ se implemente de forma equitativa, eficiente y efectiva, se necesitará un mejor entendimiento de los riesgos a largo plazo que suponen las inversiones y los trade-offs involucrados.
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Lecturas adicionales
Hirsch, P.D., Adams, W.M., Brosius, J.P., Zia, A., Bariola, M. and Dammert, J.L. 2010 Acknowledging conservation trade-offs and embracing complexity. Conservation Biology 25: 259-264. Phelps, J., Webb, E.L., and Koh, L.P. 2010 Risky business: an uncertain future for biodiversity conservation through REDD+. Conservation Letters. Article first published online 22 Dec 2010.