Durante dos semanas del mes de Abril del 2007, delegados de todo el mundo se reunen en la ciudad de New York durante el Séptimo Periodo de Sesiones del Foro de las Naciones Unidas sobre Bosques (FNUB). La agenda incluye, entre otros temas, la adopción de un programa de trabajo para los próximos ocho años y de un instrumento legal no vinculante para el manejo sustentable de los bosques. Para muchos, es muy posible que esta reunión le brinde al FNUB una última oportunidad para demostrar su relevancia como un foro intergubernamental para enfrentar las muchas y variadas amenazas que enfrentan hoy en día los bosques del mundo.

Sin embargo, según una nueva publicación de David Humphreys, no debemos cifrar muchas esperanzas que la reunión de New York produzca resultados significativos. En Logjam: Deforestation and the Crisis of Global Governance, publicado por Earthscan, Humphreys sostiene que los esfuerzos del FNUB, así como otros esfuerzos intergubernamentales que buscan enfrentar el problema de la deforestación, están destinados al fracaso a menos de que se produzca un cambio importante en el orden económico internacional.

En su libro, Humphreys argumenta que el “neoliberalismo” es la principal fuerza ideológica tras la excesiva explotación forestal. El neoliberalismo limita seriamente cualquier esfuerzo que busque detener la deforestación a través de reformas de política al estipular las reglas del comercio y la inversión internacionales y al permitir que los intereses de las empresas predominen sobre las instituciones estatales. Por ejemplo, el Plan de Acción “FLEGT” de la Unión Europea (Aplicación de Leyes, Gobernanza y Comercio Forestales) se limita a sistemas voluntarios de licencias de tipo bilateral, ya que existe temor de transgredir las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Los esfuerzos realizados por el Banco Mundial para promover la conservación de los bosques se ven minados por el apoyo de esta institución a paradigmas neoliberales de desregulación, privatización y ajuste estructural en los países tropicales endeudados. Si bien Humphreys admira las iniciativas basadas en el mercado que llenan los vacíos dejados por el sector público, tales como el Forest Stewardship Council (Consejo de Administración Forestal), sin embargo rechaza la estrategia global que depende de innovaciones que privatizan la gobernanza dentro de un ambiente de política neoliberal.

Logjam contiene capítulos dedicados al Foro de las Naciones Unidas sobre Bosques y sus dos precursores: el Foro Intergubernamental de Bosques y el Panel Intergubernamental de Bosques. El libro proporciona cronologías de reuniones y resúmenes de resoluciones adoptadas en estos dos procesos y explica también por qué los gobiernos no han sido capaces de llegar a un acuerdo en torno a un instrumento legal vinculante de tipo global y que abarque todo tipo de bosques. Humphreys se muestra bastante crítico respecto de los procesos de diálogo de múltiples partes promovidos en las reuniones del FNUB con el objeto de que la sociedad civil y otros grupos influencien las negociaciones. Al mismo tiempo, critica el pobre desempeño de los gobiernos de los países miembros del Foro en lo referente a la presentación de sus informes nacionales de avance en la implementación de sus compromisos adoptados. Humpreys sostiene que hasta ahora, el FNUB ha sido incapaz de mostrar liderazgo y dirección a otras instituciones vinculadas a los bosques. Sin duda, cualquier iniciativa que los delegados tomen para remediar estos problemas será bienvenida.

No obstante, el libro concluye con una nota optimista. Humphreys se imagina en el futuro una “democratización de la globalización”, donde nuevas instituciones públicas garantizan el control de las actividades económicas del sector privado. De hecho, reconoce que ya se han dado señales de progreso en este sentido. Hasta entonces, Logjam proporcionará material de lectura a los delegados durante su viaje a New York.