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Científicos: Prestemos atención al potencial de los cultivos permanentes para el desarrollo sostenible

Con políticas e investigación adecuadas, podrían ser una respuesta a las crisis interconectadas
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Productor de cacao en Indonesia.

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Los cultivos permanentes leñosos —aquellos con un ciclo de vida de al menos tres años, como el café, el cacao, las parras, los olivos y la palma aceitera— abarcan aproximadamente 183 millones de hectáreas en todo el mundo, producen alrededor de una gigatonelada de alimentos al año y son fundamentales para las dietas y economías globales.

Actualmente, el cultivo intensificado y monocultural de estos cultivos contribuye con frecuencia a la degradación ambiental y la deforestación, lo que provoca la pérdida de biodiversidad y agrava el cambio climático.

Sin embargo, como señala un equipo internacional de científicos en un artículo de perspectiva recién publicado en la revista científica Nature Sustainability, si estos cultivos se gestionan e incentivan adecuadamente, podrían ser una parte clave de la solución a los desafíos actuales del desarrollo sostenible.

“Los cultivos permanentes tienen un potencial significativo para contribuir a los esfuerzos de mitigación del cambio climático, como REDD+, el esquema para reducir las emisiones causadas por deforestación y degradación de los bosques y aumento de las reservas de carbono en los países en desarrollo; y el logro los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, afirmó Denis J. Sonwa, director de investigación, datos e impacto del Instituto de Recursos Mundiales (WRI) África, ex científico principal del Centro para la Investigación Forestal Internacional y Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF), y coautor del artículo.

“Son una parte esencial de la solución en la agenda global y merecen más atención de la que han recibido hasta ahora”.

Dado que permanecen en el suelo durante largos períodos, a menudo con una estructura multicapa similar a un bosque, con extensos sistemas de raíces y abundante hojarasca, los cultivos permanentes, como los agrobosques de cacao, pueden proporcionar un hábitat relativamente estable que sustenta niveles altos de biodiversidad. Por ejemplo, los sistemas agroforestales de cacao pueden albergar unas 200 especies de árboles adicionales y, en algunos casos, superar a los bosques en diversidad de aves.

Los cultivos permanentes también pueden actuar como corredores de vida silvestre y zona de amortiguación para las áreas protegidas. Además, debido a que suelen estar menos mecanizados que los cultivos anuales, especialmente cuando forman parte de sistemas complejos como la agroforestería, ofrecen oportunidades de empleo cruciales para las comunidades rurales, al tiempo que refuerzan la seguridad alimentaria, almacenan carbono y ayudan a diversificar la nutrición.

Sin embargo, para aprovechar al máximo el potencial de desarrollo sostenible de los cultivos permanentes, será necesario prestar más atención a las políticas e investigaciones relacionadas con estos cultivos y sus beneficios. “Los sistemas de cultivos permanentes han recibido una atención limitada dentro del marco de políticas agrícolas globales, con muy pocas excepciones”, señalan los investigadores. En ese contexto, los cultivos anuales —particularmente el trigo, el maíz y el arroz— siguen dominando el interés.

Los autores proponen tres prioridades para el desarrollo de políticas en esta área: 1) regulación e incentivos económicos para fomentar prácticas de manejo que favorezcan la biodiversidad; 2) una planificación regional de uso del suelo más estricta junto con esfuerzos de regulación del comercio internacional para algunos cultivos perennes cultivados en puntos críticos de biodiversidad tropical (como el cacao, el café y la palma aceitera); y 3) un enfoque integral y multidimensional que integre herramientas a lo largo de la cadena alimentaria en el diseño de políticas.

También señalan que se necesitan más investigaciones para comprender las dimensiones socioeconómicas y ecológicas de los cultivos permanentes y precisar “cómo maximizar los beneficios en algunos aspectos (por ejemplo, rentabilidad para el agricultor o desarrollo rural) sin comprometer otros (como la conservación de la biodiversidad)”.

Con este respecto, investigaciones recientes en la cuenca del Congo encontraron un vínculo entre mayores ingresos del cacao y un mayor riesgo de deforestación, lo que sugiere la necesidad de zonificación e incentivos para contrarrestar este efecto.

Los aspectos clave que requieren más investigación incluyen construir una comprensión integrada de las dimensiones sociales, económicas y ecológicas de la producción de cultivos; descubrir cómo las soluciones potenciales a pequeña escala podrían funcionar a mayor escala; y una reflexión a nivel de toda la sociedad sobre los impactos en la biodiversidad derivados del consumo de productos no locales y no esenciales.

Para lograr los ODS, los autores plantean tres puntos de discusión:

  • Que los acuerdos comerciales internacionales se centren en toda la cadena de suministro.
  • Que no existe una solución única, es necesario aceptar que cada sistema agrícola tiene problemas y necesidades particulares, y una única política no será adecuada para todos.
  • Y que se acepte que las políticas no pueden funcionar de forma aislada de la sociedad y las comunidades locales.

“En su lugar, debe fomentarse un contexto sociocultural y económico que facilite la evolución y desarrollo de políticas verdes y equitativas”, afirman.

“Los cultivos permanentes como el cacao pueden desempeñar un papel vital en las respuestas al cambio climático si sus cadenas de valor se estructuran eficazmente mediante políticas adecuadas, arreglos institucionales y prácticas de gestión sólidas, desde el establecimiento hasta la postcosecha”, explicó Sonwa.

“Estas estrategias, que incluyen una gestión eficaz de la cadena de valor del cacao, pueden ayudar a movilizar a las comunidades locales en torno a la planificación sostenible del uso de tierras agrícolas y forestales, imitar las estructuras forestales locales y especies a través de sistemas agroforestales complejos de múltiples estratos, y contribuir al almacenamiento de carbono”, agregó.

“Además, estos sistemas agroforestales de cacao pueden proporcionar múltiples fuentes de ingresos —del cacao, la madera y productos forestales no maderables, y los Pagos por Servicios Ambientales (PSA)—, mejorando los medios de vida de los agricultores y sirviendo como una fuente de resiliencia frente a diversos impactos, incluidos el cambio climático y la variabilidad climática”, continuó Sonwa.

“Por lo tanto, pueden contribuir tanto a los esfuerzos de mitigación del cambio climático (como REDD+) como a la adaptación en los paisajes agrícolas-forestales de los trópicos, como la cuenca del Congo”.

Agradecimiento

La contribución de Sonwa a este estudio fue parte del Estudio Global Comparativo de CIFOR sobre REDD+ (GCS REDD+), que contó con el apoyo financiera de NORAD.

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