- Nota del editor: Este análisis fue escrito previamente a la adopción del nuevo acuerdo climático global de París 2015. El Acuerdo de París, que ha sido adoptado por los países del mundo durante la última COP, contiene un artículo independiente, el artículo 5, donde se indican medidas de REDD+.
Un desarrollo económico respetuoso del clima no tiene por qué empezar de cero. Con una década de experiencia y abundante investigación disponible, la iniciativa para la Reducción de Emisiones causadas por la Deforestación y la Degradación de los bosques – conocida como REDD+- ofrece lecciones útiles y conocimiento que puede ayudar a las estrategias de crecimiento verde a superar obstáculos.
Las estrategias de desarrollo bajo en emisiones (LEDS, por sus siglas en inglés) tienen como objetivo lograr un crecimiento económico sin incrementar la huella de carbono de los países —o incluso reduciéndola—, mientras eliminan la pobreza y crean economías resistentes a un clima más hostil.
Existen proyectos LEDS en marcha en varios países —en temas de energía, agricultura, forestería y financiamiento—, y recientemente las partes interesadas se reunieron en la COP21 de París para revisar sus avances. Sin embargo, como tantos otros buenos esfuerzos de sostenibilidad, hacer que las LEDS se hagan realidad es más difícil de lo que se piensa.
Desde hace ya casi una década, se han ejecutado proyectos de REDD+ en una gran variedad de países de los trópicos.
A pesar del lento avance hacia un mercado de carbono mundial, casi 40 países se han comprometido con REDD+, incorporándola en sus contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional (INDC, por sus siglas en inglés). Las INDC indican la voluntad de los países para contribuir a los acuerdos internacionales sobre el clima.
Las economías respetuosas del clima no surgirán a menos que los actores y sectores clave se reúnan, dialoguen entre sí y trabajen de buena fe hacia un objetivo común".
A nivel mundial, existen más de 330 iniciativas de REDD+, y los investigadores han explorado su diseño y funcionamiento desde diferentes ángulos —social, económico y ambiental—, acumulando una impresionante literatura al respecto. Actualmente, tan solo el Estudio Comparativo Global sobre REDD+ de CIFOR cuenta con más de 350 artículos que analizan minuciosamente REDD+ desde todos los ángulos.
REDD+ comenzó principalmente como una forma de mantener intactas las reservas de carbono de los bosques, tal vez con un par de cobeneficios adicionales para la biodiversidad y las comunidades. Pero los promotores de las iniciativas REDD+ pronto se dieron cuenta de que si no tomaban en serio temas no vinculados al carbono, sus esfuerzos obtendrían pocos resultados.
La equidad social, las cuestiones de género, los medios de vida, el financiamiento público y el privado, los derechos a la tierra y la seguridad de la tenencia, la seguridad alimentaria, la conservación de la biodiversidad, la gobernanza y la aplicación de la ley, no son cuestiones secundarias: ocuparse de ellas es fundamental para el éxito de REDD+.
Entre el conocimiento disponible hoy están las políticas y prácticas nacionales, el aprendizaje institucional a diferentes niveles, la implementación en la práctica, la distribución de beneficios entre las partes interesadas, las salvaguardas, y el proceso de monitoreo, reporte y verificación (MRV) de la reducción de emisiones.
LECCIONES PARA EL ÉXITO
Las economías respetuosas del clima no surgirán a menos que los actores y sectores clave se reúnan, dialoguen entre sí y trabajen de buena fe hacia un objetivo común.
En el campo de la sostenibilidad, durante mucho tiempo el mantra ha sido que la planificación y la formulación de políticas deben ser “integradas” u “holísticas”. Es decir, asociadas, no atrapadas en los individualismos tradicionales de algún departamento, ministerio, sector, jurisdicción, grupo de interés o eslabón de la cadena de suministro. Los investigadores llaman a esto el “desafío de la gobernanza multinivel”.
Sin embargo, lograr poner en práctica la toma de decisiones integrada no es un asunto sencillo. De hecho, esta es una de las principales lecciones que se pueden extraer de REDD+.
Y también está la economía política de la gestión de la tierra. Los intereses creados en las estrategias de crecimiento intensivas en el uso de carbono rara vez son compatibles con los esfuerzos para reducir la pobreza o las emisiones de carbono.
En muchos países tropicales, grupos y personas con poder dependen de la continua conversión de los bosques, y a menudo inclinan a su favor las decisiones sobre el uso de la tierra. Cuando la gobernanza es débil, los poderosos encuentran fácilmente formas de eludir las políticas, leyes y reglamentos oficiales. Esta es una de las razones por las que la deforestación sigue siendo una fuente de emisiones elevadas en muchos países tropicales.
Esto también significa que los procesos con múltiples partes interesadas y las mejoras de coordinación, sea en REDD+ o en LEDS, no marcarán una gran diferencia a menos que se cuestionen los modelos de desarrollo dominantes. Si ignoramos estos conflictos intrínsecos, no solo pecaremos de ingenuidad, sino que además nunca pasaremos de una retórica verde inútil.
Más aún, el diseño inclusivo de REDD+ es imprescindible para garantizar la legitimidad, pero en lugares donde las propias comunidades forestales no tienen conocimiento de lo que es REDD+, es muy duro obtener apoyo local.
La reforma de la tenencia —algo esencial para que REDD+ pueda cumplir con sus promesas— depende de la voluntad política a nivel nacional. Sin ella, el trabajo subnacional de REDD+ será lento, gradual o simplemente se paralizará. Pero no es cosa fácil que un político nacional se enfrente a poderosos intereses ya creados.
Tampoco ha sido fácil establecer las salvaguardas sociales y ambientales esenciales para la credibilidad de REDD+. Con frecuencia, los países carecen de la capacidad, los fondos y la voluntad política para establecer un adecuado proceso de monitoreo, reporte y verificación.
Los buenos programas de REDD+ apuestan por la eficiencia, eficacia y la la equidad —las 3E—, pero también reconocen y tratar de manejar cualquier compensación (trade-off) que pueda surgir entre estas.
IR DE LA MANO
En los próximos días, se sabrá si REDD+ terminó formando parte del acuerdo de la COP21. Un compromiso sólido en la COP21 permitiría la expansión tanto de REDD+ como de LEDS. Daría un impulso adicional para una gobernanza más sólida y un financiamiento más amplio, y reactivaría el mercado de incentivos para la reducción de las emisiones, incluso mediante la eliminación gradual de los subsidios perversos. (Ver nota del editor al inicio de esta publicación).
Tanto LEDS como REDD+ comparten el objetivo global de reconciliar el desarrollo y el medio ambiente. REDD+ es, al mismo tiempo, un componente potencial de LEDS, al menos en los países con bosques tropicales, y una fuente de conocimiento comprobado. Las lecciones de REDD+ pueden aplicarse y adaptarse a otros sectores clave de LEDS, como la agricultura.
Lograr poner en práctica la toma de decisiones integrada no es un asunto sencillo. De hecho, esta es una de las principales lecciones que se pueden extraer de REDD+".
Existe el riesgo de que los relativamente tangibles y medibles objetivos de REDD+ se diluyan en el contexto más amplio de LEDS, en detrimento de resultados reales. Debemos tener cuidado en cómo los engranamos uno con otro.
A pesar de las dificultades, la última década ha sentado las bases para que REDD+ pueda producir resultados medibles. Hay otra lección que extraer de ello: esto toma tiempo.
Sin embargo, LEDS puede aprender de las dificultades iniciales que enfrentó REDD+, evitando o al menos controlando muchos obstáculos que surgen al comienzo, con menor esfuerzo y en menos tiempo.
Para obtener más información sobre este tema, por favor póngase en contacto con Christopher Martius en c.martius@cgiar.org
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