, Thursday, 24 Oct 2019

Recientemente, en septiembre, expertos y líderes mundiales y altos funcionarios de la ONU se reunieron en Nueva York para duplicar los esfuerzos para detener la actual crisis climática en la llamada semana mundial del clima. Las soluciones basadas en la naturaleza, incluida la conservación forestal y la reforestación, ocuparon un lugar destacado en la agenda, con el dúo activista Greta Thunberg y George Monbiot promocionando a los árboles como “aquella máquinas mágicas que absorben carbono del aire y cuestan muy poco”.

Los bosques y los árboles son, en efecto, muy prometedores para esta causa: proteger y restaurar los bosques del mundo, junto con otras soluciones enfocadas en el uso de la tierra podría generar un tercio de la reducción de emisiones necesaria para mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados para 2030, según lo establecido por el Acuerdo de París.

Desafortunadamente, la conservación de los bosques y la reforestación a la escala necesaria es un desafío inmenso y complejo que requiere más que promesas.

Durante más de una década, se esperó que REDD+ (Reducción de emisiones causadas por la deforestación y degradación forestal) proporcione al menos parte de la solución. Sin embargo, a pesar del entusiasmo inicial por la implementación de las iniciativas REDD+ a escala nacional, subnacional y local, la evidencia sobre cómo, cuándo y bajo qué condiciones funciona mejor REDD+ aún es escasa.

“Tenía grandes esperanzas de que la evaluación de impacto fuera una parte integral de los esfuerzos de REDD+”, dijo Arild Angelsen, profesor de economía de la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida y editor principal del libro “REDD+: la transformación, lecciones y nuevas direcciones”, que se publicó en 2018 en inglés y será publicado muy pronto es español.

“Pero fui demasiado optimista y me siento decepcionado, pues se han realizado muy pocos buenos estudios de impacto”.

En el reciente XXV Congreso Mundial IUFRO 2019 en Curitiba, Brasil, investigadores y socios del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) presentaron algunas de las investigaciones en curso sobre evaluación de impacto en el contexto de REDD+, basándose en parte en el libro.

Dos hallazgos sorpresa

REDD+: la transformación, hace un balance de la implementación de REDD+ hasta el momento, y dedica tres capítulos a revisar las evaluaciones de impacto existentes, tanto a nivel de políticas como a nivel local. Los capítulos explican por qué la falta de evaluaciones de impacto rigurosas, que incluyen un escenario contrafactual y datos de referencia, es un problema; y señalan oportunidades para mejorar en el futuro.

Amy Duchelle, científica sénior de CIFOR, líder del equipo de investigación sobre cambio climático y una de las coeditoras del libro, explicó que el trabajo en las evaluaciones de impacto de REDD+ existentes trajo dos sorpresas:

“Si bien los diferentes tipos de evidencia tienen sus propias fortalezas y debilidades, nos sorprendió que se hayan realizado tan pocas evaluaciones de impacto en el espacio REDD+, dado que ha sido un tema central discutido durante más de 10 años”, dijo.

Además, la atención se ha centrado sobre todo en evaluar los impactos de los proyectos y en menor medida en los elementos de política relacionados con REDD+, a pesar de que REDD+ está diseñado para una implementación a nivel nacional. Al explicar la preferencia por las evaluaciones a nivel de proyecto, Angelsen agregó: “Es cierto que es más difícil crear un contrafactual realista para una jurisdicción nacional o subnacional”.

Al revisar las pocas evaluaciones existentes de las políticas de conservación forestal, los autores descubrieron que, si bien las políticas nacionales parecen contribuir a la conservación forestal, fueron mucho menos efectivas de lo previsto.

“En segundo lugar, nos sorprendió la poca atención en los impactos forestales de las intervenciones REDD+, considerando que los cambios en la cubierta forestal y las reservas de carbono son relativamente más fáciles de medir en comparación con los impactos sociales”, dijo Duchelle.

Con base en la escasa evidencia disponible sobre los impactos de REDD+ a nivel local, otro capítulo del libro concluyó que cuando se trata de conservar los bosques y el carbono, los esfuerzos locales producen resultados moderadamente alentadores. Un tercer capítulo analiza más de cerca lo que se sabe sobre cómo las intervenciones de REDD+ impactan en el bienestar y los medios de vida de las personas. Al respecto, los resultados fueron menores o mixtos, pero más probables de ser positivos cuando se ofrecieron incentivos.

Angelsen dijo que las evaluaciones de impacto son realmente difíciles de llevar a cabo, pero también señaló otra razón potencial por la que se encargan tan pocos estudios: “Las evaluaciones de proyectos y políticas son riesgosas para los proponentes, y si solicitan una evaluación independiente, no tendrán control”.

Una nueva era para REDD+

A pesar de la falta de evidencia de evaluaciones de impacto rigurosas, es claro que las iniciativas REDD+ aún no han detenido la deforestación tropical. En general, los bosques tropicales todavía están en declive, aunque se pueden observar algunas tendencias alentadoras en países como Indonesia. Sin embargo, los incendios recientes que enfrentó el país subrayan cuánto queda por hacer.

Sin embargo, REDD+ podría estar entrando en una nueva era. Primero, el Acuerdo de París alienta la implementación de REDD+ para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. En el futuro, los países deben informar sobre compromisos específicos, conocidos como Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC), incluidas las reducciones de emisiones basadas en los bosques. Más de 50 países han incluido REDD+ en sus NDC, pero en muchos lugares aún se necesitan políticas y medidas claras para abordar la deforestación.

Es por eso que es importante evaluar qué medidas políticas han tenido un impacto a nivel nacional y subnacional, porque sin aprender de lo que funcionó en el pasado, las decisiones políticas bien informadas están fuera del alcance.

En segundo lugar, el financiamiento basado en resultados para REDD+ está comenzando a fluir. Este año, el Fondo Verde para el Clima se comprometió a pagarle a Brasil USD 96 millones por reducir su deforestación, y el Gobierno noruego otorgó financiamiento basado en los resultados de Indonesia y Gabón para la preservación de los bosques. Además, California aprobó recientemente su Estándar de Bosques Tropicales, que allana el camino para que el estado invierta en la conservación de los bosques tropicales.

“Algunas de las ideas originales de REDD+, especialmente los compromisos con los pagos basados ​​en resultados a nivel jurisdiccional están comenzando a suceder ahora”, dijo Duchelle. “En este contexto, nuestra investigación es más relevante que nunca, ya que puede ayudar a informar sobre lo que sucederá en el terreno”.

Mucho que aprender, mucho que ganar

Para cumplir verdaderamente las promesas de REDD+, se necesita un monitoreo de los impactos más riguroso y de mayor alcance. La planificación temprana, la inversión inicial y la recopilación de datos de referencia se encuentran entre las recomendaciones del libro para los implementadores de REDD+.

“Los donantes podrían hacer que incluir una evaluación de impacto independiente y rigurosa en sus planes y presupuesto sea un requisito para los beneficiarios de los fondos”, dijo Angelsen.

De hecho, el Fondo Verde para el Clima, que podría proporcionar miles de millones de dólares para la conservación de los bosques en los próximos años, ya se está moviendo en esta dirección. En colaboración con los ejecutores, la Unidad de Evaluación Independiente del Fondo está trabajando para garantizar que la evaluación rigurosa del impacto se incorpore a los proyectos desde el principio. Teniendo en cuenta la escala del Fondo, este podría ser un primer paso para hacer que tales requisitos se normalicen.

Duchelle indica que la contribución de CIFOR a las discusiones de REDD+ en el congreso de IUFRO y en otros lugares tiene como objetivo proporcionar una crítica constructiva, no derribar nada.

“Estamos dando un paso atrás y tratando de entender qué está funcionando, dónde, cómo, por qué y a qué costo para que se puedan lograr los objetivos finales de REDD+, no solo los beneficios climáticos, sino también los beneficios más amplios de desarrollo sostenible que van junto con evitar la deforestación”.

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