Con mayor frecuencia se espera que las políticas tengan un soporte científico. Esto incluye el uso de los fondos públicos destinados a la ayuda para el desarrollo, por ejemplo iniciativas gubernamentales como las promovidas por gobiernos nacionales y apoyadas por programas tales como RAPID (Programa de Investigaciones y Políticas sobre Desarrollo) del Instituto de Desarrollo Internacional del Reino Unido, Investigación para la Acción y la Iniciativa Internacional para la Evaluación de Impacto (3ie por sus siglas en inglés).
Si bien reconocemos que la investigación científica es una fuente significativa de pruebas, es importante aclarar que la ciencia no provee per se respuestas a las cuestiones relacionadas con las políticas, ni tampoco es la única fuente de lo que se considera una prueba seria. Parte de esta confusión está reflejada en la manera en que los enfoques basados en pruebas han sido criticados en ocasiones por apropiarse de otros tipos de pruebas y por recomendar soluciones tecnológicas para complejos problemas socio-económicos. Sin embargo, los mismos críticos defienden una toma de decisiones efectiva basada en pruebas sólidas. Por ejemplo, en la política internacional de cambio climático, se han hecho grandes esfuerzos por aclarar las bases del conocimiento e informar a los responsables de la toma de decisiones de las pruebas disponibles; sin embargo, esas mismas personas todavía permanecen indecisas. Esto parece depender más del proceso de toma de decisiones que de la calidad y cantidad de las pruebas presentadas. Hay mucho más aquí: no se trata simplemente de una relación linear entre buena ciencia y buena política.
En un documento importante de política, como la recientemente filtrada evaluación interna de las operaciones forestales del Banco Mundial, es importante que el análisis sea sistemático, transparente y que incluya la información disponible, como se señala en este blog de CIFOR. De otra forma el documento, así como comentarios y decisiones subsecuentes, se pueden considerar como sesgados o desinformados, o ambos.
El proceso de pruebas es reiterativo. Involucra la definición de las preguntas políticas y la posterior evaluación del estado del conocimiento disponible para poder dar respuesta a esa pregunta. Esto puede llevar al establecimiento de nuevas prioridades en la investigación, así como una nueva evaluación del marco inicial de políticas. Además, se pueden agregar nuevos resultados al cuerpo de conocimiento, mejorando potencialmente la calidad de las conclusiones.
Vale la pena recordar las palabras que J. Nisbet enunciara un siglo atrás: “El manejo forestal… podría ser el hermano menor y el siervo de la agricultura. Cada una de estas artes es fundamental para el bienestar de las naciones y nadie puede ser considerado sabio, político o económico si no presta atención al desarrollo de ambas” (1).
El valor del manejo forestal en la definición de los paisajes en tan importante ahora como lo era cuando Nisbet trabajaba como un profesional forestal. Sin embargo, él se hubiera sorprendido con el tipo de servicios y productos que se espera obtener de las tierras forestales en el siglo XXI. Y también hay nuevos desafíos, con rápidos cambios en el medio ambiente, diferentes plagas y enfermedades, y nuevas condiciones económicas y sociales.
Muchas de estas direcciones e incertidumbres exigen el diseño de nuevas políticas e investigación forestales que orienten las decisiones y logren resultados benéficos para la sociedad. Esto impone fuertes demandas para que la ciencia facilite información que permita diseñar políticas sólidas y basadas en pruebas. Sin embargo, no siempre es necesario encargar la realización de nueva investigación para obtener respuestas a nuestras preguntas de políticas o nuevas formas de abordar los problemas más serios del mundo. Las bases de conocimiento existentes contienen un enorme volumen de investigación que podría ser muy relevante y, mucha de ella, de alta calidad. El desafío es explotarla y analizar los resultados de maneras que apoyen una formulación imparcial de decisiones.
Una re-evaluación del marco de políticas es la ampliación de las perspectivas relativas al manejo forestal y la agricultura, lo que ha llevado a un enfoque de paisaje para llegar a mejores soluciones combinadas que permitan afrontar los desafíos relativos a la seguridad alimentaria, el cambio climático, la conservación de la naturaleza y la pobreza. Para poder orientar a los arreglos institucionales y de políticas existentes acerca de los beneficios del enfoque de paisaje, es fundamental contar con una base sólida de pruebas. De otra forma, existe el peligro de que (en este caso) sectores de la comunidad forestal continúen enfocándose en cuestiones aisladas como las concesiones de madera y las áreas protegidas, ya que se pueden definir con facilidad y es conveniente abordarlas desde el punto de vista legal.
Teniendo en cuenta estas prioridades, CIFOR tomó la decisión estratégica de introducir una iniciativa forestal basada en pruebas como un componente importante de nuestro trabajo en 2013. Durante las primeras etapas de esta iniciativa, CIFOR está trabajando con la Universidad de Oxford y organizaciones socias en el diseño de un programa que convierta a las pruebas sólidas en el eje central de nuestras labores.
Una parte importante del papel que CIFOR y sus organizaciones socias desempeñan en la investigación forestal internacional es aportar pruebas para los procesos de política, ya sea directamente a través de proyectos de investigación específicos o indirectamente, cuando los resultados que publica son utilizados por los responsables de formular políticas así como otros actores. Estos resultados pueden ser nuestros trabajos de investigación revisados por pares o también publicaciones informales, como declaraciones hechas ocasionalmente a través de los canales de comunicación social (twitter, blogs, etc.). En todos estos casos, es fundamental tener altos estándares de calidad y enfoques bien definidos para poder evaluar la calidad de las pruebas.
Muchos sectores ya cuentan con procedimientos bien establecidos para aplicar enfoques, basados en pruebas, para el diálogo y la acción científico-políticos. Estos incluyen la atención médica (Cochrane Collaboration, que está celebrando su décimo tercer aniversario este 2013), la asistencia social (Campbell Collaboration, activo desde el año 2000) y la conservación del medio ambiente (Collaboration for Environmental Evidence, que comenzó a funcionar en el año 2006).
Las revisiones sistemáticas son el núcleo de las iniciativas basadas en pruebas en estos campos. Representan poderosas herramientas de información que nos permiten tomar decisiones acertadas: sin revisiones sistemáticas no hay medicina basada en pruebas. Sin embargo, las revisiones sistemáticas no son todavía una práctica habitual dentro de la comunidad forestal, a pesar de que continúa creciendo la demanda de una toma de decisiones basada en pruebas (2). Conceptos como “políticas basadas en pruebas” se utilizan libremente en los documentos de política forestal, tanto nacionales como internacionales, en gran parte sin haberlos definido (3).
Tan solo el volumen de la ciencia forestal publicada en la literatura internacional, así como el costo y la dificultad de leerla para entender mensaje complejos, con frecuencia contradictorios, resultan desalentadores para los responsables de la formulación de políticas. Como lo señaló irónicamente Roger Pielke en su influyente libro The Honest Broker:
“La actividad científica es lo suficientemente diversa como para ofrecer información que puede ser utilizada para apoyar diferentes perspectivas sobre prácticamente cualquier tema… decidir el curso de acción y luego encontrar información que lo respalde es una práctica común en todo el espectro político”.
Las revisiones sistemáticas se diseñaron originalmente para detener esta práctica de elegir al antojo pruebas científicas (así como otro tipo de pruebas) en el campo de la medicina. Se crearon para poder manejar grandes cantidades de estudios sin introducir más sesgos.
CIFOR tiene como objetivo utilizar las experiencias y los conocimientos de estos otros campos para evaluar el potencial de establecer una “colaboración similar sin barreras”, que tenga como actividad principal la realización de revisiones sistemáticas. Estamos entusiasmados de poder trabajar en esta iniciativa con nuestros principales socios y de empezar un proceso colaborativo orientado a mejorar la calidad de las pruebas utilizadas para tomar decisiones relativas a los principales problemas que desafían al desarrollo sostenible en el siglo XXI.
En los próximos blogs, discutiré cómo CIFOR pretende crear una colección de revisiones sistemáticas relevantes que permita abordar algunas de nuestras principales preocupaciones. Asimismo exploraré cómo se pueden aplicar los principios del manejo forestal basado en pruebas a los resultados de las redes sociales así como a las revisiones sistemáticas de alta calidad.
Para más información sobre la iniciativa de manejo forestal basado en pruebas, sírvase contactar a Gill Petrokofsky o Peter Kanowski.
Quisiera expresarle mi agradecimiento a Gill Petrokofsky por su invalorable contribución e insumos a este blog.
Bibliografía
1. Sutherland W.J, Bellingan L, Bellingham J.R, Blackstock J.J, Bloomfield RM, et al., 2012. A collaboratively-derived science-policy research agenda. PLoS ONE 7(3): e31824. doi:10.1371/journal.pone.0031824
2. Nisbet J., 1905. The Forester. [2 Volumes] UK: William Blackwood and Sons.
3. European Commission, 2010. Evidence-based policy versus policy-biased evidence: the challenge of feeding scientific advice into policy-making. Conclusions of the High-Level Trans-Atlantic Science for Policy Workshop, October 2009, Ispra, Italia.
4. Petrokofsky G., Holmgren P., Brown N.D., 2011. Reliable forest carbon monitoring: systematic reviews as a tool for validating the knowledge base. International Forestry Review 13(1):56-66.
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