BOGOR, Indonesia — ¿Cuál es la principal barrera de la “economía verde”? La mentalidad, señala un experto en economía ambiental.
Una economía verde es aquella que tiene como objetivo lograr el desarrollo sostenible y a la vez reducir al mínimo la degradación ambiental; sin embargo, a pesar de tener metas con las que todos salen ganando, su difusión y entendimiento han sido muy lentos.
La economía verde es un intento de alinear la economía con la naturaleza.
“La mentalidad es la barrera”, dice Pushpam Kumar, jefe de la Unidad de Economía de los Servicios Ecosistémicos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
“Existen barreras en el sentido de que a veces las personas no entienden el concepto y piensan, ‘Ah, es otra limitación ecológica, o un lobby o grupo de defensa ecológico hablando sobre algo complicado’ —por lo que el problema está en nosotros, la comunidad científica, porque no hemos sido capaces de explicar las oportunidades que ofrece este concepto”, dijo Kumar en una entrevista con el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).
Aunque Kumar confía en que estas barreras se pueden superar, el cambio hacia una economía verde no resolverá todos los problemas, ni sucederá de la noche a la mañana, dijo.
“La economía verde es una especie de declaración aspiracional […] No digo que en 5 o 10 años todo vaya a ser ecológico y color de rosa, no. Pero, sin duda, creo que podemos transformar la sociedad para que algunos de los impactos catastróficos puedan ser evitados”.
Kumar es uno de los seis panelistas que presentarán “grandes ideas” en el Coloquio sobre los Bosques y el Clima: Nuevas formas de pensar para el cambio transformacional, organizado de manera conjunta por CIFOR y el Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia y que se celebra en Nueva York el día 24 de septiembre. A continuación, presentamos una transcripción editada de la entrevista realizada por CIFOR a Kumar.
- Más sobre el Coloquio: siga el Coloquio en vivo en cifor.tv el miércoles, 24 de septiembre, a partir de la 1:30 p. m. EST (hora del este en los Estados Unidos). Otros oradores incluyen a John Holdren sobre energía, Carlos Nobre sobre variabilidad climática, Eduardo Brondízio sobre gobernanza, Dan Nepstad sobre uso del suelo, y Cheryl Palmsobre bosques y agricultura. Para obtener más información, haga clic aquí.
¿Cuál es la “gran idea” que presentará en el evento?
Voy a hablar de cómo debemos mejorar las capacidades de los seres humanos para transformar la sociedad para llegar a una “economía verde”.La “economía verde” es un tipo de enfoque, un conjunto de herramientas que tienen el potencial de llevar la sociedad por el camino de la sostenibilidad.
Proteger el medio ambiente involucra entender bien la economía, e ir más allá para incluir las disciplinas, ciencias e instituciones sobre las que se apoya una buena economía. La economía verde es un intento de alinear la economía y la naturaleza.
¿Puede dar algunos ejemplos de estas herramientas que menciona?
Las herramientas y enfoques de los que hablo son nuevas oportunidades de inversión, la identificación de umbrales ecológicos y la identificación de las sinergias de las actividades económicas y las actividades de conservación.
El punto central de mi conferencia serán las evaluaciones económicas —cómo obtenerlas, demostrarlas e incorporarlas en las decisiones de desarrollo para una asignación más justa y eficiente de los recursos.
Se trata también de identificar, reconocer y organizar las complejidades. Esto podría significar costos de oportunidad (trade-offs): por ejemplo, una mayor producción de alimentos podría tener un impacto adverso sobre los aspectos biofísicos de la agricultura, en términos de salinidad del suelo, inundaciones, monocultivo y pesticidas. Entonces, ¿cómo podemos mejorar la producción de alimentos para atender las necesidades de más de 7.000 millones de personas, con un mínimo impacto sobre las aguas subterráneas, las aguas superficiales y la capa vegetal? Son [temas que requieren] soluciones de compromiso (trade-offs), y tenemos que encontrar vías para resolverlas.
¿Cómo podemos hacerlo? ¿Es posible?
Sí, es posible. La posibilidad tendrá diferentes perspectivas dependiendo de la escala de tiempo. En el corto plazo, es probable que no tenga muchas posibilidades de éxito. Pero en el mediano a largo plazo, creo que esas posibilidades se pueden materializar.
¿Y cómo puede ayudarnos a lograr estos objetivos la idea de una “economía verde”?
Voy a ser pragmático al respecto: no digo que en 5 o 10 años todo vaya a ser ecológico y color de rosa, no. Pero, sin duda, creo que podemos transformar la sociedad para que algunos de los impactos catastróficos puedan ser evitados.
No me hago ilusiones de que vamos a lograr una economía verde en todos los sentidos en el corto plazo. Pero, ciertamente, como solía decir el ex secretario general de la ONU Dag Hammarskjöld —a pesar de que se refería a un contexto distinto—: “No estamos tratando de hacer del mundo un paraíso, sino de evitar que se convierta en un infierno”.
¿Y cómo sería una economía verde?
En comparación con la situación actual, habría menor emisión de gases de efecto invernadero, mayor difusión de tecnología, mayor adopción de tecnología verde, crecimiento sostenible y con creación de empleo, mayor igualdad y mayor armonía social. Esto nos ayudará a estar listos para adaptarnos mejor al cambio climático y frenar el ritmo de pérdida de la biodiversidad.
Si tiene tantos beneficios, ¿por qué es tan difícil hacerla realidad? ¿Qué barreras existen?
La mentalidad es la barrera. Existen barreras en el sentido de que a veces las personas no entienden el concepto y piensan, ‘Ah, es otra limitación ecológica, o un lobby o grupo de defensa ecológico hablando sobre algo complicado’ —por lo que el problema está en nosotros, la comunidad científica, porque no hemos sido capaces de explicar las oportunidades que ofrece este concepto.
En segundo lugar, incluso si la gente la entiende, muchos países aún necesitan desarrollar seriamente sus capacidades para poder poner en práctica estas ideas, para poder hacer algo al respecto. Esta es otra limitación que nos impide alcanzar los objetivos de la economía verde.
En tercer lugar, hay también una especie de economía política de crecimiento y desarrollo en marcha en todo el mundo desde la crisis financiera global de 2008. La gente no quiere ensayar nuevas ideas cuando están aún lidiando con [temas de] crecimiento, empleo, comercio e inversión. Son receptivos pero, en mi experiencia personal al tratar con gobiernos, también un poco reacios.
El hecho fundamental es que en los lugares donde hemos procurado transmitir [la idea] de manera eficaz, explicándola e identificando las acciones necesarias para ponerla en práctica, ¡lo han logrado! Y con resultados muy prometedores.
¿Qué papel cumplen los bosques?
Los bosques son ciertamente importantes, pues son uno de los principales ejemplos de capital natural, que ofrece muchos beneficios tangibles e intangibles. No solo hablamos de madera, leña o productos forestales no maderables, sino también de carbono y cuencas hidrográficas. Ambos servicios aún no forman parte de las políticas de desarrollo de los países. Hay conciencia de ellos, pero todavía no son tomados en consideración en las decisiones de desarrollo de los respectivos ministerios en países donde los bosques son dominantes.
La representación ambiental aún no es muy fuerte. En cualquier país, y en el mundo, ¿quiénes son los más poderosos? Las industrias, la agricultura, la banca, las finanzas, los seguros […] Son ellos quienes impulsan los cambios.
También hay una necesidad urgente de cambiar la forma de medir el progreso: el producto interno bruto o PIB. La contabilidad tradicional de los ingresos de los países no reconoce la contribución de la naturaleza. En muchos países, en especial los del hemisferio sur, los pobres dependen de recursos de uso común que el PIB no toma en cuenta. Cualquier programa de alivio de la pobreza basado en estos indicadores limitados está destinado a ser ineficiente.
La tasación y la contabilidad son importantes; pero también tenemos que reestructurar la macroeconomía y adoptar un modelo diferente —y es ahí donde se encuentra el reto, en términos de capacidad, en términos de comprensión, y en presentar ejemplos convincentes.
¿Qué tipo de ajustes macroeconómicos?
Cuando hablo de política no estoy pensando en política ambiental, sino en políticas comerciales, políticas de exportación e importación, políticas de tipos de cambio, políticas de tipos de interés.
La representación ambiental aún no es muy fuerte. En cualquier país, y en el mundo, ¿quiénes son los más poderosos? Las industrias, la agricultura, la banca, las finanzas, los seguros manejan mensualmente miles de millones, billones de dólares. Son ellos quienes impulsan los cambios.
Los exportadores de carne de res, por ejemplo, pueden ser causantes de deforestación. O la exportación de [productos de] acuicultura puede ocasionar contaminación del agua y pérdida de biodiversidad. Pero esos vínculos no son claros, la gente no los entiende. Tenemos que explicar estos vínculos y, al mismo tiempo, rediseñar la estructura de la macroeconomía.
Tenemos un mercado de bienes, un mercado de dinero, un mercado de crédito, pero ¿dónde está de medio ambiente? Contamos con oferta y demanda de recursos ambientales —esta podría ser una buena forma de ver la economía de una manera más integral y equilibrada, en vez de simplemente ignorar el medio ambiente y considerarlo algo de importancia marginal.
¿Por qué es importante contar con eventos como este Coloquio donde podamos discutir dichos temas?
Este es un momento único y oportuno para presentar nuestro argumento y hacer que los participantes de la Cumbre sobre el Clima de Nueva York tomen conciencia de las herramientas existentes —que son conocidas por los investigadores pero no han llegado de una manera convincente a los responsables de política que tienen la capacidad y la oportunidad de influir en lo que sucede en la práctica. De ahí la importancia de este evento.
Cuando los asistentes salgan del evento, ¿qué ideas quiere que se lleven consigo?
Quisiera que se vayan en mente con una o dos herramientas de nuestra conferencia y que estén motivados a ponerlas a prueba en sus respectivos países, si es que no lo están haciendo ya.
Incluso si pierden algo en el corto plazo, tenemos que decirles que vale la pena hacerlo: por sus hijos, por sus nietos y por el futuro.
Si se van con una o dos ideas —¡no quiero ser muy ambicioso!—, solo una o dos ideas, sentiré que he cumplido con mi trabajo.
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