En su novena reunión plenaria en Bonn (Alemania) desarrollada el 9 de julio de 2022, los delegados de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) aprobaron el Resumen para Responsables de Políticas del Informe de Evaluación sobre los diversos valores y la valoración de la naturaleza.
“Es esencial comprender las diferentes formas en que las personas valoran la naturaleza, así como las diferentes formas en que estos valores pueden medirse”, dijo Ana María Hernández Salgar, presidenta de IPBES.
“La diversidad del valor de la naturaleza suele pasarse por alto en las decisiones de políticas, cuando estas deberían estar informadas por la amplia gama de valores y métodos de valoración. Por eso, la evaluación de valores de IPBES se presenta como un recurso científico vital para la política y la acción en favor de la naturaleza y el bienestar humano”, dijo.
El Informe de Evaluación llega en un momento clave para la vida en la Tierra que rápidamente y día a día pierde su riqueza. El Informe considera la tendencia a asignar diversos valores —incluidos los financieros— a la naturaleza en un intento de reconocer el valor de los ecosistemas naturales para el bienestar humano.
“Lo que se considera ‘invaluable’ pueden tener el valor más alto”, dijo Meine van Noordwijk, científico del CIFOR-ICRAF y uno de los 20 expertos de todo el mundo que actuaron como ‘autor principal convocado’ en la Evaluación. “Para algunos tipos de decisiones y responsables, es pertinente utilizar unidades financieras para representar al menos una parte del valor de la naturaleza para las personas, pero siempre existe el riesgo de que esas declaraciones se malinterpreten”.
La evaluación ha sido un viaje de cuatro años, con muchas rondas de comentarios, revisión por pares y consultas políticas. Los debates detallados de los delegados de los gobiernos sobre el informe de síntesis aumentaron la relevancia de los mensajes clave para el debate a nivel mundial y nacional.
La palabra “valor” tiene muchos significados, que van desde los números, pasando por los precios, hasta los principios básicos no negociables, dijo.
Valorar un árbol, un bosque o un paisaje agroforestal significa interactuar con muchas perspectivas. Cuantas más personas participen, más amplio será el conjunto de valores que importan y que hay que tener en cuenta.
Esto es de gran importancia debido a la rápida y masiva pérdida de especies que no se limita a un grupo particular de factores en uno o dos lugares, sino que es mundial, omnipresente y poco reconocida.
Los consumidores, por ejemplo, no pagan actualmente un “precio real” por los productos procedentes de la naturaleza (que son, en definitiva, todos los productos). Las decisiones de los consumidores y los productores que se basan en un conjunto limitado de valores de mercado para la naturaleza son el motor oculto de la crisis mundial de la biodiversidad. Sacar a la luz estos valores puede ayudar a las personas a comprender mejor los costes de la sobreexplotación y aumentar la probabilidad de garantizar que los valores —incluidos los menos tangibles y no financieros— se respeten y preserven.
Es importante destacar que la forma en que se enmarca actualmente la “conservación de la naturaleza” suele ignorar la valoración de las personas que viven en una zona de “conservación” determinada, lo que suele tener un impacto negativo en los objetivos previstos para la zona de conservación. Estas personas deben ser reconocidas e incluidas respetuosamente en los procesos de decisión.
Van Noordwijk señaló que del análisis de los informes sobre biodiversidad y los planes de acción de los países elaborados en respuesta al Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU se desprende que menos del 25 % de los gobiernos del mundo están en vías de integrar los valores de la naturaleza que van más allá de los reconocidos por los mercados. Pero también señala que los actuales estudios de valoración rara vez informan sobre la incorporación de los mismos en las decisiones relacionadas con las políticas y programas de los gobiernos.
En los seis capítulos del Informe de Evaluación se distingue entre los valores “instrumentales” —que son los que pueden medirse por los bienes y servicios que la naturaleza, la biodiversidad o el buen funcionamiento de los ecosistemas proporcionan a las personas— y los valores “relacionales”: aquellos que pueden ser igualmente importantes para el bienestar de las personas de forma inmaterial.
Los tipos de valores que se comunican con mayor eficacia dependen de la audiencia y el contexto, lo que significa que la comunicación es tan importante como las propias decisiones que toman los gobiernos y otros en relación con la conservación de la diversidad biológica.
“Los científicos y otras personas interesadas en el tema tienen que ayudar a los responsables de la toma de decisiones a entender esto para que puedan elaborar políticas y acciones que sean eficaces”, dijo.
“En particular, hay que llamar la atención de los responsables de la toma de decisiones sobre el hecho de que los seres humanos que más dependen de una zona considerada digna de conservación deben participar plenamente en las decisiones sobre esta y que los valores intangibles —como la regulación del clima, el mantenimiento de ecosistemas sanos y el ciclo del agua— deben ser plenamente reconocidos”.
Van Noordwijk subrayó que, desde la perspectiva de “los bosques, los árboles y la agroforestería”, la aceptación internacional del Informe de Evaluación puede ayudar a perseguir una estrategia doble: 1) aclarar la forma en que las estructuras y funciones de los ecosistemas aportan valores instrumentales a la población local, nacional y mundial y, por tanto, los valores económicos que están en juego si continúa la tendencia actual de pérdida de biodiversidad, y que pueden recuperarse parcialmente mediante la “restauración” de los paisajes degradados; y 2) comprometerse con las partes interesadas para que aprecien y reconozcan los diversos valores relacionales importantes para ellos.
“Esto último puede, como mínimo, ayudar a una comunicación más eficaz”, dijo, “no sólo en un lenguaje que la gente pueda entender, sino también en un lenguaje que le llegue al corazón”.
En todo el mundo abundan los ejemplos de conflictos que podrían reducirse o erradicarse por completo si se comprenden mejor estos puntos.
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