DOHA, Qatar (14 de diciembre de 2012)_Si bien durante las negociaciones sobre el clima en Doha no se llegó a ninguna decisión sobre la verificación de las emisiones de carbono derivadas de la deforestación, parece que los bosques serán parte integral del siguiente tratado internacional sobre cambio climático en 2020, dijeron expertos.
“En general, ha sido una serie de resultados desalentadores para los bosques, en particular porque no ha habido ninguna decisión sobre monitoreo, reporte y verificación de la reducción de emisiones (MRV). Este es el elemento final requerido para que las actividades de demostración de REDD+ se pongan en marcha en serio”, Louis Verchot, Director del Programa de Investigación de Bosques y Medio Ambiente del Centro para la Investigación Forestal internacional (CIFOR).
“Sin embargo, parece que los bosques y REDD+ se van a considerar como una parte integral del próximo tratado sobre cambio climático en 2020”.
Después de un proceso de negociación largo y reñido, 35 países firmaron el segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kyoto – único acuerdo legalmente vinculante bajo el cual los países desarrollados se han comprometido a reducir sus gases de efecto invernadero.
Actualmente la deforestación y la degradación de los bosques representan 11-15% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, sin embargo, estas emisiones no son parte de las medidas de control bajo el Protocolo de Kyoto. A pesar de ello, muchos países están reduciendo las emisiones derivadas de la deforestación a través de esquemas como REDD+, que canaliza el dinero a los países en desarrollo para que mantengan sus bosques en pie.
La segunda ampliación de Kyoto que finaliza en 2020, sería reemplazada con un nuevo tratado sobre el clima que se base en la Plataforma de Durban. El nuevo tratado consideraría a los países desarrollados y en desarrollo comprometiéndose a reducir emisiones en los dos años siguientes.
Pero la ambición de asumir tales compromisos claramente estuvo ausente en Doha.
Parece que los bosques y REDD+ van a ser considerados como parte integral del próximo tratado internacional sobre cambio climático en 2020.
Una de las principales razones del atraso es el juego del culpable entre los países desarrollados y en desarrollo, dijo Arild Angelse, profesor de economía de la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida (UMB) e investigador senior de CIFOR, en el que la mayoría de países tratan de hacer lo menos posible, al tiempo que presionan a otros a hacer todo lo posible.
“El sistema de las Naciones Unidas, incluyendo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se basa en una simple división del mundo en países desarrollados y en desarrollo. Esto está desfasado. China es el emisor más grande y ha alcanzado el nivel de la UE incluso en una base per cápita”, dijo.
“Los mayores aumentos en emisiones futuras se esperan en países de renta media. Si bien la ampliación de Kyoto segmenta esta división, la plataforma de Durban representa un paso para superarla”.
De acuerdo con Verchot, los países también pueden haber sido renuentes a comprometerse con la reducción de emisiones en Doha porque no están seguros de cómo reducir las emisiones eficientemente en los distintos sectores y tampoco están seguros de los costos.
Para alentar a los países desarrollados y en desarrollo a establecer objetivos y comprometerse con ellos, se propuso varios talleres de trabajo en la decisión final de Doha (leer textos aquí y aquí) que permitirán a los países considerar distintas industrias como silvicultura, agricultura y energía para entender mejor donde y como permitirse las prácticas de cambio en estos sectores para reducir sus emisiones.
Taller de trabajo en silvicultura en 2013 ayudará a integrar los bosques en el acuerdo climático mundial
En los próximos dos años, las negociaciones sobre el nuevo tratado climático se dividirán en dos “ramas de trabajo” – una considerará las acciones que va a emprender la comunidad internacional para combatir el cambio climático a partir del 2020, y la otra se enfocará en las actividades en ciertos sectores, incluyendo un taller de trabajo en silvicultura, que podría alentar la reducción de emisiones bajo el nuevo acuerdo climático.
“Los talleres bajo la Plataforma de Durban debatirán sobre temas de mitigación y el aumento de la ambición para reducir las emisiones en el sector de la silvicultura. Al mismo tiempo necesitan abordar las necesidades de los países en desarrollo para adaptarse al cambio climático”.
Si bien la agenda del taller de silvicultura está todavía por decidirse, Verchot espera que aborde temas que quedaron sin resolver en Doha, tales como la verificación de emisiones de carbono.
MRV: se han dado pequeños pasos pero la verificación sigue siendo un punto de conflicto
Muchos esperaban que Doha consolidara las sólidas decisiones tomadas en Durban respecto al monitoreo, reporte y verificación (MRV) de emisiones de carbono. Lamentablemente, el avance de MRV en Doha fue incremental, dijo Verchot.
“Hubo avance en la forma en que las mediciones de carbono se vincularían con la fijación de niveles de referencia de emisiones – línea de base sobre la cual los países miden su éxito en la reducción de las emisiones. El hacer explícito que se necesita usar métodos similares y consistentes en todos los países, fue ciertamente un paso adelante”.
Pero las interrogantes pendientes sobre financiamiento y verificación obstaculizaron el esfuerzo para concretar las decisiones sobre MRV, que son el elemento crucial para poner en marcha las acciones piloto de REDD+.
“Cuando el debate llegó a la verificación de emisiones de carbono, los negociadores vincularon esto con el financiamiento y las conversaciones se estancaron”, agregó.
El impase – según se dijo entre Brasil (potencial beneficiario de REDD+) y Noruega (el más grande financiador de la conservación de bosques tropicales) giró en torno al lenguaje que rige las normas con las cuales se verificarían las emisiones relacionadas con la deforestación.
Noruega ha estado presionando por un proceso de verificación internacional e independiente realizado por expertos, en tanto que Brasil y otros países en desarrollo mencionaron que no estaban dispuestos a comprometerse con requerimientos externos de verificación.
La falta de un acuerdo sobre verificación será un retroceso importante para los países ricos en bosques que avanzan en la implementación de REDD+ en pocos años.
Cuando el debate llegó a la verificación de emisiones de carbono, los negociadores vincularon esto con el financiamiento y las conversaciones se estancaron.
“Muchos países no cuentan con las capacidades tecnológicas de Brasil o Indonesia, y esto les va a impedir avanzar a la fase de implementación de REDD+ dentro de pocos años”.
Esperamos que el taller de trabajo sobre silvicultura el próximo año pueda también abordar este tema, dijo Verchot.
“Los países tendrán que llegar a un compromiso sobre el alcance de la verificación internacional. Tal vez el punto de conflicto es decidir el nivel de independencia que necesita el proceso y cuanto se puede lograr mediante acuerdos bilaterales”.
Fondo climático verde: señal prometedora para los bosques pero que necesita el apoyo de Estados Unidos
Los países se esforzaron por llegar a un acuerdo sobre otros temas financieros en Doha. La decisión de la conferencia (leer aquí) alienta a los países desarrollados a que mantengan estables los compromisos financieros durante los próximos dos años; sin embargo, la identificación de nuevas fuentes de fondos ha sido trasladada al próximo año.
Las finanzas son el elemento más incierto y el principal impedimento para avanzar en el terreno en los países con altas tasas de deforestación. La preocupación es que debido a la falta de compromisos significativos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para 2015, el avance de REDD+ puede ser el rehén de otras decisiones financieras cruciales, como de dónde procederá el dinero para el Fondo Climático Verde (GCF).
Se anunció en Doha que el Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés) iniciará su trabajo en Sondgo, Corea del Sur, en el segundo semestre de 2013, con el objetivo de lanzar sus actividades en 2014. Las arcas del GCF todavía están vacías, sin embargo existe la esperanza de que una proporción de los fondos sea destinada para mecanismos de mitigación climática-bosques, tales como REDD+.
Si bien no hubo una indicación clara en Doha sobre la forma en que los países lograrán un aumento de diez veces prometido en ayuda para alcanzar los 100 mil millones de dólares al año prometidos para 2020 con el fin de apoyar la Plataforma de Durban, se espera que el GCF ayude a que estas decisiones prosperen.
“Hay 30 o 40 países dentro de la junta de GCF… es más manejable y más práctico para tomar decisiones financieras, pero también es como darle la vuelta, por lo que en algún momento la CMNUCC tendrá que decidir acerca de las finanzas a largo plazo”, dijo Tony La Vina, negociador de Filipinas.
Sin embargo, la falta de compromisos para la reducción de emisiones por parte de los Estados Unidos en los últimos años cuestiona las decisiones sobre finanzas, ya que muchas economías emergentes como China e India, que solo se han convertido recientemente en países con altas emisiones de carbono, están reacias a actuar hasta que los emisores históricos, como los Estados Unidos, tomen acción.
“El financiamiento de REDD+ seguirá de rehén hasta que estos temas políticos de peso se puedan solucionar”, dijo Verchot.
En ausencia de un acuerdo integral sobre cambio climático, los expertos todavía tienen confianza en que el esquema pueda avanzar en el terreno.
“Muchos ya están abordando la deforestación exitosamente con la ayuda de REDD+. Se está logrando bastante independientemente de la CMNUCC y en ausencia de un acuerdo climático internacional”, dijo Verchot.
“Pero por lo menos la puerta está abierta para integrar a los bosques en el nuevo tratado climático”.
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