Por Sven Wunder
Investigador principal, Centro para la Investigación Forestal Internacional
El mensaje de POLEX de agosto se centró en un meta-análisis elaborado por Porter-Bolland et al., el que muestra cómo la mayoría de estudios revisados han encontrado que los bosques manejados por comunidades desaparecen a un ritmo más lento que los bosques bajo estricta protección. Por sus características intrínsecas, la muestra de un meta-análisis es heterogénea en tiempo y espacio, y las zonas no son seleccionadas al azar por sus autores. Como alternativa, ¿sería posible comparar el destino de un bosque protegido con el de un bosque similar pero que no esté protegido?
Este es el enfoque adoptado en un estudio reciente realizado por Andrew Nelson, del Instituto Internacional de Investigación del Arroz, y Ken Chomitz, del Grupo de Evaluación Independiente del Banco Mundial. Ante la ausencia de datos globales comparables sobre deforestación, los autores utilizaron la incidencia de incendios forestales como un indicador proxy de las amenazas a los bosques de las zonas pan-tropicales: la deforestación implica el uso del fuego en la mayoría de las regiones. Los autores utilizaron imágenes satelitales SPOT y MODIS de alta resolución, definiendo como bosques los pixeles con al menos 25% de cobertura forestal, con la finalidad de examinar la incidencia de incendios en todo el bioma tropical de países en desarrollo. El 27% de la superficie objeto de estudio, de casi 20 millones de km2, se encuentra bajo algún tipo de protección.
En las zonas tropicales de tres continentes, la incidencia de incendios en el período de 2000 a 2008 fue menor en áreas protegidas que en las no protegidas. Por ejemplo, en América Latina y el Caribe (LAC, por sus siglas en inglés) se presentaron incendios en el 7,4% de tierras no protegidas. En áreas de protección estricta (categorías I-IV de la UICN), sólo sucedieron en un 1,6% de la superficie, es decir, cuatro veces y media menos que en áreas no protegidas. En áreas protegidas multiuso (categorías V-VI de la UICN), el índice de incendios fue del 3%, y 1,5% en áreas indígenas protegidas. Porcentajes similares fueron observados en África mientras que en Asia el índice de incendios en áreas bajo protección estricta fue algo superior (4,5%).
Usualmente las áreas protegidas se encuentran en lugares remotos con menor presión de conversión. Cuando se compara la situación de estas zonas con áreas de alto riesgo, esta “parecería demasiado buena” en relación a lo que hipotéticamente hubiera sucedido a estos bosques de no estar protegidos. El análisis de correspondencias puede potencialmente corregir este sesgo. Cada píxel correspondiente a áreas protegidas se comparó con algunos pixeles de áreas no protegidas situados a distancia similar de carreteras y ciudades principales, y con altitud, pendiente y régimen de precipitaciones similares. El supuesto utilizado es que las presiones de deforestación serían similares cuando se controlan estas variables, aislando así el impacto real del estatus de protección.
Los resultados del análisis de correspondencia muestran que la protección incrementa la efectividad de la conservación. Las áreas bajo protección estricta obtienen un resultado de entre 2 (Asia) y 4,3 (LAC) puntos porcentuales más que sus homólogas no protegidas. Sin embargo, este resultado es inferior al de las comparaciones ordinarias sin correspondencia. En contraste, las áreas multiuso son más efectivas que lo que los resultados sin correspondencia sugieren (por ejemplo, 6,4 puntos en LAC). Sin embargo, las áreas indígenas (sólo presentes en LAC) aparentemente incluyen muchas áreas altamente amenazadas, y así aumentan su ventaja sobre tierras comparables pero no protegidas con hasta 16 puntos porcentuales.
¿Qué significan estos resultados para los investigadores? Aplicar métodos de correspondencia es un desafío técnico. La selección de variables de control puede ser controvertida, especialmente en las ciencias sociales en las que las teorías son más complejas. Como todos sabemos, no es sencillo encontrar la correspondencia perfecta. Aún así, las grandes diferencias entre resultados con correspondencia y sin ella –y las evaluaciones de literatura relacionadas– destacan cuán importante es controlar muchos sesgos potenciales del muestreo, en un mundo que se diferencia progresivamente.
¿Qué significa esto para los formuladores de políticas? Mientras que las áreas protegidas enfrentan algunos vientos contrarios en los debates en curso, sistemáticamente están obteniendo mejores resultados que las no protegidas en la prevención de incendios y, por lo tanto, en pérdidas de carbono y biodiversidad –independientemente del continente, la categoría de protección y el método de evaluación. En particular, las tierras multiuso y especialmente las indígenas logran mejores resultados que las áreas bajo protección estricta, especialmente después de hacer los análisis de correspondencias (lo que refuerza la conclusión alcanzada por Porter-Bolland et al.) Hasta ahora, ambas categorías son mucho más prominentes en los neotrópicos. Esto también podría indicar una oportunidad para diversificar las estrategias de protección en África y Asia hacia más “parques con población”, al menos cuando la escasa expansión del uso de la tierra de la población local favorece este enfoque.
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Lecturas adicionales
Para obtener una copia del estudio de Andrew Nelson y Kenneth M. Chomitz: “Effectiveness of strict vs. multiple use protected areas in reducing tropical forest fires: a global analysis using matching methods” (August 2011, vol.6, issue 8), visite http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0022722