En un esfuerzo por pagar sus deudas, el esposo de Sita Paryar pidió prestado dinero para ir a trabajar a Catar. Su viaje, desde una zona rural de Nepal hasta la gran ciudad árabe no rindió frutos tan rápido: sin trabajo ni pago durante varios meses, su situación económica no mejoró, mientras Sita, quien se quedó en casa con sus dos hijos, cuida a las cabras y gana un pequeño ingreso trabajando en una granja de su comunidad, aunque esto es insuficiente para su subsistencia y la educación de sus hijos.
La familia Paryar está enfrentando situaciones complejas como muchos otros millones de personas alrededor del mundo que optan por migrar a otros lugares para trabajar. A pesar de las dificultades inherentes que significa la reubicación, las ganancias enviadas en forma de remesas a sus hogares puede ayudar a mejorar sus medios de vida, y crear estabilidad económica a nivel nacional, evitando que familias enteras se conviertan en refugiados.
Estas son historias comunes de la migración y su relación con los paisajes forestales.
PLANEACIÓN ADECUADA
Al entender la raíz y los patrones de la migración humana, los expertos pueden diseñar estrategias efectivas de manejo de la tierra, asegurándose de alcanzar objetivos de desarrollo internacional y restauración climática, explicó Kartika Sari Juniwaty, profesora de economía del desarrollo en la Universidad de Indonesia e investigadora asociada del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).
Mientras que aspectos como migración y las implicancias de las remesas están esparcidos entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS), se los puede ubicar específicamente en las dimensiones sociales de los ODS 10 y 17. El ODS 10 busca reducir las desigualdades dentro y entre los países. El ODS 17 pretende fortalecer la implementación y la revitalización de colaboraciones a nivel global.
Sin embargo, los críticos señalan que aún falta conectar estos objetivos con las metas ambientales, señaló Juniwaty, quien moderó un panel de discusión en la conferencia Global Landscapes Forum (GLF), llevada a cabo recientemente en diciembre pasado en Bonn, Alemania.
Durante la sesión, los panelistas discutieron la necesidad de contar con datos más efectivos sobre migración y remesas para ayudar a la transformación adaptativa de políticas para proteger los paisajes, asegurar el bienestar humano y la resiliencia climática.
MEDIOS DE VIDA URBANOS Y RURALES
“A pesar del interés bien justificado de la academia y los medios sobre la crisis de refugiados y desplazados, es fácil pasar por alto el hecho de que la mayor parte de la migración global está relacionada con la fuerza laboral”, aseguró Fraser Sugden, profesor sénior de geografía humana en la universidad británica de Birmingham.
Los patrones de migración internacional han atravesado por cambios profundos desde las revueltas sucedidas durante la revolución industrial del siglo XIX en la Gran Bretaña, cuando migrantes –principalmente hombres trabajadores– abandonaron el campo y se mudaron a las ciudades con sus familias, buscando seguridad y empleos estables.
“Se construyeron nuevas vidas en las ciudades, lo que llevó a un incremento en los sueldos y el surgimiento de sistemas de beneficios para apoyar a este nuevo sector trabajador de la población, que necesitaba reproducirse a sí mismo”, afirmó Sugden.
Actualmente, debido a los altos costos de la vida urbana, es más común que los migrantes que buscan trabajo viajen solos, envíen las ganancias a casa, a sus familiares, regresen a la tierra dejada bajo el manejo de las mujeres y familiares mayores que se encuentran o retirados o buscando trabajo, explicó Sugden.
“Los agricultores no están abandonando completamente la tierra. Con mayor frecuencia están empleando una estrategia doble para lograr sus medios de vida, porque ni la agricultura ni su trabajo como migrantes puede mantener a toda la familia”, afirmó.
“La agricultura está subsidiando muchas economías de bajos ingresos en el sur global”.
La mayor parte de la migración es interna, las personas se mueven de una parte a otra, dentro de un país, buscando trabajo, sostuvo Sugden.
En términos de migración internacional, la mayoría ocurre dentro del sur global, más que en el norte global, agregó. Entre el año 2000 y el 2015, la migración internacional se ha incrementado en 63 por ciento.
Mucho de este incremento está relacionado con una compleja combinación de cambios biofísicos, climáticos, económicos y culturales.
“Las economías que dependen de las remesas son emblemáticas de un subdesarrollo estructural en una economía global neoliberal”, indicó Sugden, y añadió que los encargados del diseño de políticas deberían implementar cambios bajo el ODS 13 que se refiere a la acción por el clima, tomando en consideración tanto la acción climática como el papel de la agricultura cuando redefinan las estrategias socioeconómicas en apoyo a los migrantes.
Los pagos de remesas enviadas a los hogares pueden tener también un papel fundamental en las economías nacionales, impulsando el crecimiento del producto interno bruto, estabilizando a las economías y conteniendo una mayor migración.
MARCOS PARA LA ADAPTACIÓN
Entender el impacto de las comunidades de migrantes sobre la tierra es una parte fundamental para la protección de la selva amazónica en Perú, dijo Peter Cronkleton, antropólogo e investigador principal de CIFOR.
“Quienes diseñan las políticas deberían hacer que el ODS 15, Vida de Ecosistemas Terrestres, sea una parte central de su planeación”, añadió.
“Con frecuencia, el gobierno asegura que aproximadamente 80 por ciento de la deforestación en la Amazonía peruana es causada por la “agricultura migratoria”, que proviene de los Andes altos, pero estudios muestran que éstas son afirmaciones dudosas y vagas, explicó, agregando que el fenómeno revela que hay una base débil sobre la cual se definen estrategias para resolver el problema de la deforestación en la Amazonía.
“Nuestros resultados mostraron que la mayoría de los migrantes fueron amazónicos, y de aquellos nacidos en los Andes la mayoría había pasado una parte importante de su vida en la Amazonía –23 años en promedio–”.
Estos hallazgos demuestran que el gobierno necesita entender mejor los factores que influyen en la toma de decisiones de los migrantes, y cómo los patrones de migración están relacionados con el cambio de uso de suelo en el Amazonas.
Cronkleton observó que los migrantes ocupaban tierras que veían desocupadas y disponibles para que ellos pudieran asentarse. Estas tierras eran normalmente bosques que los colonos cortaron para sembrar. Gradualmente, las agencias del Estado se establecieron para ofrecer servicios, construir escuelas, caminos y puentes. También comenzaron a formalizar los derechos de la propiedad, pero sólo en lugares donde la tierra había sido deforestada.
“La migración espontánea a los bosques, seguida de la construcción de infraestructura apoyada por el gobierno y el otorgamiento de derechos de propiedad para los colonos que cortaron el bosque revela cómo las políticas entre los sectores tienen un mayor impacto sobre la deforestación que el que tiene la gente sobre el paisaje”, señaló Cronkleton.
Su investigación se enfocó en cuatro caseríos en los paisajes de la región central del Amazonas peruano, dos de las cuales contaban con acceso a través de caminos y dos sólo accesibles a través de ríos.
“Estas áreas eran remotas e inaccesibles a finales del siglo XX, con la mayoría de los asentamientos rurales ubicados en las orillas de los ríos o caminos abandonados de extracción forestal, explicó Cronkleton. “Las condiciones cambiaron cuando violentos disturbios y la producción de coca impulsaron cambios en la población rural, seguidos por la pacificación, erradicación de droga y sustitución de cultivos”.
Posteriormente, pequeños agricultores se mudaron al área. Una encuesta de más de 300 hogares en la zona indicó que 71 por ciento eran migrantes. Detección remota realizada por la Universidad del Temple, en los Estados Unidos de América, estimó los índices de deforestación en los paisajes alrededor de estas poblaciones, midiendo el uso de la tierra en intervalos de dos años entre los años de 1985 y 2015. Los investigadores descubrieron que durante este periodo, en dos paisajes no accesibles por tierra, la cobertura forestal casi no había cambiado. En comparación, los sitios a los que se podía acceder por tierra habían perdido entre 20 y 40 por ciento de su cobertura forestal.
Las áreas forestales cercanas al río estaban mejor preservadas debido a las prácticas de subsistencia agrícola. En las partes alejadas de los ríos, en sitios con acceso a caminos, los investigadores observaron que la agricultura comercial, incluyendo al cacao y al aceite de palma, así como la crianza de ganado, que reciben mayor inversión, estaban reemplazando a los bosques.
“Estrategias regulatorias efectivas para el manejo sostenible de la tierra requieren de un mejor entendimiento de cómo los actuales marcos normativos dan contexto; cómo las agendas y las acciones de las diferentes agencias compiten en estos paisajes y cómo la ausencia de políticas y metas claras por parte de los entes de gobierno pueden desencadenar consecuencias no planeadas”, dijo Cronkleton.
DEFINIENDO EL DESPLAZAMIENTO
Las causas subyacentes de la migración están relacionadas con las políticas, señaló Charles Martin-Shields, un investigador del German Development Institute (Instituto Alemán para el Desarrollo). La misma persona podría ir de un lugar a otro por diferentes razones.
“Podríamos encontrar a una persona que deja un lugar debido a la violencia, luego deja un segundo lugar porque se quedó sin trabajo”, explicó Martin-Shields. “Se enfrentan a la falta de derechos, se enfrentan a la falta de oportunidades económicas, se enfrentan a la falta de servicios sociales. Se vuelve una cuestión política si una persona es un refugiado o un migrante económico”, dijo.
Según explicó, la cooperación internacional para el desarrollo influye en los patrones de poder, en los patrones de acceso a los recursos y los patrones de violencia.
La migración forzada y el cambio ambiental son desafíos multidimensionales que contribuyen a la falta de seguridad, la violencia y una mayor precariedad económica.
Agregó, que es importante considerar la fragilidad de las naciones como una causa de la migración forzada y el desplazamiento. Al respecto explicó que con el paso del tiempo, los conceptos y definiciones sobre la fragilidad del Estado han cambiado. Hace unos 20 años, un Estado era considerado frágil si era pobre y estaba envuelto en conflictos.
Hoy el concepto ha evolucionado y la naturaleza del Estado se define por la autoridad, la habilidad de mantener seguro el espacio dentro de los límites territoriales, la habilidad de proveer servicios públicos, y de suministrar bienes colectivos; además que la fragilidad del Estado también está definida por las opiniones de la población, si ésta ve al gobierno como legítimo y si respeta los derechos.
“Un migrante podría mudarse inicialmente para huir de la violencia, y luego seguir mudándose porque no puede encontrar empleo”, aseguró Martin-Shields.
“Los migrantes podrían ser o no tratados como refugiados. Bien podríamos decir que son migrantes por razones económicas y eso es todo. Por otro lado, ¿esta persona que inicialmente huyó de la violencia no merece algún tipo de protección?”.
La situación legal alrededor de los patrones emergentes de desplazamiento forzado ha dado lugar a áreas grises en las leyes, que se han convertido en un desafío, dijo.
“Basar las políticas sobre cooperación para el desarrollo bajo la premisa de que la migración no va a continuar es probablemente el peor escenario al que podemos llevar la discusión”, alertó.
“No se puede detener la migración. Las personas van a moverse. La evidencia empírica, hasta donde alcanza nuestro conocimiento histórico, nos dice que el movimiento de personas es algo que pasa en nuestro mundo, y va a incrementarse. Si lo miramos por el otro lado, tampoco se pueden sólo eliminar las fronteras. No creo que podamos lograr un mundo sin fronteras”.
Un Estado que recibe a migrantes tiene la responsabilidad de ofrecer protección, servicios y asegurarse de que se respeten los derechos humanos –lo que significa que se requiere de algún tipo de estrategia respecto a la migración–.
Según los panelistas, los ODS ofrecen un marco para el manejo de las causas del desplazamiento forzoso y el objetivo 17 nos ofrece una alternativa para desarrollar asociaciones globales.
INQUIETUDES CLIMÁTICAS
Adoptar un enfoque territorial para manejar la migración ahora que también nos enfrentamos al cambio climático es crucial, dijo Paola Agostini, quien lidera el área sobre manejo de paisajes en Europa y Asia Central del Banco Mundial.
“Si no consideramos al cambio climático, los migrantes al interior de los países pueden convertirse en un tema de gran preocupación”, afirmó.
“Desde ahora y hasta el año 2050, en tres regiones del mundo tendremos más de 140 millones de migrantes al interior de los países –en Sudáfrica, el sur de Asia y Latinoamérica–“.
Entre las consecuencias del cambio climático que tienen una marcada influencia en la migración se encuentran la baja producción de los cultivos, la escasez de agua y el aumento de los niveles del mar, explicó.
“La buena noticia es que podemos tomar acciones y reducir fuertemente este tipo de impacto”, señaló Lampat Parashina, líder Masái dedicado al trabajo en pastizales del sur de Kenia, de la South Rift Association of Land Owners (una asociación de propietarios de la tierra).
“Como nómadas, nos damos cuenta que vivimos en un paisaje frágil que enfrenta severas sequías”, dijo.
“Necesitamos socios, no asistencialismo”, argumentó Parashina. “Necesitamos que las comunidades sean consideradas seriamente como actores, y nosotros necesitamos enfocarnos en ofrecer soluciones a nivel de los medios de vida para que las personas quieran quedarse en su tierra”.
Para Eileen Mairena-Cunningham del Grupo Principal de los Pueblos Indígenas para el Desarrollo Sostenible, la migración es un asunto complejo, pero si le agregamos el elemento étnico y hablamos de la migración de grupos indígenas, la situación se vuelve aún más complicada.
“Independientemente de la causa que provoca la migración de hombres, mujeres, jóvenes y niños indígenas, el efecto es el mismo: el desarraigo territorial y, por lo tanto, la pérdida del conocimiento indígena y la cultura”, dijo.
“Antes de hablar de las consecuencias de estos procesos sobre los paisajes naturales y los bosques, tenemos que recordar que los grupos indígenas tienen una profunda conexión espiritual con nuestras tierras, territorios y recursos naturales. Para otros, la tierra significa una condición económica, para nosotros la tierra y los territorios son nuestra madre, el espacio de reproducción cultural y Laman Laka (bienestar)” dijo Mairena-Cunningham al cierre de la sesión.
Para más información sobre el estudio de CIFOR sobre migración y bosques puede ponerse en contacto con Peter Cronkleton en p.cronkleton@cgiar.org
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