No, según "La Amazonía Sostenible: Limitaciones y Oportunidades para el Desarrollo Rural", escrito por el economista Bob Schneider, del Banco Mundial, y cuatro colegas de IMAZON, una ONG brasileña. Ellos afirman que a largo plazo cultivar la tierra no es viable en la mayor parte del 45% de la Amazonía Brasileña que recibe más de 2.200 milímetros de precipitación por año. Estas áreas tienen más plagas, enfermedades, y malezas; además de tener rendimientos agrícolas más bajos y costos de transporte más altos. Esto explica porque los agricultores han talado solamente el 3% de los bosques en la zona húmeda de la Amazonía para cultivos o pastos, comparado con el 38% de las áreas más secas. También ayuda a explicar porqué los dueños de tierras ya abandonaron la quinta parte de su tierra agrícola en las regiones más húmedas, pero solo la doceava parte de tales tierras en las regiones más secas.

A pesar de todo lo anterior, a menos que el gobierno Brasilero intervenga, tarde o temprano la ganadería extensiva y otras actividades no sostenibles alcanzarán las zonas húmedas y diezmarán sus bosques. A medida que los madereros agotan un bosque, se mueven enseguida al siguiente. Fincas ganaderas grandes, que proporcionan poco empleo, ocupan la mayor parte de las tierras que los madereros dejan. Esto conduce a ciclos de prosperidad,

seguidos por otros de crisis. Por un rato la gente gana mucho dinero, luego la economía de la región colapsa. Actualmente, el aprovechamiento y procesamiento de madera en la Amazonía generan $2,5 mil millones en ingresos anuales y 500.000 trabajos. A menos que algo cambie, esto pronto será historia.

En regiones secas, el crecimiento de la producción agropecuaria en algo compensa a la pérdida de empleos que se da cuando un área se queda sin madera. Esto no sucede con tanta frecuencia en los sitios más húmedos. Por ejemplo, durante la década pasada, Sinop, un municipio relativamente seco de Mato Grosso, perdió tres cuartos de las cuatrocientas serrerías que tenía en su mejor época durante el auge de la madera. Sin embargo, afortunadamente, muchos de los trabajadores desplazados encontraron trabajos en fincas

agropecuarias. La transición ha sido más dura para el municipio de Paragominas, en una zona más húmeda de Para, el cual procesa actualmente 30% menos madera que hace cinco años.

Para salirse del ciclo de prosperidad seguida por crisis, Schneider y sus colegas dicen que el gobierno debe crear más bosques nacionales, en donde las compañías que han sido certificadas pueden producir madera de forma sostenible. A la fecha, el gobierno Brasileño ha reservado solamente un 1,6% de la Amazonía como bosque nacional. Schneider dice que esta cifra debe aumentar al 14%. Esa última cifra corresponde mas o menos con la meta que ha fijado el Programa Nacional Forestal de Brasil, de tener el 10% de la Amazonía en bosques nacionales, además del 28% que ha sido clasificado como territorio indígena o áreas protegidas. Los autores también están de acuerdo con aumentar los impuestos sobre el aprovechamiento no sostenible de la madera, incrementar los pagos para los servicios ambientales que los bosques proporcionan, mejorar el cumplimiento de las leyes sobre los bosques y crear incentivos para el manejo de los bosques en tierras privadas.

Para recibir una copia electrónica gratis de este papel como un documento pdf, en inglés o portugués, o para enviar sus comentarios o interrogaciones a los autores, favor escribir a Paulo Barreto en: barretopaulo@uol.com.br o pbarreto@imazon.org.br

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