LIMA, Perú. El aprovechamiento de castaña, un uso sostenible del bosque en la región de Madre de Dios, ubicada en la parte sureste del Perú, provee de ingresos a miles de personas durante los primeros meses de cada año.
Pero las concesiones mineras y agrícolas se superponen con las concesiones de los recolectores, amenazando tanto su modo de vida como el bosque, según un nuevo informe del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) y la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).
“La castaña es un recurso muy importante para la población rural pobre de esta región”, sostuvo Peter Cronkleton, investigador principal de CIFOR. “Se trata de un producto forestal no maderable que realmente forma la base de los medios de vida de las personas y, al mismo tiempo, conserva el bosque”.
Los frutos del gigante árbol de castaña (Bertholetta excelsa), que tienen el tamaño de una pelota de softball y contienen alrededor de 20 nueces, caen al suelo entre los meses de noviembre y febrero. Entre enero y marzo, los recolectores recogen los frutos, los quiebran con sus machetes para abrirlos y colocan las nueces sobre el suelo para dejarlas secar.
En la región de Madre de Dios se producen anualmente entre 3 y 4 millones de kg de castaña sin cáscara, y en el año 2010 las exportaciones alcanzaron los 14 millones de dólares.
Pero los bosques enfrentan la deforestación como consecuencia de las actividades agrícolas y de minería aurífera en pequeña escala en áreas donde también se encuentran concesiones de castaña. Los mapas elaborados por los autores del informe muestran una desconcertante maraña de derechos agrícolas, mineros y madereros superpuestos en casi un millón de hectáreas de concesiones de castaña.
La confusión tiene su origen en lo que los investigadores han descrito como un proceso desorganizado de demarcación original de las concesiones, complicado por una falta de coordinación entre las agencias del gobierno responsables de otorgar diferentes derechos de uso de tierra.
El árbol de castaña alcanza los 50 metros de altura y 3 metros de diámetro. Cada flor se abre solo por un día y el árbol depende de grandes abejas para su polinización.
En Madre de Dios, donde se puede encontrar en promedio un árbol productivo de castaña por hectárea, las concesiones abarcan entre 200 y 1200 hectáreas, aunque las mayor parte se ubica en la parte media de este rango, según Andrea Chávez, autora principal del informe.
Los mapas elaborados por los autores del informe muestran una desconcertante maraña de derechos agrícolas, mineros y madereros superpuestos en casi un millón de hectáreas de concesiones de castaña.
Y si bien la zafra solo dura unos meses a principios de cada año, el ingreso derivado de esta actividad es importante para miles de pobladores rurales que se dedican a actividades agrícolas, el comercio de madera o la minería durante el resto del año. Entre 15 000 y 20 000 personas trabajan directa o indirectamente en la industria de la castaña, de acuerdo a cifras oficiales.
Una nueva ley forestal que entró en vigencia el año 2000 implementó un sistema de concesiones para productos forestales no maderables. Aunque tenía como objetivo reflejar los primeros patrones de uso, los límites de las concesiones no se definieron siempre con precisión y, como resultado, no siempre corresponden con las áreas donde las familias han aprovechado tradicionalmente la castaña.
Muchos recolectores de castaña “tenían derechos consuetudinarios antes de que fuera creado el sistema de concesiones”, sostuvo Manuel Guariguata, líder de la investigación sobre bosques de producción y uno de los autores del estudio. “Esto creó tensiones con los vecinos respecto a la ubicación de los límites de las concesiones”.
Tampoco había buena coordinación entre las agencias del gobierno responsables de otorgar los derechos para el aprovechamiento de castaña, agricultura, madera y minería. Sin contar con un sistema estandarizado de información, las agencias otorgaron derechos sin verificar los reclamos preexistentes.
Existen alrededor de 1,3 millones de hectáreas superpuestas en áreas donde se lleva a cabo el aprovechamiento de madera y castaña en Madre de Dios. El aprovechamiento de madera y castaña no es necesariamente incompatible (véase Evaluating the opportunities and limitations to multiple use of Brazil nuts and timber in Western Amazonia).
“Estamos trabajando para armonizar la extracción de madera en las concesiones de castaña, concentrándonos en fortalecer el sistema para maximizar los ingresos de madera y de la castaña” dijo Guariguata.
Una amenaza más seria proviene de las actividades mineras y agrícolas que causan deforestación. Cuando las concesiones agrícolas y mineras se superponen con las concesiones castañeras, la deforestación puede afectar la producción de castaña aun cuando los árboles de castaña siguen en pie.
En Madre de Dios, los reclamos mineros se han reconocido en 47 000 hectáreas de tierra bajo concesiones de castaña y se han otorgado cerca de 34 000 hectáreas de concesiones de castaña con fines agrícolas.
“La mayor parte del tiempo, los recolectores de castaña no saben que otras personas tienen derechos mineros o agrícolas”, sostuvo Guariguata.
Al mismo tiempo, subrayó Guariguata, los zafreros necesitan asistencia técnica para aumentar el valor de la castaña y sus ingresos. A fin de maximizar los ingresos derivados de la castaña, los recolectores necesitan tener acceso a las beneficiadoras y mercados y tener la seguridad de que las concesiones no se verán amenazadas por otros reclamos.
Los autores del informe recomiendan una serie de medidas para ayudar a solucionar el problema de los derechos de uso de tierra en conflicto, incluyendo la integración de los sistemas de información de las diferentes agencias del gobierno para evitar el otorgamiento de concesiones superpuestas, el fortalecimiento del sistema que otorga y protege los derechos de uso de tierra, la coordinación con el recientemente creado Servicio Forestal Nacional para evitar demandas en conflicto así como asegurar que los concesionarios no dañen el bosque y que la extracción de madera no afecte la producción de castaña.
Muchos de estos problemas podrían ser abordados por la reglamentación que se está diseñando y que permitirá implementar la nueva Ley Forestal y de Fauna Silvestre aprobada por el Congreso peruano en el año 2011. Los investigadores de CIFOR esperan que su estudio sea tomado en cuenta durante el diseño de esta reglamentación que debe ser aprobada antes de que la ley entre en vigencia.
“No estamos diciendo algo totalmente nuevo”, sostuvo Guariguata, “pero mostramos en términos numéricos el grado de superposición y lo colocamos en mapas para aumentar la toma de conciencia de este problema a medida que se diseña la reglamentación de la nueva Ley Forestal”.
El documento forma parte del Programa de Investigación del CGIAR “Bosques, Arboles y Agroforestería” y contó con el apoyo financiero de USAID.
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