Hoy en día producimos más alimentos que nunca antes en la historia y, sin embargo, la malnutrición sigue siendo la principal causa de una salud precaria en el mundo, un problema que no ha hecho sino agravarse con la reciente pandemia de COVID-19.
Aunque los avances tecnológicos en la agricultura industrial han reducido el hambre en el mundo en las últimas décadas, el aumento de la producción de alimentos no se ha traducido necesariamente en dietas más sanas. De hecho, la expansión agrícola ha aumentado la dependencia mundial del maíz, el arroz y el trigo, que son ricos en calorías, pero relativamente bajos en micronutrientes. Aunque el ser humano puede alimentarse de unas 7000 plantas diferentes, estos tres cultivos básicos representan el 50 % de la ingesta de alimentos de origen vegetal.
Los pequeños agricultores de los países de renta baja y media producen gran parte de los alimentos del mundo, pero sus hogares sufren de forma desproporcionada de dietas deficientes. Las políticas de seguridad alimentaria y nutrición en estas regiones suelen centrarse en aumentar la producción agrícola, ya sea mediante la intensificación de los sistemas de producción existentes o la expansión de las tierras de cultivo a expensas de los bosques y otros ecosistemas biodiversos.
Sin embargo, los alimentos silvestres de los bosques y barbechos pueden ser una importante fuente de micronutrientes para los pequeños agricultores de estas regiones.
Aunque dista mucho de ser una nueva tecnología agraria, los investigadores y los responsables políticos consideran cada vez más la integración de árboles en los sistemas agrícolas y en torno a ellos como una posible solución “beneficiosa para todos” para favorecer la calidad de las dietas y el entorno natural.
La relación entre los sistemas agrícolas basados en los árboles y los resultados ecológicos positivos está bien documentada: los árboles en los cultivos o alrededor de ellos pueden mejorar la salud del suelo, regular los microclimas, aumentar el secuestro de carbono y mejorar la biodiversidad a múltiples escalas. Sin embargo, aún no se conocen tan bien los efectos de estos sistemas en la dieta de la población rural.
Para contribuir a este campo en desarrollo, un equipo de investigadores de la Universidad de Copenhague y del Centro para la Investigación Forestal Internacional y el Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF) revisó documentos que evalúan la calidad de la dieta de poblaciones que practican la agricultura basada en árboles en países de ingresos bajos y medios.
Los investigadores identificaron 36 trabajos que, en conjunto, ponen de relieve tres vías distintas a través de las cuales los árboles en los cultivos agrícolas o en sus alrededores apoyan la dieta de la población:
- Proporcionan productos comestibles como frutas, frutos secos y hojas –el vínculo más directo.
- Proporcionan productos comercializables, con los que la gente puede utilizar el dinero para comprar alimentos –el vínculo indirecto con los ingresos.
- Mejoran la producción agrícola de otros cultivos a través de los servicios ecosistémicos (por ejemplo, aumento de la polinización, regulación del microclima), donde la gente consume o vende la cosecha adicional –el vínculo agroecológico indirecto.
En conjunto, la mayoría de los estudios revisados indican asociaciones positivas entre los sistemas agrícolas basados en árboles, los ingresos de los hogares y la mejora de la calidad de la dieta. Sin embargo, los beneficios relativos para los ingresos y la calidad de la dieta dependen del tipo de sistema de cultivo basado en árboles que se aplique: (a) huertos domésticos/árboles en explotaciones agrícolas; (b) sistemas de agricultura itinerante; (c) cultivos madereros/plantaciones de árboles o (d) agricultura en linderos forestales.
En general, los estudios muestran que mantener la diversidad forestal dentro de los sistemas de cultivo puede proporcionar a los hogares más medios para diversificar sus dietas con alimentos procedentes de la granja y del mercado. Además, preservar la biodiversidad dentro y alrededor de los sistemas de cultivo basado en los árboles también puede aumentar la disponibilidad de alimentos ricos en micronutrientes en la naturaleza. Por último, el cultivo de múltiples especies arbóreas puede servir como importante red de seguridad para los hogares ante condiciones climáticas o económicas inciertas, mejorando el acceso a alimentos nutritivos durante todo el año.
Los tipos de especies y la disposición de los árboles dentro de los distintos sistemas agrícolas podrían ser otro factor importante que afecte a los beneficios para la dieta. Sin embargo, a partir del escaso número de estudios publicados hasta la fecha, no ha sido posible identificar qué tipos de configuraciones de sistemas agrícolas basados en árboles son los mejores para mejorar la calidad de las dietas.
Un primer paso para mejorar las comparaciones empíricas entre contextos culturales y geográficos dispares podría consistir en seguir desarrollando clasificaciones de los sistemas de cultivo basados en los árboles, teniendo en cuenta los alimentos (es decir, huertos domésticos o árboles en los cultivos agrícolas, cultivos itinerantes, cultivos madereros o plantaciones de árboles y cultivos en los linderos de los bosques).
La medida en que cualquier sistema de cultivo basado en árboles puede influir en las dietas depende también de factores externos al propio sistema de cultivo. Las políticas e instituciones a escala nacional, los aspectos bioclimáticos y geográficos a escala de paisaje, así como los aspectos socioeconómicos tanto a escala de paisaje como de hogar, como el acceso al mercado, la educación y/o las dinámicas de poder basadas en el género, desempeñan un papel importante a la hora de determinar cómo afecta la agricultura basada en árboles a la dieta de los hogares. Estas diversas influencias son difíciles de separar y aún no se han investigado a fondo.
Aunque en general se encuentra una asociación positiva, la síntesis destaca la complejidad de establecer vínculos entre los árboles, los sistemas agrícolas y la calidad de las dietas.
Mejorar la visibilidad y la comprensión del papel que desempeñan los árboles en la promoción de dietas ecológicamente más sostenibles y nutritivas es clave para diseñar paisajes más sostenibles para las personas y el planeta.
Para más información sobre este tema, póngase en contacto con Kai Mausch en k.mausch@cgiar.org.
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